El valiente discurso de la madre Teresa de Calcuta: “El mayor destructor de la paz es el aborto”
Recordamos los fragmentos más destacados del impactante discurso de la madre Teresa de Calcuta al recibir el Premio Nobel de la Paz.
Su discurso sacudió a muchos y sus palabras aún resuenan en medio de tantos conflictos bélicos y atentados contra la vida, como el aborto, el homicidio, el suicidio y la eutanasia. Cargadas de amor y más vigentes que nunca, recordamos algunas palabras pronunciadas por la madre Teresa de Calcuta al recibir en 1979 el Premio Nobel de la Paz.
“…Creo que el mayor destructor de la paz hoy es el aborto, porque es una guerra directa, un asesinato directo por la madre misma. Y leemos en las Escrituras, porque Dios lo dice claramente: Incluso si una madre puede olvidar a su hijo, Yo no te olvidaré, te llevo grabado en la palma de mi mano”, sostuvo ese día ante un escenario muy atento.
La conocida religiosa abundó: “Estamos grabados en la palma de Su mano, tan cerca de Él que el niño todavía no nacido ha sido tallado en la palma de la mano de Dios. Y esto es lo que me impacta más, el comienzo de esa oración, que incluso si una madre pudiera olvidar algo imposible- pero incluso si pudiera olvidarlo- Yo no te olvidaré. Y hoy el más importante, el más grande destructor de la paz es el aborto”.
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La negligencia del amor en los hogares
Segundos antes se referiría con angustia y ternura a quienes están heridos “víctimas del olvido”, tras advertir con claridad que es ahí donde se debe mostrar el amor: “Esa pobreza es la que se vive en nuestros propios hogares, es ahí donde se da la negligencia del amor. Quizá en nuestra familia tenemos a alguien que se siente solo, enfermo o preocupado… ¿Estamos ahí para acogerlos, está la madre está ahí para acoger a su hijo?”.
Posteriormente, se refiere a otras formas de desconexión y abandono: “Me sorprendió mucho ver en occidente a tantos chicos y chicas jóvenes ceder ante las drogas, e intenté descubrir el por qué- ¿por qué es así? y la respuesta fue: porque no hay nadie en la familia que les reciba. El padre y la madre están tan ocupados que no tienen tiempo. Los padres jóvenes tienen tantas ocupaciones que el hijo vuelve a la calle y se involucra en otras cosas”.
La advertencia de la fundadora de la congregación de las Misioneras de la Caridad sobre el aborto y el abandono (físico y emocional) es directa: “No estaríamos aquí si nuestros padres nos hubieran hecho eso a nosotros. A nuestros hijos, los queremos, los amamos, pero ¡ay de millones de niños!”.
La santa conocía de cerca la muerte de niños por hambre física, pero le angustiaba también el asesinato de aquellos cuyas vidas eran y son arrancadas por su propias madres: “Muchas personas están muy, muy preocupadas por los niños en India, por los niños en África, donde muchos mueren, tal vez de desnutrición, de hambre u otras cosas; pero, ¡millones están muriendo de forma deliberada por la voluntad de la madre!”.
“Y ese es el mayor destructor de la paz hoy. Porque si una madre puede matar a su propio hijo- ¿qué falta para que yo te mate a ti y tú me mates a mí?”, reiteraba.
Madre Teresa: “Por favor, ¡no destruyan al niño!…”
La misionera también llama a emprender acciones concretas: “Hagamos que cada niño nacido y no nacido sea querido”, al tiempo que sugiere una reflexión: “¿Hemos hecho realmente que los niños sean queridos?”
“Les mostraré algo aterrador. Estamos combatiendo el aborto con la adopción, hemos salvado miles de vidas, hemos mandado mensajes a todas las clínicas, a todos los hospitales, a todas las oficinas de la policía –¡por favor, no destruyan al niño, nosotros recogeremos el niño! Y como en cada hora del día y de la noche hay siempre alguien, tenemos un gran número de madres no casadas- díganles que vengan, nosotros nos encargaremos de vosotras, nos haremos cargo de vuestros hijos, y les conseguiremos un hogar”.
Por otro lado, en aquel histórico discurso, la madre Teresa sostiene que existe “una gran demanda de familias que no tienen hijos, esa es la gran bendición de Dios con nosotras. Y también, hacemos otra cosa que es muy bonita, enseñamos a nuestros mendigos, nuestros enfermos de lepra, nuestros pobres, nuestra gente sin techo, lo que es la planificación natural de la familia”.
De igual forma resalta las bondades de la educación al enseñar “los métodos naturales de la abstención, del autocontrol… Les enseñamos el método de la temperatura que es muy bonito y muy sencillo, y nuestros pobres lo entienden”.
“¿Saben lo que me han dicho? Nuestra familia está sana, está unida, y podemos tener un niño cuando queremos… Y creo que si nuestros pobres lo pueden vivir así, cuánto más ustedes y todos aquellos que tienen capacidad de conocer los métodos y su sentido sin destruir la vida que Dios ha creado en nosotros”.
Madre Teresa, “intrépida mensajera del amor”
La madre Teresa de Calcuta nació en Uskub (actual Skopie, Macedonia del Norte) el 26 de agosto de 1910. Recibió el sacramento del bautismo como Agnes Gonxha Bojaxhiu. Al cumplir los 18 años de edad, se entregó a Dios como religiosa e ingresó al Instituto de la Bienaventurada Virgen María con el nombre de Teresa, inspirada por la patrona de los misioneros, santa Teresa de Lisieux.
De ella, decía Juan Pablo II que era un “Icono del buen samaritano” que “iba por doquier para servir a Cristo en los más pobres de entre los pobres. Ni siquiera los conflictos y las guerras lograban detenerla”.
Al beatificarla en 2003, el entonces Papa sugería: “Veneremos a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad… Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo”.
“Virgen María, Reina de todos los santos, ayúdanos a ser mansos y humildes de corazón como esta intrépida mensajera del amor. Ayúdanos a servir, con la alegría y la sonrisa, a toda persona que encontremos. Ayúdanos a ser misioneros de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza. Amén”.