El Covid llegó a esta casa de retiro y los jesuitas se unieron para ayudar
Un grupo de novicios y escolares jesuitas atendió el llamado de auxilio de Casa Canisio, la comunidad de ancianos de la Compañía de Jesús en Guadalajara.
El mayor temor de los responsables y cuidadores de las residencias para adultos mayores en tiempos de pandemia es que el Covid-19 logre infiltrarse y contagiar a los residentes.
Esta realidad llegó a Casa Canisio, en Guadalajara, uno de los dos hogares-enfermería que tiene la Compañía de Jesús en la Provincia de México, pero la ayuda de los jesuitas más jóvenes, novicios y estudiantes de filosofía, que acudieron al encuentro de sus hermanos de mayor edad, ha sido fundamental para detener la ola de contagios y poner a salvo a buena parte de los hermanos.
En Casa Canisio viven 21 sacerdotes mayores, seis de ellos han enfermado de Covid-19 y cuatro fallecieron.
“Si no hubiera sido por ellos, yo creo que ahorita ya todos estaríamos contagiados”, reconoce el padre Pepe Martín del Campo, responsable de la Casa.
El primer contagio en Casa Canisio
El 23 de enero se confirmó el primer contagio en Casa Canisio, fue el del padre Aurelio Estrada, quien a sus 96 años era el jesuita de mayor edad en el país.
El novicio Diego Rebollar, quien antes de ingresar a la Compañía estudió enfermería, fue destinado a Guadalajara para apoyar a los enfermeros de la casa. Él se ofreció particularmente para atender al padre Aurelio.
“Una tía murió sola en diciembre por Covid, y no quería que a mi hermano jesuita le ocurriera lo mismo”.
En pocos días el sacerdote falleció, Diego estuvo a su lado. “Murió de una forma muy tranquila y a mí me llenó mucho, me sentí muy agradecido de poder acompañarlo en estos momentos”.
Mientras tanto, el padre Pepe Martín del Campo, responsable de la Casa, buscaba la forma de aislar y atender otros casos que se presentaran.
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La Biblioteca fue el lugar elegido para hacer un área Covid, por su tamaño y porque reunía las condiciones necesarias para poder aislar a los enfermos y a sus cuidadores.
Dos días después de la muerte del padre Aurelio, el novicio Diego Rebollar y un sacerdote mayor de 86 años, fueron aislados tras resultar contagiados.
Nuevamente, el novicio se ofreció para cuidar al hermano mayor, y así evitar el riesgo de infección de alguien más. “Viví la misma situación, ver el dolor de mi hermano que estaba sufriendo no sólo por el Covid-19, sino por sus patologías anteriores”.
Pero los contagios continuaron y la necesidad de ayuda se hizo apremiante.
Entonces, llegaron los refuerzos.
De las aulas a la enfermería
El padre Pepe Martín del Campo llamó al padre Hernán Quezada, médico de formación, delegado de la Formación de los jesuitas en México y superior de las dos enfermerías, a quien le expuso el problema y la necesidad de ayuda para la atención de los enfermos, pues la mitad de los enfermeros que atendían a los sacerdotes retirados también se contagiaron.
Junto con él llegó un grupo de jóvenes jesuitas, estudiantes de filosofía en Guadalajara, uno de ellos también doctor.
Algunos de ellos se enfocaron en atender a los no contagiados. Tres se ofrecieron como voluntarios para asistir en el área Covid.
Con turnos de hasta 12 horas, su labor en el área consiste en ayudar al enfermero en turno en el cuidado básico de los pacientes: comida, baño, medicinas, limpieza del área, etcétera.
Uno de ellos es Sebastián Salamanca, quien asegura que poder ayudar a sus hermanos mayores es una experiencia que lo ha marcado profundamente.
“Mi primer guardia nocturna fue muy fuerte, porque a mí me tocó ver partir a uno de nuestros hermanos, al hermano Aarón, su cuerpo ya no dio más. A mí me tocó que falleciera en mi turno, a las 05:20 de la mañana, y salí de ahí un poco en shock, primero, porque yo no había visto morir a nadie. Pero, además, ver morir a un hermano es algo muy fuerte. Yo no lo conocía, pero se siente ese cariño por ser jesuitas”.
“Al final del día me sentí muy agradecido por su vida. Vivió 86 años y casi todos ellos dentro de la Compañía, eso me tocó el corazón”.
Un ejemplo para la Provincia
La buena noticia es que el esfuerzo de toda la comunidad rindió frutos y, gracias al apoyo de los jóvenes escolares que aceptaron aislarse por completo para cuidar a los enfermos, los contagios se detuvieron.
“Ellos no sólo atendieron al llamado –agrega el padre Pepe, responsable de la Casa-, sino que se ofrecieron, ellos querían venir a ayudar a sus hermanos mayores. Para nosotros es una ayuda increíblemente maravillosa y para ellos ha sido una prueba de entrega, de trabajo y de fidelidad muy grande”.
“Pero también es un gran testimonio a la Provincia de México. Muchas veces criticamos a los jóvenes, decimos que no tienen la formación que tuvimos o que las cosas no son como antes, pero ellos tienen una entrega muy grande. Realmente hemos descubierto en la práctica y en las crisis la enorme capacidad de estos jóvenes, que van a ser los futuros jesuitas de la Provincia”.
El padre Hernán, quien confirmó a Desde la fe que este lunes 15 de febrero se cumplieron 11 días sin nuevas infecciones, agradeció especialmente la labor del personal sanitario que atiende regularmente la enfermería, con quienes los jóvenes y los sacerdotes han trabajado hombro con hombro.
“Las enfermeras y enfermeros han sido nuestros compañeros, han sido familia que sin descanso se mantienen fieles en la crisis“.
Los dos sacerdotes enfermos continúan aislados y ahora la recuperación post Covid, mientras que los escolares han vuelto a sus actividades regulares, aunque continúan acudiendo por turnos a ayudar a sus hermanos de Casa Canisio.
Finalmente, el padre Pepe aseguró que esta experiencia le ha permitido confirmar una vez más un pensamiento que ha marcado su vida durante muchos años: “Cuando a los jesuitas nos dan una misión, siempre la sacamos adelante juntos”.
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