Historia del aborto: de Margaret Sanger al feminismo contemporáneo
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al tiempo se convirtió en un lucrativo negocio a nivel mundial: el aborto.
La historia visible del aborto en occidente se remonta a los años 20 del siglo pasado, con una mujer de nombre Margaret Sanger, nacida en 1879 en el condado de Steuben, Nueva York. Marcada las burlas escolares hacia su persona a causa de la pobreza, Margaret tuvo oportunidad de estudiar Enfermería, carrera de la que se graduó a la edad de 22 años, y posteriormente entró en contacto con el Movimiento por el Control de la Natalidad.
Entrevistada sobre el tema, Diana Gamboa Aguirre, escritora y Maestra en Derecho Constitucional, refiere que si bien la actividad proaborto de Margaret Sanger partió de una causa, no era una causa con buena intención: el suyo, era un activismo “en favor de la mujer” que partía de la premisa de que la maternidad es esclavitud. “Y movida por esa idea, Margaret Sanger creó la Liga Americana para el Control de la Natalidad”.
Lo que la enfermera neoyorquina proponía era que en Estados se otorgaran permisos de procreación sólo a ciertas personas, con el fin de eliminar la pobreza, la delincuencia, el fenómeno de la ilegalidad, las enfermedades hereditarias y los problemas de salud mental, así como llevar a cabo una limpieza racial. “E incluso en la revista Control de la Natalidad, llegó a afirmar que se tenían que dar más permisos de nacimiento a personas ‘aptas’ que a personas ‘no aptas’”.
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Para tener una idea de la calidad moral de Margaret Sanger -agrega Diana Gamboa-, ésta llegó a afirmar que el acto más piadoso que podía hacer una familia numerosa por uno de sus hijos más pequeños era matarlo.
De la Liga para el Control de la Natalidad a la IPPF
En 1922, Margaret Sanger fundó la Liga Americana para el Control de la Natalidad, organización que en sólo una década se transformó en Planned Parenthood Federaticon of América. “Ya en 1952 -explica la Maestra en Derecho Constitucional-, junto con otras asociaciones del mismo perfil, conformó lo que actualmente se conoce como Planned Parenthood Federación Internacional (IPPF), organización que ha tenido que reconocer que su fundadora daba pláticas sobre limpieza racial a grupos como el Ku Klux Klan”.
Diana Gamboa señala que de las organizaciones que defienden la práctica del aborto, IPPF fue la que más se enfocó en una estrategia de comunicación, misma que hoy satura el diálogo público de eufemismos y eslóganes que distorsionan la realidad sobre el aborto. “Hasta el punto en que ha logrado colocar en el debate público la afirmación, casi universalmente aceptada, de que terminar con la vida de un ser humano en gestación es un derecho”.
“Legado perverso con disfraz de bondad”
Margaret Sanger falleció en septiembre de 1966, a los 86 de edad, dejando a las siguientes generaciones un legado ideológico que plantea una presunta necesidad de reducir la población mundial, y entre cuyas medidas figura, desde luego, la práctica del aborto.
Para la década de los años 70 del siglo pasado, por ejemplo, en México el Consejo Nacional de Población comenzó a difundir una serie de campañas de planificación familiar enfocadas en la reducción de nacimientos, a partir de eslóganes como los siguientes: “Vámonos haciendo menos… para vivir mejor todos” o “La familia pequeña vive mejor” o “Pocos hijos para darles mucho”.
“Todo, a final de cuentas -señala Diana Gamboa-, viene de una misma estrategia mundial, en la que se considera que para una mejor distribución de los recursos lo ideal es que haya menores índices de procreación, para lo cual, desde luego, se ha logrado posicionar el aborto como una opción exigible.
Asesinato de bebés, un lucrativo negocio
Para dar con el origen de dichas campañas de planificación familiar -explica Diana Gamboa-, sólo hay que seguir la ruta del dinero. “El aborto es un negocio sumamente lucrativo. Tan sólo para 2016, IPPF ya tenía 46 mil clínicas para realizar dicha práctica”.
Señala que en estados Unidos, un aborto en el primer trimestre puede llegar a costar mil 500 dólares, “y si consideramos que el aborto tristemente es el pan de cada día en ese país, podemos inferir la razón por la que IPPF desea penetrar en todos los países”.
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Asegura que el negocio del aborto se vuelve más lucrativo en la medida que una nación lo habilita, como ocurrió en Estados Unidos con el caso Roe vs. Wade -mismo que ya fue revocado-, donde la práctica se disparó.
Diana Gamboa señala que la razón por la que IPPF impulsa la legalización de dicha práctica en diversas naciones, es que los sistemas sanitarios de los Estados no soportan el aumento tan drástico de las solicitudes de aborto, de manera que tienen que autorizar que se practique en clínicas privadas, y ahí es donde la transnacional del aborto encuentra enormes ganancias. “Especialmente cuando el Estado, que es el mejor cliente, se ve obligado a cubrir los gastos generados por dicha práctica por ser considerada un derecho”.
Es por este motivo -afirma-, que IPPF ha invertido en Latinoamérica sumas millonarias con distintos nombres y diversas organizaciones, pero con un lineamiento financiero claro, cuyo fin es promover la visión del aborto como un derecho y trasladar el costo de los servicios al sector salud.
De la planificación familiar al empoderamiento femenino
En la medida en que las campañas de planificación familiar fueron disminuyendo, fue cobrando fuerza un discurso proaborto distinto, desarraigado ya del supuesto “bienestar de las familias” que se pretendía lograr.
“Ahora, la principal narrativa -señala Diana Gamboa-, es de corte feminista, e impulsa una supuesta libertad, autonomía y empoderamiento de la mujer, la cual se basa, entre otras cosas, en la posibilidad que les ofrece un marco legal de terminar con la vida del más vulnerable: el bebé en gestación.
Por esta razón, desde hace varios años, las organizaciones proaborto, y particularmente IPPF, comenzaron a hacer inversiones millonarias, mediante las academias, universidades, comisiones de derechos humanos y otras vías de ideologización, para efectos de hacer pasar el aborto por un presunto derecho, y en consecuencia hacerlo exigible mediante la ley. “Y esto es lo que hoy se vende a las jovencitas como un acto de libertad, de autonomía, de empoderamiento, etcétera”.
De acuerdo con Diana Gamboa, de 2008 a 2016, IPPF inyectó aproximadamente 18.8 millones de dólares en distintas organizaciones promotoras del aborto en México, como la Fundación la Fundación Mexicana para la Planificación Familiar (Mexfam); las llamadas Católicas por el Derecho a Decidir, o Grupo de Información y Reproducción Elegida (GIRE), que es el brazo “académico” de la transnacional.