Sacerdotes ordenados hace 50 años hablan de su ministerio
Los sacerdotes de la generación San Carlos Borromeo cumplirán 50 años de haber sido ordenados.
La generación de sacerdotes arquidiocesanos “San Carlos Borromeo” fue ordenada el 9 de agosto de 1969. Su ordenación se llevó a cabo en Catedral Metropolitana, mediante la imposición de manos del Cardenal Darío Miranda. Fueron ordenados sólo 4 años después del Concilio Vaticano II, fueron de los primeros en celebrar la Misa en español y de frente a la comunidad.
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Cinco décadas después, cinco de sus miembros comparten las palabras que resumen su ministerio.
Diversión
Tres sacerdotes y una teóloga son hoy los frutos del matrimonio Román del Real; dos de ellos, presbíteros que este 9 de agosto cumplirán 50 años de ordenación sacerdotal: los padres Jairo y Sergio Román. Pero, ¿qué tipo de esposos pudieron recibir de Dios una gracia tan especial?
El padre Sergio platica que su madre bordaba almohadones desde los 11 años para cuando tuviera un hijo sacerdote, “y tuvo tres”. En cuanto a su padre, platica que a la edad de 14 fue perseguido en Zacatecas por el gobierno, durante la Guerra Cristera, en virtud de su fe cristiana, la cual jamás negó, y milagrosamente libró dos veces el fusilamiento. “Con esos papás –señala– aprendimos a amar a Dios, a Cristo y a su Iglesia”.
Y amando también su ministerio sacerdotal, el padre Sergio asegura que sus 50 años de sacerdocio han sido sobre todo muy divertidos, por la convivencia e incontables aventuras con la gente, por las alegrías y fiestas compartidas.
Fidelidad
El padre Jairo Román coincide con su hermano al decir que en 50 años han compartido incontables alegrías con la comunidad. “Pero, sobre todo, hemos vivido 50 años de fidelidad a Dios. Tanto Sergio, como yo y nuestro hermano menor, le hemos sido muy fieles”.
El padre Jairo asegura que es feliz y hasta recoge muchos de los frutos que sembró desde el inicio de su ministerio: “Recibo 50 mensajes de WhatsApp diarios –platica– de los miembros de mi primer grupo juvenil, que aún existe. Y los coros juveniles que formé todavía se llaman los ‘Jairos’; ya ni me conocen, pero son los nietos de los que antes cantaban”.
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Solidaridad
El padre Jesús Barragán cuenta que sintió el llamado de Dios desde pequeño, en Michoacán. “Admiraba a los monaguillos, los veía como sacerdotes chiquitos. Por aquellos días, una tía me planteó ser sacerdote, y se me quedó el ‘pensamientito’, ahí lo traía, ligerito, pero constante”.
Refiere que una ocasión fue al pueblo de Tocumbo, pues en la plaza iba a haber “cinito”; ese día proyectaron un documental sobre de la vida en el seminario, y decidió entonces iniciar su formación. La mayor satisfacción que ha encontrado, además de servir a Dios, “es poder ser solidario con mis hermanos, tener la oportunidad de acompañarlos, especialmente en sus momentos de dolor”.
Docilidad
El padre Martiniano Martínez, a lo largo de sus 50 años como sacerdote, ha centrado su vida en hacer la voluntad de Dios. “Por eso duré en una parroquia de Tepito 23 años, 8 meses, 4 días y 8 horas. Me sugerían pedir mi cambio, pero habría intervenido en mi deseo, y yo siempre he sido dócil a las determinaciones de mis superiores”.
Cuenta que desde sus años de seminarista fue así: “Cuando uno es joven, lo que quiere es salir, divertirse; pero los seminaristas vivíamos todo el tiempo encerrados. En el seminario había doctor, dentista, librería, todos los servicios. No puedo decir que era bonito, pero sí que ese era el camino, decidí seguirlo para poder ser sacerdote”. Hoy se considera un hombre satisfecho por cumplir la voluntad de Dios.
Trabajo
“En estos 50 años –dice por su parte el padre Manuel Arellano–, he pasado por casi todos los cargos que puede tener un sacerdote; el más importante fue el de Presidente del Venerable Cabildo de Catedral; además, fui rector de este recinto, lo cual es una gran distinción, pero también un cargo de muchas responsabilidades, que pude cumplir con la ayuda de Dios”.
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El padre ha sentido siempre, desde el inició de su formación en el Seminario, que la Virgen de Guadalupe lo ha llevado de la mano. “Sentí su compañía durante toda mi formación, y la he sentido durante estos 50 años de ministerio sacerdotal”.