El padre Ernesto celebrando su cumpleaños con la comunidad de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en la Diócesis de Cuautitlán. Foto: Facebook Nuestra Señora de Guadalupe
La Diócesis de Cuautitlán dio a conocer que las autoridades confirmaron que el cuerpo localizado la madrugada del 12 de noviembre corresponde al presbítero Ernesto Baltazar Hernández Vilchis, párroco muy querido en Tultepec. En el comunicado, la Iglesia agradeció su vida y su ministerio, pidió respeto para su familia y solicitó que continúen las investigaciones para esclarecer los hechos.
Encabezada por Monseñor Efraín Mendoza Cruz, la Diócesis llamó también a fieles y medios de comunicación a actuar con prudencia y evitar la difusión de información sensible, por consideración a la memoria del padre Ernesto y al bienestar de sus seres queridos, quienes atraviesan un momento de profundo dolor.
El sacerdote, de 43 años, había sido reportado como desaparecido desde el 27 de octubre de 2025, día en que fue visto por última vez en la colonia Ampliación La Piedad, en Tultepec. La Diócesis presentó la denuncia formal el 31 de octubre, lo que inició una búsqueda intensa que mantuvo en alerta a la comunidad durante varios días.
El padre Ernesto Hernández Vilchis dedicó más de dos décadas al ministerio sacerdotal. Su cercanía, su palabra sencilla y la entrega con la que acompañaba a las comunidades dejaron una huella profunda en cada parroquia donde sirvió.
Feligreses de las parroquias donde sirvió lo recuerdan como un hombre siempre sonriente, cercano y atento, alguien que encontraba la manera de transmitir paz incluso en los momentos difíciles. Para muchos, su alegría y su trato cálido fueron el sello de su ministerio.
A lo largo de su trayectoria pastoral estuvo al frente de diversas comunidades de la Diócesis de Cuautitlán: San Pedro Apóstol en Nicolás Romero, San Bartolomé en Hueypoxtla, San Judas Tadeo en Tultitlán y la Parroquia de Hacienda de Cuautitlán. Y en la última etapa de su ministerio, fue párroco de La Santa Cruz en Tultepec, de acuerdo con el sitio Guillermoortega.com
Su presencia era un sostén en tiempos difíciles, su voz daba dirección a las celebraciones y su fe animaba la vida espiritual de quienes lo conocieron.
La Diócesis pidió mantener la oración por su eterno descanso, encomendando su alma “a la misericordia de Dios y al consuelo para su familia y comunidad parroquial”.
Al mismo tiempo, como Iglesia, expresaron su cercanía con las familias que sufren la violencia y las desapariciones en el país, y llamaron a poner fin a una realidad que sigue hiriendo profundamente a las comunidades.
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