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Liturgista del Papa en México: “La música es una manera natural de amar a Dios”

Monseñor Marco Frisina, liturgista del Papa, comparte cómo la música, la fe y la ternura navideña se unen en su vocación y homenaje a la Virgen de Guadalupe.

27 octubre, 2025
Liturgista del Papa en México: “La música es una manera natural de amar a Dios”
Monseñor Marco Frisina dirige el ensayo junto a sus músicos y coristas. Foto: Luis Aldana

La trayectoria de Monseñor Marco Frisina no puede entenderse sin la confluencia de dos vocaciones que se entrelazan: el sacerdocio y la música. Ambas forman una sola misión que él mismo resume con una frase: “hacer cantar los corazones de los hombres”. Su vida se define por esa unión en la que la fe inspira la composición y esta se convierte en el vehículo para cumplir el propósito que Dios le ha encomendado.

Desde su experiencia como músico, sacerdote, biblista, maestro de capilla de la Catedral de Roma y rector de la Basílica de Santa Cecilia en Trastévere, Monseñor Frisina ha redescubierto la música no como un mero adorno litúrgico, sino como una teología encarnada: “la música es la manera más natural de amar a Dios” y una poderosa herramienta pastoral que da sentido a su vocación.

Este objetivo lo ha llevado por todo el mundo, encontrando en México uno de sus proyectos recientes más significativos, un homenaje personal y universal a la Virgen de Guadalupe: “Misa por la Paz y Fraternidad de Todos los Pueblos en Honor a la Virgen de Guadalupe”, acompañado de 140 voces y 40 músicos.

En entrevista con Desde la fe, Monseñor Frisina señala que el homenaje surgió en un momento de profunda necesidad para el mundo, pues “es una hora muy tenebrosa de guerra, incomprensión y violencia”. Comenta que la Universidad Pontificia lo invitó a abrir un ciclo de conferencias de Arte Sacro y le pidieron componer un himno, el cual luego se convirtió en una Misa.

“Mi interés por el acontecimiento guadalupano se profundizó tras la canonización de San Juan Diego y quedé cautivado por la manera en que la Virgen se comunicó: con simplicidad, en la lengua náhuatl. Es decir con la simplicidad de los simples, con la pobreza de los pobres”.

Marco Frisina

De las notas del conservatorio al llamado de Dios

Para comprender la profundidad de la música litúrgica de Monseñor Frisina, es fundamental recorrer su viaje personal. Su obra no es una profesión, sino la expresión sonora de un llamado que se manifestó gradualmente, transformando la vida de un joven músico en la de un sacerdote cuya parroquia es el mundo entero.

El despertar vocacional de Frisina fue un proceso que integró sus talentos y sus inquietudes más profundas. “Mi inquietud musical comenzó a los cinco años y continuó años después al conservatorio. Sin embargo, a los 22 años, a pesar del éxito en mis estudios y estaba en edad de escoger novia, mi vida experimentaba una sensación de no estar ‘realizado plenamente’.

Comenta que el punto de inflexión llegó durante un viaje al santuario de Lourdes, en Francia, donde sintió una alegría que disipó por completo la tristeza que tenía. La decisión definitiva se consolidó el día de Pascua de 1977, cuando al repique de las campanas que anunciaban la Resurrección en Roma, decidió entrar al seminario.

Ingresó al año siguiente, en 1978, un año que resultaría providencial. Poco después, Juan Pablo II era elegido Papa, convirtiéndose, en palabras de Frisina, en “el papa de mi vida”. Fue el Pontífice polaco quien le indicó su vocación específica dentro del sacerdocio con una directriz que resultaría profética: “Tú escribirás la música de la Iglesia y la llevarás por todo el mundo”.

Frisina confiesa que en aquel momento no creyó que esas palabras pudieran hacerse realidad. Sin embargo, en una coincidencia que parece sellar un círculo divino, Monseñor relata esta historia precisamente en la fiesta de San Juan Pablo II, reconociendo que aquella frase se ha cumplido plenamente. Esta misión global, dictada por un Papa santo, encuentra uno de sus capítulos más recientes y significativos en su homenaje a la Patrona de América.

