Consejos del Papa Francisco para alcanzar la santidad desde la familia
El Papa Francisco señaló que todos estamos llamados a la santidad y nos da 7 consejos para alcanzarla juntos y con amor desde la familia.
Gaudete et exsultate (Alegraos y regocijaos), es la invitación que nos hace el Papa Francisco mediante la tercera Exhortación Apostólica de su Pontificado, para alcanzar la santidad en la familia en el mundo actual y para lo que nos propone 7 consejos. Al oír que debemos ser santos podemos pensar que es una tarea casi imposible para nosotros, o que es algo exclusivo para quienes han dedicado su vida a la oración. Pero no es así, todos estamos llamados a ser santos, ¡todos podemos llegar a serlo!
Esta exhortación es un documento pastoral por medio del cual el Papa Francisco nos escribe a cada uno; si lo ves, te darás cuenta de que su redacción está hecha en primera persona, es decir, dirigida al lector. Nos ofrece recomendaciones sobre cómo podemos ser profundamente felices y nos invita a que vibremos ante la idea de ser santos.
El Papa Francisco dice: “Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor”.
A ti, ama de casa, padre de familia, hijo, abuelo, profesionista, trabajador manual, obrero, estudiante, campesino, deportista, maestro, a todos nos llega esta exhortación, porque nos invita a no vivir mediocremente y sin entusiasmo, sino que en lo cotidiano, en la vida de todos los días, vayamos siendo santos, cumpliendo nuestras propias responsabilidades.
7 consejos del Papa Francisco para alcanzar la santidad desde la familia
Nuestra propia familia, asegura el Santo Padre, es el lugar para ser santos y a continuación te dejamos los 7 consejos que nos da el Papa Francisco para alcanzar la santidad:
1 Haz un proyecto de vida familiar donde tu visión y tu meta sea la Santidad
Todos estamos llamados a la santidad, no se necesita ser sacerdote o religiosa, tienes que creer esa posibilidad y que la consideren tus hijos. Desde niños debemos sembrar ese deseo en el corazón para que forme nuestro anhelo, luchemos para lograrlo y sea lo que le dé sentido a los acontecimientos de nuestra vida. Cumplir con amor nuestra misión y labores en la familia es el camino a la santidad. Que se escuche eso en tu hogar, “hacemos esto porque estamos trabajando nuestra santidad…”
2 Que la principal lección de tu familia sea enseñar a amar
Quien realmente trabaja para lograr la santidad debe vivir para amar a los demás, no puede cerrarse en el egoísmo. Así que el plan de acción a seguir es vivir las bienaventuranzas y hacer las obras de misericordia. Desde que inicias tu matrimonio y empiezan a llegar los hijos se puede vivir ayudando a los demás, a tus familiares, a tus vecinos, a los que no conoces pero tienen una necesidad. Que todos en tu familia aprendan a mirar a los demás y que les interese ayudar a sus necesidades. Que sean una familia de servicio, de entrega, donde se viva la generosidad. Para aprender a amar hay que ser humildes.
3 Fortalecer la formación de la voluntad y la resiliencia viviendo las bienaventuranzas
No hacer hijos débiles ni alejarlos del sufrimiento. Vivir las Bienaventuranzas es lo contrario de la comodidad, el hedonismo, o el miedo a pasar por la prueba. Si se forma así a los miembros de tu familia serán dueños de sí mismos y los prepararás para no vencerse en la prueba o dificultad.
4 Una familia feliz
Ser santo es vivir con alegría, optimismo, sentido del humor y con esperanza, pero de manera realista, es decir no evadiendo, sino encontrando en cada prueba una oportunidad de ser mejores; saber el valor salvífico y santificador del sufrimiento. Sin masoquismo debemos aprender a amar las vicisitudes de la vida. Que nuestra familia se distinga por vivir en la alegría.
5 Una familia evangelizadora
Que tu familia contagie a los demás por tu testimonio. La familia debemos ser grupos, comunidades o minorías creativas, como los primeros apóstoles que evangelizaban y convencían a los demás por su forma de vida, por sus palabras de amor y su labor misionera. Todos debemos evangelizar, somos una Iglesia viva.
6 La familia que reza unida permanece unida
No se alcanza la santidad sin la oración. “La oración confiada es una reacción del corazón que se abre a Dios frente a frente, donde se hacen callar los rumores para escuchar la suave voz del Señor que resuena en el silencio” (*149). Nunca desistas cuando llegue el desánimo. Reza, anímate y continúa. Fortalece a tu familia con la oración.
7 El gran socio de la Familia: el Espíritu Santo
Aprender a discernir lo que Dios quiere para cada persona y para cada familia. Cada uno tiene una misión única e irrepetible.