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San Dositeo, el santo que la Iglesia celebra cada año bisiesto

De los miles de santos reconocidos por la Iglesia, sólo uno se festeja cada año bisiesto, el 29 de febrero. Aquí te decimos de quién se trata.

POR  Jorge Reyes
31 enero, 2024
San Dositeo, el santo que la Iglesia celebra cada año bisiesto
San Dositeo es el santo que la Iglesia Católica festeja cada año bisiesto, el 29 de febrero. Foto Desde la fe.

¿Sabías que entre los miles de santos católicos que existen en el mundo reconocidos por la Santa Sede, solo hay uno, san Dositeo, al que se le celebra cada año bisiesto?

Pues así es, cada año bisiesto, esto es, cuando febrero tiene 29 días, se celebra a san Dositeo, un monje palestino a quien se le considera Santo Patrono de Gaza, y es venerado por las iglesias Católica, Ortodoxa y Copta. Pero, ¿quién fue san Dositeo? Sigue leyendo para conocer más sobre él.

Para entender por qué a san Dositeo se le celebra cada año bisiesto, es importante recordar que el tiempo real de un año sideral; esto es, el tiempo que la Tierra tarda en girar alrededor del Sol, es en realidad de 365.2425 días; por esta razón, cada cuatro años se presenta “año bisiesto” de 366 días, con el objetivo de ajustar el tiempo excedente en los tres años normales previos.

San Dositeo, el soldado interesado por los Lugares Santos

De acuerdo con la información que se tiene, san Dositeo vivió en el Siglo VI, sin que se tenga certeza del día ni del lugar en que nació. De lo que sí hay certeza, es que fue educado en la casa de uno de los principales oficiales del Ejército Imperial, quien lo amó como si fuera su propio hijo.

En su juventud, san Dositeo, a quien se festeja cada año bisiesto, formó parte del Ejército Imperial, en el que peleó con determinación, y de manera entusiasta celebraba las victorias que alcanzaban.

De formación cristiana básica, el soldado aprovechó las guerras para conocer los Lugares Santos, en donde recordaba los acontecimientos de la Salvación que en ellos habían ocurrido, lo que incrementó su amor por Jesucristo.

En una ocasión, al estar en Getsemaní quedó impresionado al ver un cuadro que representaba los tormentos y las penas que sufrían los pecadores en el Infierno.

Una mujer le indicó a Dositeo el camino de la fe

De acuerdo con la tradición, mientras san Dositeo contemplaba la imagen, se le acercó “una señora de una gran majestad y de una belleza extraordinarias”, que le explicó todo lo que significaba aquel cuadro, y le expuso de manera detallada el sufrimiento de los condenados a las penas eternas. Esa fue la primera vez que escuchó sobre el juicio y el infierno.

La explicación le impresionó de tal manera que, ante el temor de caer un día en la desgracia que se mostraba en el cuadro, le preguntó a la mujer qué es lo que debía hacer para evitarlo.

Ella -cuentan los relatos- le indicó con la mayor claridad a san Dositeo, que él estaba destinado a la vida monástica:

“‘Es preciso que ayunes, que te abstengas de comer carne y que te apliques a una oración continua.’ La que así hablaba no era una criatura mortal, pues habiéndole dado esta lección, desapareció”.

La conversión de Dositeo

Lo ocurrido en Getsemaní hizo que la vida de san Dositeo, a quien celebraremos esta año bisiesto, diera un vuelco total y decidiera poner en práctica todo lo que aquella mujer le había indicado, ante la sorpresa de quienes le conocían.

Ante la recomendación de sus cercanos decidió entrar al Convento de Gaza, para desde ahí imitar al Señor en su desprendimiento, para llenarse de su Amor, pues es lo único que realmente importa para alcanzar la Salvación.

Al llegar al monasterio de Gaza, San Dositeo fue asignado al cuidado de San Doroteo, quien le impuso una abstinencia gradual de alimentos, hasta que se le redujo a alimentarse de seis onzas de pan, así como de algunos restos de peces y otros alimentos reservados para los enfermos.

Del mismo modo, se le encomendó apoyar en el cargo de la enfermería, labor a la que se consagró con tal celo y caridad, que consolaba a los enfermos e infundía sentimientos de piedad y virtud en los que se le acercaban.

Principales virtudes de san Dositeo

Las principales virtudes a las que se encaminó Dositeo fueron las de la obediencia y el desprendimiento. De este modo, con el tiempo se le redujo a la más perfecta obediencia, al desprendimiento más absoluto de todas las cosas y a darse cuenta exacta de todos sus pensamientos y de todo lo que pasaba en el fondo de su alma.

Dositeo siguió estas disposiciones no solamente con fidelidad, sino con gran gozo y sin oponerse a ellas. Gracias a la abnegación perfecta que alcanzó, llenó la medida de la santidad, y al cabo de cinco años, había tenido una conversión radical.

Con el tiempo, san Dositeo, a quien se celebra cada año bisiesto, se sumergió en el espíritu de oración y llevó una vida de fe en la contemplación. De este modo, vivió entregado y en el más absoluto silencio para encontrar la unión perfecta con Dios, punto fundamental de la vida ascética y de todo monje que alaba a Dios día y noche.

Señala la tradición:

“Dios le llamó a Sí para recompensar su fidelidad. La enfermedad que le llevó a este venturoso término fue una afección de pecho, acompañada de continua hemorragia y aún y cuando eran agudísimos los dolores que le producía, los soportó con la paciencia de un hombre consumado en la virtud y hasta el último instante de su vida se ejercitó en la renuncia de su propia voluntad”.


Autor

Lic. en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM, con una trayectoria de casi 30 años como periodista, en Reforma, El Centro y Notimex, y funcionario de comunicación social en dependencias de gobierno y legislativas. Actualmente trabaja como periodista especializado en temas de religión.