Ensayo Monseñor Frisina y Alan Pingarrón

Adviento y Navidad, las “notas litúrgicas” más inspiradoras

Para monseñor Frisina, el calendario litúrgico es una fuente cíclica de inspiración. Dentro de este tiempo, el Adviento y la Navidad no son solo un periodo en el calendario, sino un manantial de creatividad, nutrido por sus recuerdos familiares y su aprecio por la inocencia.

“Siendo el menor de once hermanos, este tiempo me recuerda a las fiestas familiares. Es una fiesta de la ternura y, sobre todo, de la inocencia de los niños, quienes son “la voz de los ángeles y cantar es la manera más natural de amar a Dios“, expresa con una gran sonrisa.

Recuerda que esa alegría la experimenta en su propia familia, donde los niños llenan de música y risas el hogar. “Tengo 15 sobrinos y 29 sobrinos nietos, son un testimonio vivo de la alegría que busco plasmar en la música”, de hecho, en su Misa a la Virgen de Guadalupe, los niños interpretan primero los cantos más importantes, precisamente por ser la voz de la inocencia.

Actualmente el padre Frisina se encuentra preparando el 41º Concierto de Navidad, un evento muy especial para el tiempo de Adviento y Navidad en Roma, una de las tradiciones más queridas que dirige cada año.

“Esta edición se llevará a cabo el 6 de diciembre en el Vaticano, en el Aula Pablo VI, y tendrá un marcado sentido caritativo, pues el concierto está dedicado a los más necesitados, por los pobres y con los pobres de la Navidad”.

Ensayo final Monseñor Frisina
La Misa contará con la participación de 140 cantantes y 40 músicos. Foto: Luis Aldana /DLF

Cada música en su lugar

Ante la creciente diversidad de géneros musicales utilizados para la evangelización, la postura de Monseñor Frisina no es de rechazo, sino de un cuidadoso discernimiento pastoral. Sostiene que la eficacia de cualquier estilo musical depende fundamentalmente de su adecuación al contexto y su propósito, una cuestión de propiedad litúrgica. “Toda la música puede ser útil para el Señor, pero cada género debe usarse en su lugar”.

El presbítero y compositor establece una distinción clara entre los distintos espacios y finalidades de la música en la vida de la Iglesia. Por ejemplo, explica que en los encuentros y actividades de catequesis, especialmente con jóvenes, la música puede ser “más libre, más pop”, porque su objetivo principal es “generar alegría, comunidad y apertura del corazón”.

En cambio, añade, la música dentro de la liturgia tiene un carácter completamente diferente, pues “su propósito es la oración y el encuentro íntimo con Dios, por lo que debe ser muy simple y muy contemplativa”.

Con una sonrisa, menciona que hay una canción en español que le gusta mucho, “una canción mexicana que es mi preferida “Historia de un amor” y cita un fragmento que recuerda con afecto: “Es la historia de un amor como no hay otro igual que me hizo comprender…”. Para él, ese es también “un canto de amor”, una muestra de cómo la música, aun fuera del ámbito litúrgico, expresa el anhelo más profundo del ser humano que es amar y ser amado.

Cuando se le pregunta si prefiere un estilo sobre otro, su respuesta es inmediata y sin titubeos: no establece jerarquías. “Todas. Todas, toda música son notas del corazón”, afirma. Para él, cada armonía bien dispuesta puede convertirse en un camino hacia lo divino, siempre que esté al servicio del Evangelio y del encuentro con Dios.



Autor

Periodista con más de 20 años de trayectoria, titulada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. A lo largo de su carrera ha colaborado en reconocidos medios nacionales como Milenio, El Gráfico de El Universal, Revista Alto Nivel y Desde la fe, entre otros. Su trabajo se ha enfocado en temas sociales, culturales y de interés humano, con un compromiso constante por informar con profundidad y sensibilidad.