La emotiva carta de la mamá de las niñas siamesas que bautizó el Papa
Hermine Nzotto, madre de dos pequeñas siamesas separadas en una extraordinaria operación en el Hospital Niño Jesús, en Roma, agradeció el gesto del Papa Francisco, quien las bautizó en la capilla de Santa Marta.
“Que mis hijas María y Francesca hayan sido bautizadas por Su Santidad me confirma que Dios está verdaderamente cerca de los últimos”.
Con estas palabras, Hermine Nzotto, la madre de dos gemelas siamesas de la República Centroafricana, que fueron sometidas a una extraordinaria operación de separación craneal y cerebral en el Hospital Niño Jesús, agradeció al Papa Francisco su cercanía.
En días pasados, -explica Vatican News- en una ceremonia privada, el Santo Padre bautizó a las pequeñas Ervina y Prefina, que fueron separadas hace aproximadamente un mes.
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En el texto, Nzotto narra las emociones que sintió cuando ingresó a la Basílica de San Pedro y se encontró de frente con La Piedad, la icónica escultura de mármol realizada por Miguel Ángel, y que muestra a la Virgen María sosteniendo en sus brazos el cuerpo inerte de Jesús.
Après leur séparation chirurgicale réussie à la pédiatrie du Vatican Bambino Jésus, le Pape a baptisé les jumelles Centrafricaines hier à Rome. pic.twitter.com/6v4Df7nzq4
— Antoinette MONTAIGNE (@Banzekaa) August 7, 2020
“De repente el resto de la inmensidad (de la Basílica) pierde interés, mientras que una pregunta sobre ese “cuerpo inocente” de Cristo que recuerda el cuerpo de mis hijas negadas a la normalidad en mis brazos igualmente impotentes”. ¿Por qué?”, cuenta la madre.
La señora Hermine, que se define como una “niña de la selva”, nacida en un pueblo a 100 km de Bangui, República Centroafricana, recordó que, en 2015, el Papa Francisco inició en esa ciudad el Jubileo de la Misericordia abriendo la Puerta Santa de la catedral, un gesto que para ella fue especialmente conmovedor.
“Si mañana mis hijas podrán estar entre los niños más afortunados de la tierra, es decir, ir a la escuela y aprender lo que yo ignoro y que ahora aspiro a saber, para una mañana poder leer los versos de la Biblia a mis hijas, entonces -dice la mamá de las pequeñas – no es una puerta santa la que Usted abrió en Bangui en 2015 y que se cerró un año después, sino que ha construido un puente para la eternidad que pueden atravesar los necesitados, como yo lo era, y personas de buena voluntad como el equipo de médicos que se ocuparon de mis separadas inseparables“, finalizó la madre.