Tras más de un siglo de obras, la Sagrada Familia será la iglesia más alta de Europa

La silueta de Barcelona está a punto de cambiar para siempre. Tras más de un siglo de obras, la Basílica de la Sagrada Familia se prepara para culminar su torre central: la Torre de Jesucristo, que con 172 metros de altura convertirá al templo ideado por Antoni Gaudí en la iglesia más alta de Europa.

Xavier Martínez, director general del proyecto, anunció que la torre estará terminada a finales de este año o a inicios de 2026. Su culminación superará a la catedral alemana de Ulm, que ostenta el récord desde el siglo XIX con 162 metros. En lo alto se colocará una cruz luminosa, rodeada por otras cinco torres: una dedicada a la Virgen María y cuatro más pequeñas en honor a los Evangelistas.

“Estamos acostumbrados a que los rascacielos definan el horizonte moderno, pero es notable que en pleno siglo XXI una catedral sea la que marque el cielo de una ciudad”, declaró Martínez a la agencia Associated Press.

El legado vivo de Gaudí

La historia de la Sagrada Familia es inseparable de su creador. Antoni Gaudí, profundamente creyente, entendía la arquitectura como una oración de piedra. Falleció en 1926, atropellado por un tranvía cuando se dirigía a rezar, dejando solo una torre terminada. Cien años después, su visión continúa tomando forma, inspirada en la naturaleza y arraigada en la fe católica.

En junio de 2026, con motivo del centenario de la muerte de Gaudí, la basílica rendirá homenaje a su legado. Entre las celebraciones destaca una Misa solemne, a la que ha sido invitado el Papa León XIV.

Aunque la Torre de Jesucristo pronto alcanzará el cielo barcelonés, los trabajos de fachadas e interiores continuarán al menos hasta 2036. “La obra aún requiere paciencia y constancia”, dijo a AP Esteve Camps, director de construcción.

La Sagrada Familia ha sido desde su inicio un proyecto comunitario: primero sostenido por donaciones, y hoy financiado principalmente por la venta de entradas. Solo en 2024 recibió 4,9 millones de visitantes. Es, al mismo tiempo, lugar de peregrinación, patrimonio arquitectónico y símbolo cultural.

El Papa Benedicto XVI consagró la basílica en 2010, elevándola a basílica menor. Ahora, su torre central se alza como una proclamación visible de fe. En una época en la que las ciudades están dominadas por torres de cristal y logotipos corporativos, Barcelona se prepara para coronar su horizonte con una cruz.