El joven que no iba a Misa y ahora evangeliza con magia
Durante su adolescencia, el ilusionista Kyrio se rebelaba para ir a Misa; ahora evangeliza por el mundo de forma divertida.
En su joven vida “Kyrio” ha recorrido diversos países, incluido su querido México, llevando el mensaje de Jesús de forma divertida. Ahora que está por viajar a España para hacer un nuevo recorrido y seguir evangelizando a través del arte del ilusionismo, habla para Desde la fe sobre cómo logró combinar sus dos grandes pasiones: Dios y la magia.
Nacido en el seno de una familia católica, “Kyrio” refiere que llegada la pubertad surgió en él la apatía por asistir a la iglesia, pero Dios le salió al encuentro de una manera insospechada. “Conocí en la prepa a una chica cristiana, quien comenzó a hablarme mucho de Dios. Me invitó a su templo y acepté. Ahí me hablaban todo el tiempo en contra de la Iglesia católica y fui creyendo lo que me decían”.
El problema para “Kyrio” era cómo decirle a sus padres que cambiaría de religión. “Así que lo que me propuse –explica– fue estudiar a conciencia la Biblia para demostrarles que los católicos estaban equivocados. Pero por más que buscaba, no hallaba nada contrario a lo que me habían enseñado. Aun así, no quise volver. Fui a asesorarme con los testigos de Jehová, los mormones, los pentecostales y otros, hasta que un día opté por ir a la parroquia de por mi casa y le dije al padre que quería integrarme al grupo de jóvenes. Justo ese día abrían uno, y vi en ello una señal”.
Afianzado ya al grupo juvenil, “Kyrio” se hizo de una novia. Pronto comenzó a tener problemas con ella y la relación terminó. “Esa situación –refiere– me llevó a buscar algo en qué entretener la mente, y encontré así el ilusionismo.
Lo demás para “Kyrio” fue tomar clases de magia con el “Círculo Mágico Internacional Don Bosco”, que desde España imparte instrucción en la materia a través de videoconferencias; asesorarse con su guía espiritual, el P. Eligio Luna; estudiar los documentos de la Iglesia; organizar una estructura de trabajo y mantener una línea permanente de evangelización.
“Hoy sé que mi vida no me pertenece más a mí, le pertenece al Señor, y seguiré haciendo esto que amo hasta que Él lo disponga”, finaliza.