De campesina a heroína: ¿Quién fue Juana de Arco, la joven que quemaron en la hoguera?
Juana de Arco fue una mujer de fe y valentía que luchó por su país y se convirtió en una de las Santas más valientes de la historia de la Iglesia.
Santa Juana de Arco fue una mujer de fe inquebrantable con una determinación de hierro para enfrentar los tiempos de violencia que atravesaba su país. Hoy es considerada patrona de Francia, de los soldados, prisioneros y de todos aquellos que luchan contra la adversidad, y a pesar de los siglos que han pasado, su historia sigue contándose a través de películas, libros, esculturas, pinturas y vitrales.
¿Quién fue y qué hizo Juana de Arco?
Juana, nació en Domrémy, Francia. Fue una campesina analfabeta que, desde los 13 años, experimentó una vida mística intensa, percibiendo llamadas divinas a través de voces del Arcángel Miguel y la presencia de Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita de Antioquía.
El mensaje que le dieron era que debía ayudar al Delfín, el futuro Carlos VII, a recuperar el trono de Francia y liberar su patria de la opresión extranjera.
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Sin embargo, Juana de Arco no sabía cómo hacerlo pues su preparación no era militar, ni académica, era espiritual, centrada en Jesús y María, pero ello la motivó a comprometerse en la liberación de su pueblo, participando activamente en eventos históricos clave dentro de la Guerra de los Cien Años que libraban Francia e Inglaterra.
En una Audiencia General del Papa Benedicto XVI, el 26 de enero de 2011, recordó la valentía y la fe inquebrantable de Juana de Arco y otras místicas, quienes comprometidas, no en el claustro, sino en medio de las realidades más dramáticas de la Iglesia, del mundo y de su tiempo, quizá son las figuras más características de las mujeres fuertes que llevaron sin miedo la gran luz del Evangelio.
El sí de Juana de Arco
Su ejemplo más importante, de acuerdo con el Papa Benedicto XVI fue cuando “su respuesta inmediata, su ‘sí’, es el voto de virginidad, con un nuevo compromiso en la vida sacramental y en la oración: participación diaria en la misa, confesión y comunión frecuentes, largos momentos de oración silenciosa ante el Crucifijo o la imagen de la Virgen. La compasión y el compromiso de la joven campesina francesa frente al sufrimiento de su pueblo se hacen más intensos por su relación mística con Dios. Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es precisamente este vínculo entre experiencia mística y misión política”.
De acuerdo con el libro Santa Juana de Arco, la heroína de Dios, del sacerdote agustino recoleto, Ricardo Rebolleda, Juana de Arco fue criticada por varias razones relacionadas con su carácter, sus visiones y su papel en la historia de Francia debido a tres razones: ser mujer, su origen humilde y su confianza en las visiones y mensajes divinos que recibía.
Aprendió a escuchar con el alma, a obedecer no a los hombres, sino a la voluntad divina que la llamaba. Esta obediencia absoluta sería su mayor fuerza y también en su hora final su mayor condena.
Su fe como estandarte
Su vida de oración fue un diálogo constante con el Señor, que le brindaba paz y seguridad. Juana de Arco contemplaba a Jesús como el “Rey del cielo y de la tierra», y en su estandarte que llevaba a todas sus batallas pintó a “Nuestro Señor que sostiene el mundo”, símbolo de su misión política y de justicia en amor a Jesús.
De acuerdo con el libro de Mark Twain, Juana de Arco: la doncella de Orleans, sus visiones le fueron tomadas con sospecha y como una amenaza por las autoridades eclesiásticas y políticas de la Edad Media, que temían que su influencia pudiera desestabilizar el orden establecido y la consideraron como hereje e impostora.
“La fe fue la luz que guió todas sus decisiones, incluso en los momentos más difíciles, y le permitió amar a la Iglesia hasta el final, incluso en su condena”, dijo Benedicto XVI.
¿Por qué fue quemada Juana de Arco en la hoguera?
El inicio del fin para Juana de Arco comienza el 23 de mayo de 1430, cuando cae prisionera en manos de sus enemigos. El 23 de diciembre la llevan a la ciudad de Rouen. Allí tiene lugar el largo y dramático proceso de condena que se inicia en febrero de 1431.
El proceso fue un espectáculo sombrío organizado por Pierre Cauchon, el obispo de Bourget, ferviente aliado de los ingleses, para disfrazar su sed de venganza y de aparente legalidad. Sin abogados defensores, sin amigos, sin la protección del rey que tanto había ayudado, Carlos VII, Juana de Arco resistía con una fuerza que sorprendía incluso a sus verdugos.
La mañana del 30 de mayo, recibió por última vez la santa Comunión en la cárcel e inmediatamente la llevaron al suplicio en la plaza del antiguo mercado. Ahí, ella pide a uno de los sacerdotes que sostenga delante de la hoguera una cruz de procesión. Así murió, mirando a Jesús crucificado y pronunciando varias veces y en voz alta el Nombre de Jesús.
¿Qué hizo santa a Juana de Arco?
En 1455, 24 años después de su muerte, el Papa Calixto III autorizó un proceso de revisión canóniga. Lo que siguió fue una profunda una investigación que sacó a la luz las numerosas irregularidades. Testigos de su vida, de su campaña militar y de su juicio se presentaron ante los tribunales de revisión. Antiguos soldados, ciudadanos de Orleans, clérigos y hasta adversarios confesaron la pureza de su causa, su fe inquebrantable y el hecho evidente de que había sido víctima de una conspiración política y religiosa.
En 1456, el tribunal anuló oficialmente su condena declarando que había sido ejecutada injustamente y restableció su nombre en la historia de Francia. A lo largo de los siglos, la figura de Juana de Arco creció hasta convertirse en un símbolo sagrado.
Representaba la valentía sin igual, la obediencia a la voluntad divina por encima de los dictados de los hombres. Fue inspiración en momentos de crisis para toda Francia, especialmente durante guerras y ocupaciones extranjeras.
En 1870, durante la guerra franco-prusiana, la imagen de Juana de Arco se alzó de nuevo como estandarte de la resistencia. Y más tarde, en la Primera Guerra Mundial, su legado fue invocado como un símbolo de unidad y fortaleza espiritual.
El proceso de canonización formal comenzó en 1897, impulsado por el fervor popular y tras una minuciosa investigación de sus actos, milagros asegurados a su intercesión y la revisión de su vida y muerte, finalmente, el 16 de mayo de 1920, el Papa Benedicto XV proclamó a Juana de Arco como Santa de la Iglesia Católica.
En palabras de Benedicto XVI, su ejemplo de fe y amor a Jesús ha inspirado a muchas generaciones, incluyendo a Santa Teresa del Niño Jesús, quien expresó su deseo de morir pronunciando el Nombre de Jesús, en sintonía con la profunda devoción de Juana de Arco. La Iglesia las honra como patronas de Francia, después de la Virgen María, por su ejemplo de vida cristiana, entrega y confianza en Dios.