Así arrancó el Mes de la Familia 2020 en la Arquidiócesis de México
El Arzobispo hizo un llamado a hacer de las familias lugares donde los hijos se sepan amados.
Con cantos y bailes al ritmo de Somos la familia de Jesús, cientos de personas se dieron cita este 1 de marzo en la Plaza Mariana de la Basílica de Guadalupe para el inicio del Mes de la Familia en la Arquidiócesis Primada de México.
Maribel Ordóñez, responsable de Pastoral Familiar de la Arquidiócesis, dio la bienvenida a los asistentes y les recordó que además de las conferencias de este domingo, todo marzo estará lleno de actividades, por lo que les recomendó acercarse a sus parroquias para conocer los programas de cada una.
El primer evento del día fue la conferencia del padre Eduardo Chávez, postulador de la Causa de Canonización de San Juan Diego, que llevó por título La Virgen de Guadalupe, protectora y promotora de la familia.
En su charla, el padre Chávez recordó a los asistentes que la Virgen María es Madre de Dios, pero también tiene el honor y la dicha de ser Nuestra Madre, pues Jesús nos la entregó en la cruz, cuando dijo “Mujer, ahí está tu hijo”.
Aseguró que María expresó la enorme dicha que significa ser nuestra Madre en su encuentro con Juan Diego, pues le dijo “no tengas miedo. ¿Acaso no estoy aquí que soy tu Madre?”.
Puedes ver aquí la conferencia completa:
En la familia se aprende el amor
Al mediodía se llevó a cabo la tradicional Misa dominical, donde el Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de México, aseguró que la familia tiene un papel muy importante en nuestra sociedad: pues es donde las personas se saben amadas y aprenden a amar.
“La familia es el ambiente interno para que el ser que nace experimente ser amado. Si hay odio, violencia y agresión al interior de la familia estamos fallándole a nuestra vocación, porque estamos haciendo que estos nuevos seres con las heridas que van desarrollando en la niñez, en la adolescencia y en la juventud se hagan agresivos, violentos, sin respeto a la dignidad humana”, aseguró.
El Arzobispo de México agregó que esta reflexión es muy importante en el contexto actual, que ha sido manchado por el odio y la violencia, en concreto en los feminicidios que han captado la opinión pública los últimos meses.
“Somos distintos el varón y la mujer, pero somos complementarios, de tal manera necesarios para generar la vida y para superar las tentaciones de la vida, esa es la misión del Matrimonio y de la familia”, dijo.
Al término de la Misa, el Arzobispo invitó a los presentes a unirse a los programas que se han preparado este Mes de la Familia en sus diferentes parroquias; “para que de esta manera contribuyamos a fortalecer las familias, y también ayudar a aquellas que encuentran algún deterioro interno en su vida diaria”.
Las actividades continuaron por la tarde con la conferencia del padre Ángel Espinosa de los Monteros, El Derecho y el deber de ser feliz en familia la cual estuvo enfocada en la vocación de ser esposos y cabezas de familia.
En este sentido, dijo que el ser humano debe dejar de pensar que tiene el derecho a ser feliz, porque más que el derecho tiene la obligación de serlo. Sin embargo, la mayoría de las personas suelen confundir la felicidad con alegrías pasajeras, como el papá que piensa que su hijo es feliz porque le compró una motocicleta, cuando él lleva 40 años con una y no es feliz.
“Más felices son los monjes de clausura que no tienen nada, y que viven en el silencio casi todo el tiempo; sólo hablan dos horas el domingo después de la comida, y al toque de campana vuelven a callarse otros siete días”, señaló el padre Ángel, para ejemplificar que la felicidad no está en lo que uno pueda tener.
Aseguró que la felicidad solo puede encontrarse en la vocación, y así como para él está en el sacerdocio y en el bien que pueda hacer a la gente, de la misma forma los casados deben basar su felicidad en su vocación al Matrimonio y en las cosas buenas que puedan proporcionar a la esposa, al esposo, y a los hijos.
Sin embargo, la verdadera felicidad no está aquí; “Cristo dijo: ‘Mi reino no es de este mundo’. Y no dejó nada escrito acerca de la felicidad, pero tenemos el evangelio, y si uno estaba soñando en la felicidad de aquí, piense en la cantidad de enfermos que hay en el mundo, piense en la felicidad de la vida eterna. Para mí, la felicidad de aquí está en la esperanza enorme de ir allá arriba”.