Esta nota se actualizó por última vez el 13 de noviembre de 2021
La periodista mexicana Valentina Alazraki recibió este sábado 13 de noviembre la condecoración pontificia de manos del Papa Francisco, en reconocimiento a su trayectoria periodística.
En un mensaje en su cuenta de Twitter, la vaticanista confirmó la entrega del galardón.
En su carrera en la empresa Televisa, Alazraki ha realizado 154 viajes y ha cubierto el Pontificado de cinco Papas: Paulo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco; es la corresponsal con más antigüedad en la Santa Sede y, por ello, es considerada la “decana de los vaticanistas”.
Junto con Alazraki, el Santo Padre también condecoró al otro decano de la información vaticana, el periodista de la agencia Reuters, Phillip Pullela, corresponsal para Italia y el Vaticano, quien tiene 40 años de trayectoria y más de 100 visitas apostólicas cubiertas en todo el mundo.
El reconocimiento les fue entregado en la Sala del Consistorio, en presencia de los periodistas acreditados en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
De acuerdo con la agencia Vatican News, al saludar al Papa Francisco, la periodista mexicana hizo partícipes a sus colegas de la entrega del premio: “Aquí en medio -dijo- hay mucho material para las causas de beatificación”: para ser madres, padres y periodistas y también vaticanistas “hay muchas virtudes heroicas”.
Y recordó los momentos en los que estuvo alejada de su familia a causa del trabajo. Dice que su marido, cuando sus hijas eran pequeñas, tuvo “una gran idea”. Los sentó frente al televisor y les dijo: “Niñas, no se preocupen, porque mamá está con el abuelo. El abuelo era Juan Pablo II”.
Por su parte, Philip Pullella ha destacado que el reconocimiento que ha recibido hoy es también para sus “compañeros de calle”.
“Entre ellos”, añadió, ” también los que estaban allí antes que yo y de los que he aprendido tanto. “También quiero dar las gracias a todo el personal de la Oficina de Prensa que trabaja entre bastidores, aunque en todos estos años nunca me han pasado un documento secreto”.
Recordando su propia historia como emigrante de Calabria a Estados Unidos y como periodista, dedicó su premio “a todos los inmigrantes que buscan una vida mejor para sus hijos”. Como hicieron sus padres en 1958.
La condecoración pontificia es uno de los más grandes reconocimientos que un Papa puede otorgar a una persona laica que ha contribuido a la labor de la Iglesia Católica, la sociedad y la Santa Sede.
“Cuántas experiencias compartidas, cuántos viajes, cuántos acontecimientos han vivido en primera persona, contándolos a sus espectadores y lectores”, dijo el Papa Francisco en su discurso a los dos condecorados.
“Me alegro de recibirles aquí, después de tantas veces que nos hemos encontrado en el pasillo de los aviones, en entrevistas a gran altura, o de paso en las diversas celebraciones y citas de las peregrinaciones apostólicas en el mundo. ¡Somos compañeros de viaje!”
Y a los comunicadores habló de la misión del periodismo en el mundo.
“Al periodismo se llega no tanto eligiendo una profesión como embarcándose en una misión, un poco como el médico, que estudia y trabaja para que el mal se cure en el mundo. Su misión es explicar el mundo, hacerlo menos oscuro, hacer que los que viven en él le tengan menos miedo y miren a los demás con mayor conciencia, y también con más confianza. No es una misión fácil. Es complicado pensar, meditar, profundizar, pararse a recoger ideas y estudiar los contextos y precedentes de una noticia”.
Esta misión, señala el Papa, no está exenta de obstáculos.
“El riesgo, lo saben bien, es dejarse aplastar por la noticia en lugar de ser capaz de darle sentido. Por eso los animo a preservar y cultivar ese sentido de misión que está en el origen de su elección. Lo hago con tres verbos que creo que caracterizan al buen periodismo: escuchar, investigar, contar”.
Hay un verbo que “les concierne a ustedes como periodistas, pero que nos concierne a todos como Iglesia”, es escuchar.
“Escuchar, para un periodista, significa tener la paciencia de encontrarse cara a cara con las personas a las que se va a entrevistar, los protagonistas de las historias que se cuentan, las fuentes de las que se reciben las noticias. Escuchar siempre va de la mano de ver, de estar allí: ciertos matices, sensaciones, descripciones bien hechas sólo pueden transmitirse a los lectores, oyentes y espectadores si el periodista ha escuchado y visto por sí mismo. Esto significa evadirse -¡y sé lo difícil que es esto en su trabajo! – evadir la tiranía de estar siempre en línea, en las redes sociales, en la web. El buen periodismo de escuchar y ver necesita tiempo”.
Además recordó lo importante del encuentro presencial.
“No todo puede contarse a través del correo electrónico, el teléfono o una pantalla. Como recordé en mi Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones de este año, necesitamos periodistas dispuestos a ‘gastar la suela de los zapatos’, a salir de las redacciones, a recorrer las ciudades, a conocer a la gente, a comprobar las situaciones que vivimos en nuestro tiempo”.
El segundo verbo, que caracteriza la profesión del periodista es profundizar, recordó el Papa.
“Cada noticia, cada hecho del que hablamos, cada realidad que describimos necesita una profundización. En una época en la que hay millones de informaciones disponibles en la red y en la que muchas personas se informan y forman sus opiniones en las redes sociales, donde desgraciadamente a veces se impone la lógica de la simplificación y la contraposición, la contribución más importante que puede hacer el buen periodismo es la de la profundización”.
Por ello pide ir más allá de lo obvio, de lo que ya se contó.
“Pueden ofrecer el contexto, los precedentes, las claves de lectura que ayuden a situar el hecho ocurrido. Saben muy bien que, incluso en lo que respecta a la información sobre la Santa Sede, no todo lo que se dice es siempre ‘nuevo’ o ‘revolucionario’. Traté de documentar esto en mi reciente discurso a los movimientos populares, cuando indiqué las referencias a la Doctrina Social de la Iglesia en las que se basaban mis llamamientos. La Tradición y el Magisterio continúan y se desarrollan, afrontando las exigencias siempre nuevas de los tiempos en que vivimos e iluminándolas con el Evangelio”.
El Papa profundizó aún más en la labor de los periodistas y en su actitud hacia el mundo. Con contar, el Santo Padre se refiere a no ponerse en primer plano, “mucho menos erigirse en juez, sino dejarse golpear y a veces herir por las historias que encontramos, para poder contarlas con humildad a nuestros lectores. La realidad es un gran antídoto para muchas “enfermedades”. La realidad, lo que ocurre, la vida y los testimonios de las personas, es lo que merece ser contado”.
“Hoy en día tenemos una gran necesidad de periodistas y comunicadores apasionados por la realidad, que sean capaces de encontrar los tesoros que a menudo se esconden en los pliegues de nuestra sociedad y de contarlos, permitiéndonos impresionarnos, aprender, ampliar nuestras mentes, captar aspectos que antes no conocíamos”.
“Les agradezco su esfuerzo por contar la realidad. La diversidad de enfoques, de estilo, de puntos de vista ligados a diferentes culturas o afiliaciones religiosas es también una riqueza de información. También les agradezco lo que nos dicen sobre lo que está mal en la Iglesia, por ayudarnos a no esconderlo bajo la alfombra y por la voz que han dado a las víctimas de los abusos”.
Con información de Vatican News.
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