Cómo acercar a los jóvenes a la parroquia: experiencias de grupos juveniles católicos
Muchas parroquias carecen de jóvenes, pero ellos sí buscan a Dios. Conoce cómo los grupos juveniles los acompañan, atraen y forman líderes comprometidos.
¿Tu parroquia tiene pocos jóvenes? La falta de adolescentes y jóvenes no significa que no quieran acercarse a Dios. Muchas veces, solo hace falta abrirles espacios seguros donde puedan sentirse parte viva de la Iglesia. Grupos juveniles como Betania, de la Parroquia San Felipe Protomartir Mexicano; Shemá, grupo juvenil de la Parroquia de San Simón Apóstol y el Oratorio Juvenil de San Felipe Neri muestran cómo acercar a los jóvenes con acompañamiento, formación y actividades atractivas que pueden transformar su vida y fortalecer la comunidad parroquial.
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Los jóvenes sí buscan a Dios
Tanto las comunidades parroquiales como los propios jóvenes arrastran ciertos prejuicios: algunos sacerdotes consideran que los jóvenes son “difíciles” o “de cristal”, mientras que muchos adolescentes perciben a la Iglesia como estricta o distante. Sin embargo, “la sed de Dios está en ellos”; solo hace falta abrirles espacios donde puedan sentirse parte activa de la Iglesia.
Los entrevistados coinciden en que, aunque existan prejuicios, los jóvenes están abiertos a la fe. Fátima Elizondo Hernández, coordinadora de Shemá, señaló: “Los adolescentes y jóvenes siempre están en búsqueda; muchas veces lo que falta es que la Iglesia les presente a Jesús de una manera cercana”.
Ernesto Antonio Aguilar Hernández, coordinador adjunto de Betania, añadió que muchos jóvenes llegan buscando acompañamiento, pero terminan encontrando algo más profundo: “Algo que ha marcado al grupo es el amor a la adoración eucarística. Definitivamente ahí es donde más respondemos, en el encuentro con Dios”.
María Fernanda Moreno García, del Oratorio Juvenil de San Felipe Neri, coincide: “Sí buscan a Dios, solo hace falta abrirles espacios donde puedan sentirse parte viva de la Iglesia”.
La misión de los jóvenes
Los grupos juveniles no solo son espacios de convivencia, sino que continúan la formación, apoyan en celebraciones litúrgicas, asambleas parroquiales y actividades comunitarias. También organizan Horas Santas, misiones, dinámicas de formación y momentos de fraternidad.
Ernesto afirma: “Los grupos juveniles no resuelven la vida de nadie, pero ayudan a crecer en la fe y crear comunidad. La Iglesia es familia, y estos espacios son esenciales para que los jóvenes lo experimenten”.
Estos grupos son semilleros de líderes católicos comprometidos, capaces de servir en la parroquia y llevar su fe a otros ámbitos de la sociedad.
¿Por qué no hay más grupos juveniles?
Muchas parroquias no cuentan con pastoral juvenil activa por diversos motivos. María Fernanda explica que “Vivimos en una cultura acelerada: los jóvenes pasan horas en transporte, tienen muchas actividades y poco tiempo para comprometerse. La pandemia afectó a muchas comunidades y las pastorales juveniles se desintegraron. Además, hay sacerdotes que sienten que es difícil acompañar a los jóvenes o que no saben cómo hablar su lenguaje”.
Fátima añade que “A veces se subestima a los adolescentes; después de la catequesis se les deja ‘a la deriva’. Cuando más necesitan acompañamiento, no se les ofrecen espacios, y eso genera que se alejen de la Iglesia”.
Ernesto completa con que “Existen prejuicios: algunos consideran que los jóvenes son ‘difíciles’ o ‘de cristal’. Esto hace que muchas comunidades no se animen a crear grupos. La realidad es que los jóvenes quieren acercarse a Dios y buscan acompañamiento y comunidad”.
¿Cómo los jóvenes atraen a los jóvenes?
Más allá de las redes sociales, lo que realmente acerca a los adolescentes y jóvenes es la invitación personal y cercana. Ernesto comenta cómo acercar a los jóvenes: “Lo que más nos ha funcionado es el contacto directo: ir, hablarles, invitarlos. Así es como se sienten parte del grupo y de la Iglesia”.
María Fernanda añade que “Los jóvenes se sienten atraídos por actividades que les permitan experimentar la fe de manera concreta: convivencias, dinámicas, misiones, Horas Santas y momentos de fraternidad. Los testimonios son fundamentales. Como decía San Francisco de Asís: ‘La palabra convence, pero el testimonio arrastra’”.
Fátima subraya la cercanía y el acompañamiento, “Muchos jóvenes llegan con heridas o dudas. Lo importante es escucharlos y acompañarlos sin imponer nada, mostrando que en la Iglesia pueden sentirse acogidos y comprendidos”.
Cómo acercar a los jóvenes: acompañar con amor y escucha
El mayor desafío es aprender a acompañar a los jóvenes desde sus propias realidades, según Ernesto, dice “No es sencillo, pero es lo más valioso, porque también aprendemos de ellos”.
María Fernanda enfatiza la constancia, “El reto es lograr que los jóvenes se sientan parte de algo y quieran permanecer; que no solo se acerquen por curiosidad, sino que encuentren un lugar donde crecer y vivir su fe de manera auténtica”.
Fátima añade que mantener el interés y la motivación implica ofrecer espacios significativos que combinen formación, convivencia, oración y servicio. Los tres coinciden en que acompañar a los jóvenes requiere tiempo, dedicación y coherencia, pero los frutos, como los jóvenes comprometidos y en búsqueda de Dios, hacen que el esfuerzo valga la pena.
Un llamado a no tener miedo
Los líderes juveniles invitan a parroquias y comunidades a dar el primer paso en la formación de grupos:
- Ernesto: “No tengan miedo de seguir a Cristo. Los prejuicios se disipan cuando experimentas su amor. Los jóvenes responden al testimonio y a la cercanía; solo hace falta abrirles un espacio donde puedan sentirse parte viva de la Iglesia”.
- María Fernanda: “A veces los sacerdotes tienen entusiasmo, pero falta apoyo de la comunidad. Crear un grupo juvenil no es tarea de uno solo; requiere colaboración entre sacerdotes, laicos y familias para acompañar a los jóvenes de manera integral”.
- Fátima: “Si quieres acercar a los jóvenes, empieza con uno, escucha su historia y camina con él. Eso puede cambiar todo. Con paciencia, acompañamiento y oración, se puede formar un espacio seguro, cercano y lleno de vida para los adolescentes y jóvenes”.
Coinciden en que los jóvenes tienen sed de Dios y la Iglesia tiene el deber de ofrecerles un lugar donde puedan crecer en la fe, descubrir su vocación y vivir en comunidad.
Estos testimos demuestran que lo fundamental es escucharlos y brindarles un espacio para crecer en la fe. Como recordó Ernesto citando al Papa Francisco y que nos puede ayudar en cómo acercar a los jóvenes: “Dios nos ha quitado un corazón de piedra y nos ha dado un corazón de carne”, frase que resume la enseñanza del Santo Padre sobre la transformación espiritual, invitando a los fieles a reemplazar corazones endurecidos por corazones llenos de vida, compasión y misericordia.