Esta es la recomendación que hace un padre a las parroquias para enfrentar al crimen
El sacerdote Jorge Atilano González propone a las iglesias ocupar el espacio público para contrarrestar el control que tienen los grupos criminales en sus zonas
Cuestionado sobre lo que pueden hacer las parroquias en una zona que está bajo el control de los grupos criminales, el padre Jorge Atilano González Candia señaló de manera puntual y precisa: “Ocupar el espacio público”
“¿Qué se puede hacer con un territorio controlado por el crimen organizado? Ocupar el espacio público. ¿Cómo? Con la religiosidad popular, la Procesión, el Rosario, el Altar, eso ayuda a la gente a bajar el miedo y no los pone en riesgo”, indicó el encargado de las obras sociales de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús en México.
Al participar en el Congreso Internacional de Pastoral Urbana que se lleva a cabo en la Ciudad de México, subrayó que es importante ayudarles a las personas a aprender a resolver problemas, porque el narco, por ejemplo, lo que hace es resolverles los problemas.
“Necesitamos ayudarle a las personas a que resuelvan sus problemas por sí mismos, recuperar esa habilidad para recuperar y solucionar los problemas de su familia, de su calle, para que no cómodamente quieran que se los resuelva el otro”, insistió González Candia.
Aunado a lo anterior, continuó el Presbítero, se necesita entablar y fortalecer la relación con las autoridades. “Necesitamos abrir consejos, espacios de diálogo con las autoridades para que se sientan comprometidas con ciertos liderazgos y vayan regulando su comportamiento”.
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El conflicto social, oportunidad para construir la paz
Al presentar la ponencia “La violencia en la urbe y en la vida de las parroquias. Vulnerabilidad y miedo”, el sacerdote afirmó que el aceleramiento del individualismo ha llevado al deterioro de los sistemas que regulan la conducta y con ello a la multiplicación de los problemas.
A lo anterior, agregó, se une la falta de instancias adecuadas para atender la conflictividad social y todo esto está llevando al uso de la violencia para resolver los problemas.
“Por otro lado, encontramos una desigualdad en el acceso a los recursos, donde muchos adolescentes y jóvenes han encontrado, en el ejercicio de la violencia, una manera de acceder al poder negado por la sociedad, el acceso a una relación o un arma ha sustituido los largos años para terminar una carrera, para acceder a la fuente de empleo o tener poder para poder influir en la relación”, apuntó.
El padre González Candia aseguró que el conflicto social que se vive en el país representa una gran oportunidad para que, desde las parroquias, se impulse la organización comunitaria y llevar a cabo los procesos para terminar con los conflictos y construir la paz.
“La conflictividad social es una oportunidad para animar la organización comunitaria y emprender los procesos de construcción de paz, confiados en que es Dios quien lleva el protagonismo para rehacer la armonía en este planeta. Se trata de sumarnos al dinamismo de cuidado que hace posible la vida y volverse a levantar para continuar en el camino”, indicó.
En este tenor, el presbítero planteó los cuatro retos que tiene México y en los que el mensaje de Jesús y la misión de la Iglesia tienen mucho que aportar.
Los cuatro retos en los que se puede sumar la iglesia
El primer reto, planteó González Candia, es ayudar y ser conscientes de lo que mis palabras y mis acciones provocan a los otros, ya que estamos inmersos en un déficit de conciencia de lo que eso provoca a los otros.
“Se posiciona cada vez más la posición impulsiva y esto hace que con facilidad se dañe al otro. La conciencia surge cuando recupero mi vinculación con Dios, con la Tierra, con mi historia y con la comunidad. Ahí surge la conciencia que regula el comportamiento”, apuntó.
El segundo reto, continuó, es necesario atender la cultura del diálogo para la transformación del conflicto y aprender a resolver los problemas juntos. “Es necesario fomentar la empatía, la escucha, la capacidad de crear consensos, el acuerdo, de tal modo que permita entender los conflictos y transformarlos en nuevos acuerdos de convivencia”.
El tercer reto, añadió, es generar y fortalecer las redes de mediadores que ayuden a regular las conductas familiares, vecinales, escolares, laborales y eclesiales. “Ante el debilitamiento de los sistemas de mediación y el colapso de los sistemas de justicia, es necesario identificar y formar a personas capaces de apoyar en procesos de mediación, los cuales faciliten el diálogo y el acuerdo de las partes”.
Y el cuarto reto, apuntó González Candia, es necesario mejorar el sistema de justicia, y a partir de “la sabiduría” que tiene la Iglesia en la reparación del daño, es fundamental pensar el sistema que necesitamos para reparar los daños y los delitos cometidos.
“Esto implica procesos de la reconstrucción del tejido social, la creación de sistemas de mediadores, el fortalecimiento de las policías municipales, la capacidad de investigación de las fiscalías, atender la corrupción del sistema del Poder Judicial y revisar los procesos de reinserción social en las prisiones”, precisó.
Con infomación de Saray Montiel