¿Qué es ser misionera? Esta religiosa mexicana lo aprendió en África
La hermana Clara Torres celebró 25 años de su consagración como misionera comboniana. Ha dedicado su vida a evangelizar y a combatir la trata de personas.
Cuando cruzó por primera vez por su cabeza la posibilidad de convertirse en religiosa misionera, a la mexicana Clara Torres le pareció una idea descabellada.
Este mes cumplió 25 años de su profesión religiosa como Hermana Misionera Comboniana y aquella opción que parecía tan lejana se ha transformado en una vida apasionante de entrega y amor a Dios.
La hermana Clara vivió como parte de la tribu Makua de Mozambique y en los barrios marginados de Sudáfrica, donde aún se sufren las consecuencias de décadas del apartheid, régimen que separaba a la población negra de la blanca y que duró de 1948 hasta principios de los años 90.
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“Esto de ser religiosa nunca pasó por mi cabeza, no tengo en mi familia ni tíos, ni tías o primas que hayan sido religiosas o sacerdotes”, explica en entrevista con Desde la fe.
Actualmente Clara Torres es coordinadora de Red Rahamim, filial mexicana de la red internacional de religiosas contra la trata de personas Talitha Kum.
¿Cómo inició su vocación de misionera?
La ahora religiosa apenas era una niña en su natal Chihuahua cuando una catequista sembró en ella la semilla de la vocación.
Aquella joven se fue de misionera comboniana cuando Clara era niña y se mantuvieron en contacto durante su adolescencia y juventud, hasta que la animó a conocer el carisma de san Daniel Comboni y la vida de la comunidad.
“Yo lo que quería era solamente conocerlas, no convertirme en religiosa, pero ella vio un poquito más allá”.
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Poco a poco fue conociendo la vida de san Daniel y su trabajo con los esclavos, así como la labor que las religiosas realizan contra las nuevas formas de esclavitud de nuestro tiempo. Al fin se dio cuenta de que su vocación era ser misionera.
Al terminar la carrera de Relaciones comerciales en el Instituto Tecnológico de Chihuahua fue enviada por sus superioras a la comunidad de Ciudad Granja, en Zapopan, y continuó su formación en la Ciudad de México, donde estudió la licenciatura en Ciencias Religiosas.
Próximo destino: Mozambique
Al terminar, su superiora le anunció su destino: Mozambique.
“Cuando salí de Lisboa para Makuto, Mozambique, estaba muy nublado, pero cuando el avión se alzó por encima de las nubes el sol estaba radiante, para mí eso fue como un augurio, algo que me habló de que Dios me estaba diciendo: ‘Vas a la misión, y aunque a veces parezca ser un día nublado, recuerda que el sol está ahí siempre presente’”.
“Vivíamos en el campo, acompañábamos a 70 comunidades cristianas en un territorio de unos 90 kilómetros cuadrados y abarcaba parte de la sabana y otra parte de la costa, que tienen unas playas muy lindas”.
Pese a que llevaba varios años viviendo como hermana comboniana, Clara recuerda que fue ahí cuando se sintió verdaderamente misionera.
¿Qué es ser misionera/o?
“Uno se hace misionero o misionera en la misión, donde aprendes a sentarte en la estera con la gente -un tapete hecho con palma-, a escucharlos, a hablar, a compartir con ellos como hermanos”.
“Es ahí, compartiendo sus vidas, su comida, escuchando sus gozos y desesperanzas, ahí donde celebras la vida con ellos cuando alguien nace y lloras con ellos cuando alguien muere, cuando celebras con ellos en sus fiestas. Es ahí donde te haces verdaderamente misionera”.
En una ocasión, una de las jóvenes de la comunidad le presentó a su pequeño recién nacido. Por el cariño que le tenían en la comunidad, la mujer le dijo que ese bebé también era, de algún modo, su hijo. Entonces intervino el anciano de la comunidad, quien replicó: No sólo él es tu hijo, todos lo somos.
“Esa ha sido una de las cosas más hermosas de mi vida, porque verdaderamente ahí sentí lo que Jesús promete a los que le siguen: tener una familia mucho más grande”.
En Mozambique vivió durante nueve años, y fue muy feliz, pero el Señor tenía preparada una nueva empresa para ella, y un nuevo destino: Sudáfrica.
Misión en Sudáfrica
De novicia, Clara tenía el sueño de misionar en Sudáfrica, pero se desvaneció cuando se enteró de que las Combonianas no tenían misión en ese país. Fue grande su sorpresa cuando las superioras le pidieron nuevamente hacer maletas para establecer la primera comunidad de su congregación en el país de Nelson Mandela.
Ahí comenzó a trabajar en la zona marginada de Pretoria, en uno de los barrios de la periferia, adonde las comunidades negras fueron enviadas por los blancos dominantes durante el Apartheid.
Clara conoció la pobreza, la violencia y la marginación que viven los pobres Sudáfrica, y la dura realidad de las mujeres víctimas de la prostitución y de la trata de personas.
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“Éramos las únicas personas que no éramos de raza negra que vivíamos ahí, y muchas personas nos decían que tuviéramos cuidado, que era muy peligroso. Pero fue al contrario, fuimos acogidas de una forma bellísima”.
Su trabajo consistió en crear conciencia sobre la trata de personas. Poco a poco, fue creando un grupo de jóvenes de diferentes parroquias y lenguas que se convirtió en la asociación Without Chains (Sin Cadenas).
“Fue una experiencia muy bella porque en muchos lugares a donde íbamos la gente se mostraba muy interesada, y algunos se acercaban a nosotros para agradecernos que les hubiéramos dado esa información, porque así pudieron parar procesos de sobrinas o hijas que estaban muy cerca de ser reclutados”.
De vuelta en México continuó con su labor en favor de las víctimas de trata. Formó Sin Cadenas y se integró a Talitha Kum.
Este mes celebró 25 años de su profesión y, aunque han sido días de reflexión y recuerdo, también tiene claro que, como buena misionera, debe tener listas las maletas para partir a donde la necesiten.
“Daniel Comboni nos decía –agrega la hermana Clara- que el misionero y la misionera no van solos al cielo, sino que van con la gente con la que compartió su vida”.
Ahora su misión es visibilizar la trata de personas en México
La Red Internacional de la Vida Consagrada en contra de la Trata de Personas, Talitha Kum, está presente en 77 países de los cinco continentes, entre ellos México.
La hermana Clara Torres actualmente es coordinadora de Red Rahamim, filial mexicana de Talitha Kum.
Los miembros de esta red internacional realizan labores de formación a nivel local y regional; prevención, sensibilización y concienciación para visibilizar la trata; acompañamiento, asistencia y protección a personas rescatadas; denunciar la trata y sus causas; intercambiar información, y realizar acciones de incidencia política.
Actualmente, la red Rahamim está integrada por nueve congregaciones religiosas femeninas:
- Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor
- Misioneras Siervas del Espíritu Santo
- Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul
- Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús
- Misioneras Combonianas
- Institución Javeriana
- Misioneras de María Inmaculada
- Las Misioneras Eucarísticas Franciscanas
- Las Misioneras Guadalupanas Benedictinas
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