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Se alejó de la Iglesia, pero el llamado de Dios fue más fuerte; hoy es monja

La hermana Ana Belén del Niño Jesús sintió el llamado de Dios cuando solo tenía 16 años.

11 septiembre, 2023
Se alejó de la Iglesia, pero el llamado de Dios fue más fuerte; hoy es monja
La hermana Ana Belén del Niño Jesús, tiene 28 de edad.

Cuando tenía 16 años, cierto día dije a mis papás y a mis hermanos que les tenía una noticia. Todos pensaron: “Ésta ya está embarazada”. El desconcierto fue más cuando les informé que me iba al monasterio. 

Soy la hermana Ana Belén del Niño Jesús, tengo 28 de edad, pertenezco a la Orden del Santísimo Salvador y Santa Brígida, y llevo 12 años dentro del monasterio.

Nací en una familia católica. Tengo 8 hermanos: 7 hombres y una mujer. Íbamos con mis padres a Misa porque así era la costumbre. Como la situación de mi familia era precaria, comencé a trabajar a los 12 años, al tiempo que seguía estudiando. Al conocer gente, me rebelé y dejé de ir a la Iglesia.  

Tenía novio y me gustaban mucho las fiestas. Pero un día, a mis 15 de edad, me fui de pinta con mis amigos, estuvimos en una fiesta y comencé a sentir que todo era un sinsentido: el beber y el bailar ofrecía una felicidad pasajera. Mientras yo lo que deseaba era de una felicidad perdurable. Así que me propuse cambiar de vida. 

Regresé a la Iglesia y me metí a un grupo de jóvenes. Ahora no iba obligada a la Iglesia, pero tampoco estaba convencida de muchas cosas. Fue entonces que participamos con jóvenes de todo México en un encuentro vocacional. Y en ese encuentro había un chico que me llamaba mucho la atención.

Cuando preguntaron si alguien se sentía llamado a seguir a Jesús, experimenté algo que no se puede explicar con palabras. Volteaba a ver a aquel chico y luego al crucifijo. Otra vez al chico y nuevamente al crucifijo. No sabía qué elegir. Fui entonces con el obispo a que me diera la bendición.

Al otro día, regresé al lugar. Me preguntaron si quería consagrar mi vida, y volví a sentir esa emoción tan grande. Dije que sí y elegí a las hermanas brígidas. Por la noche se lo informé a mis padres y hermanos. Al otro día tempranito fui a renunciar a la escuela y al trabajo, y las hermanas llegaron por mí.  

Anteriormente, mucho tiempo conviví con jóvenes, intenté ayudarlos y no lo logré. Cuando comencé a orar por ellos, confirmé mi llamado a la vida contemplativa. 

Escrito por VAF



Autor

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