El fraile que creía estar loco hasta que se encontró con muchos como él
Un hermano fraile le dijo que en Alemania había más frailes como él; viajó y ahí encontró lo que estaba buscando.
Fray Jesús de la Vega fue criticado cuando comenzó con el sueño de evangelizar mediante marionetas, teatro y baile, a tal punto que llegó a pensar que estaba loco. Hasta que un buen día, Dios le presentó la oportunidad de conocer a otros frailes que tenían el mismo sueño que él y lo hicieron realidad.
¿Dónde se encuentra actualmente usted?
Anteriormente vivía en una parroquia, ya que era Secretario Provincial de la Orden Franciscana. Posteriormente hubo cambios y me mandaron aquí, a “La Lupita”, para que me pudiera hacer cargo del dispensario. Así que hoy vivo en el centro de Coyoacán. Ya tengo aquí 7 años. La parroquia tiene 8 capillas, y hoy vivo en una de ellas.
¿Usted es fraile sacerdote?
Todos los franciscanos tenemos que ser hermanos; luego algunos entran al ministerio sacerdotal. Yo soy sacerdote y soy religioso.
¿Qué tienen que ver cirqueros, pintores, músicos y marionetas con la evangelización?
La vida franciscana está marcada por el arte en general. San Francisco era un juglar, y esto marcó toda su vida. Él está completamente identificado con ser juglar, aun después de convertirse en fraile.
Su encuentro con Jesús fue precisamente a través de una pintura de Cristo, que él interpretó como que le hablaba; y le dijo algo tan amplio, tan extenso, que eso fue a lo que dedicó toda su vida.
Hace un tiempo, cuando empecé en esto, tuve muchos problemas con la gente de aquí por lo que estaba haciendo. Un joven me dijo: “¿Ya te vas a ir a evangelizar dando clases de baile?”. Y yo le dije que sí.
Aquí no hablamos del Evangelio, aquí vivimos el Evangelio, lo que ha hecho que vengan personas no sólo de la parroquia y no sólo creyentes: hay gente de otras denominaciones religiosas que viene con todo el cariño y respeto, así como no creyentes, quienes sin embargo sienten y viven ese ambiente evangélico, esa alegría, ese gozo de compartir y de conocernos.
Para mí, que creo profundamente en Dios y tengo mucha fe, eso es el Evangelio. Para ellos, es plenitud. Pero estamos en las mismas, hablamos el mismo idioma.
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¿Cómo y cuándo empezó el Centro Cultural?
Esto del Centro Cultural empezó casi por casualidad. No lo tenía pensado. Yo tengo una compañía de marionetas que se llama ‘Hermana luna’, que es un fragmento del ‘Cántico de las Criaturas’ de san Francisco, en el que va dando gracias a Dios, alabándolo por todas sus criaturas; entre ellas, primero el sol y después la luna y las estrellas. Como mi teatro era teatro de noche, le puse ‘Hermana luna’.
Aquí hay un escenario en una casa que tenemos al lado, que ahora es el Centro Cultural y también el Centro de Espiritualidad Franciscana. Vienen aquí de todas las familias a formarse: franciscana, capuchinos, conventuales y de muchas congregaciones religiosas.
Cuando llegué aquí vi el lugar para mis marionetas. Pero esto me rebasó, porque el lugar era grande, desperdiciado, se usaba poco. Las viejitas de siempre estaban con sus grupos. Y entonces lo que hice fue entrar y llamar a mis amigos cirqueros, titiriteros, músicos y escritores que fui conociendo a lo largo de mi vida por la inclinación que yo tengo por el arte, y empezamos con unos jóvenes las clases de telas, de circo.
Llegó una amiga, que es licenciada en lenguas hispánicas, y empezamos a armar algo sin pensar en qué es lo que iba a pasar. Lo que hicimos fue empezar a mostrar lo que sabíamos hacer, y así es como se acercó mucha gente. Yo estoy convencido de que en el pasado mucha gente se alejó de la Iglesia porque estaban pidiendo algo que a lo mejor no le sabíamos dar.
¿Qué talleres se ofrecen?
Tenemos telas o danza aérea, que es arte circense; flauta de pico, violín, piano, guitarra, ajedrez, círculo de lectura, pintura, orquesta, tango. Había salsa, llegó a haber 80 parejas bailando los viernes, y sin tomar una sola gota de alcohol.
También tenemos Lenguaje de Señas Mexicanas. Hay teatro musical, improvisación, acrobacia y parkour, ya que ahora les gusta mucho andar brincando en las azoteas. Música, cine, fotografía, caligrafía y ortografía. También hay acondicionamiento físico.
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¿Le gustaría tener un circo?
Mi vida es un circo porque hay diversión, hay entrenamiento, hay emociones, hay cosas que te confrontan, hay una comunidad. Cuando empecé con los títeres quería tener un transporte y poder andar haciendo una evangelización a salto de mata: llegar, dar el mensaje, ayudar al párroco a hacer algún planecito pastoral y a lo que sigue, porque nuestra vida es itinerante. Pero no se pudo.
En ese entonces, un provincial me envió a Alemania a ver a otro fraile que hacía títeres, y yo dije: “¿Cómo? ¿Hay otro fraile en el mundo que hace títeres?”. Cuál fue mi sorpresa que no era uno: había payasos que venían de Inglaterra, juglares de la zona sur de Sicilia, holandeses, y frailes de todo el mundo que hacían lo mismo que yo. ¡Me quedé sorprendido!
Hay una escuela en Alemania, ahí donde fui, y descubrí que uno de los frailes tiene una compañía muy grande de títeres y tiene teatro.