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Homilía del Arzobispo Carlos Aguiar en la Vigilia Pascual

11 abril, 2020
Homilía del Arzobispo Carlos Aguiar en la Vigilia Pascual
Cardenal Aguiar en la Vigilia Pascual.

 “Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne” (Ez 36, 26).

Esta noche hemos escuchado diversas lecturas, que relatan el proyecto de Dios para el hombre, y las intervenciones de Dios en la Historia, para ayudar al ser humano, a llevar a cabo su proyecto de amor.

La primera intervención fue crear el Universo, y a su creatura predilecta, el Ser Humano: Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla” (Gen 1 26-28 ).

Sin embargo, hemos constatado en las últimas décadas un creciente deterioro de la vida familiar. Por diversas causas el decrecimiento de los matrimonios estables es constante, y las consecuencias de las separaciones afecta tanto a los separados como a los hijos generados, dejando heridas que muchas veces prevalecen a lo largo de su vida.

Leer: Homilía del Arzobispo Carlos Aguiar en Viernes Santo

¿Cuáles son las causas de este lamentable deterioro al proyecto divino más hermoso y central de la Creación?

  • La generalizada concepción de separar la sexualidad de la intimidad entre dos seres que se aman, y no simplemente de dos seres que se buscan para satisfacer el deseo sexual.
  • También ha afectado la decisión de los matrimonios de separar la sexualidad y la procreación, olvidando la finalidad de establecer una familia fundamentada en el amor de los esposos.
  • Finalmente, una causa de los divorcios es la dificultad de aprender a perdonarse y reconciliarse con la disposición de cambiar la conducta, que ha provocado la intención de la separación.

Estamos llamados a recuperar el proyecto divino del matrimonio y la familia, en toda su riqueza y la finalidad tan hermosa de ser la cuna del amor. De un amor gratuito como el de Dios, de experimentar que la vida me ha sido dada como consecuencia del amor, que mis padres me han amado, sin que yo lo haya pedido, ni merecido; así, siendo amados aprendemos con mayor facilidad a amar a mis hermanos y a mi prójimo, a descubrir que somos amados por Dios Creador, y que, como buen Padre, nos invita a compartir el amor eternamente.

Recordemos para crecer en la esperanza, que Dios interviene en los momentos críticos de la humanidad de diversas formas. Cuando el pueblo elegido cayó en la esclavitud, Dios intervino portentosamente para liberarlo mediante su siervo Moisés. Siglos más tarde intervino mediante la palabra de los profetas Jeremías, Isaías y Ezequiel para lograr el regreso a Jerusalén y reconstruir la Ciudad, el Templo, y el mismo pueblo elegido.

En ese tiempo del retorno a Jerusalén hemos escuchado al Profeta Ezequiel prometer renovar el corazón con el Espíritu Divino, diciendo: Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios (Ez 36, 26-28).

Dios Padre, sin lugar a duda, está en la mejor disposición de intervenir en nuestro tiempo para rescatarnos de cualquier esclavitud. Lo ha manifestado con el envío de Hijo Jesucristo, y lo ha continuado manifestando a lo largo de la Historia, infundiendo el Espíritu Santo, que actúa de manera admirable, en quienes han creído y han depositado su confianza en la promesa de Jesús.

Esta noche hemos cantado solemnemente el Gloria a Dios en los cielos y Paz a los hombres de buena voluntad, hemos escuchado el anuncio gozoso de la Resurrección del Señor Jesús, mostrando que la muerte no tiene la última palabra, y el proyecto de Dios para va más allá del tránsito terrenal, va a la vida eterna.

Dios ha intervenido en la Historia, enviando a su Hijo Jesucristo, a rescatar el proyecto de la Creación, y en concreto el proyecto Redentor para la humanidad. Dios Padre nos ama, nos quiere libres y capacitados para corresponderle en el amor.

Ésta es la noche santa, ésta es la gran noche que nos recuerda la vigencia de la promesa divina de infundir en nosotros el Espíritu Santo para llevar a cabo la Redención de la humanidad.

Por más difícil que parezca cambiar el rumbo de la actual situación mundial, contamos con la ayuda divina, si correspondemos libremente al amor y a la misericordia divina, que se actualiza por el Espíritu Santo, quien transformará nuestro corazón de piedra en un corazón de carne.

Desde sus casas, en familia, respondan las preguntas que haremos para renovar nuestras promesas bautismales y recibir el Espíritu Santo en nuestros corazones. Así pasaremos de las tinieblas a la luz, de caminar en la oscuridad de la noche a caminar de día, sabiendo nuestro destino, y conociendo el camino para llegar a él.

Que así sea.



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