Ellos ayudan a los migrantes a llegar seguros a Europa
Los corredores humanitarios en que participa Sant’Egidio han fomentado la migración legal.
Maritreo perdió la vista al pisar una mina en Eritrea, África; poco tiempo después sus padres fueron asesinados. El niño, ciego, huyó a Sudán del Sur para vivir en un campo de refugiados.
En 2016, Maritreo tuvo otra oportunidad al ser uno de los primeros migrantes en recibir asilo en Italia, gracias al programa de los corredores humanitarios.
“Los corredores son rutas seguras para quienes migran de sus países por cuestiones de guerra o violencia. A través de estas rutas, ellos tienen la posibilidad de llegar seguros a Europa, y no morir en el trayecto o ser víctimas de la trata de personas”, asegura Ugo Cianetti, representante de la Comunidad Sant’Egidio.
“El detonante de estos corredores fue la muerte de 213 migrantes en el Mar Mediterráneo, pues huían de sus países debido a la guerra; eran transportados por ‘polleros’ en una embarcación endeble”, detalla el representante de Sant’Egidio.
Este programa se consolidó gracias a un acuerdo entre esta comunidad, la Federación de Iglesias Evangélicas, la Mesa Valdese y el gobierno italiano.
¿Cómo funcionan los corredores humanitarios?
“Los voluntarios de los corredores humanitarios se instalan en campos de refugiados en Asia o África, y hacen una selección de quienes piden asilo. Los vulnerables son los que tienen más posibilidades: perseguidos y torturados, familias con niños, ancianos, enfermos, viudas y personas discapacitadas”, explica Cianetti.
La lista de seleccionados se lleva a las autoridades italianas, analizan los perfiles y aprueban la migración legal a Italia. Sin embargo, el cupo es limitado, pues anualmente sólo se reciben de Asia a 1,000 personas, y de África a 500 refugiados.
A los seleccionados se les paga el pasaje y se les enseña el idioma. “A los niños los enviamos a la escuela y a los adultos les ayudamos a conseguir trabajo”, explica.
Asegura que este programa se puede adoptar en México, siempre y cuando las autoridades de Estados Unidos tengan voluntad de resolver el problema.