"La Navidad de Charlie Brown". Crédito: Peanuts
El especial animado de televisión “La Navidad de Charlie Brown” se ha convertido, desde su estreno en 1965, en una tradición en muchos hogares. Sin embargo, ¿sabías que estuvo a punto de no transmitirse?
Para los ejecutivos de la cadena CBS, aquel programa de apenas 25 minutos parecía una suma de errores: ritmo lento, animación modesta, ausencia de risas grabadas, un protagonista melancólico… y, sobre todo, una escena central en la que un niño recita abiertamente el Evangelio.
En una televisión que comenzaba a evitar cualquier referencia religiosa explícita, la apuesta parecía condenada al fracaso. Y, sin embargo, ocurrió exactamente lo contrario.
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El especial nació de forma precipitada. A pocos meses de diciembre, el productor Lee Mendelson recibió una llamada inesperada: la agencia McCann-Erickson buscaba un programa navideño animado patrocinado por Coca-Cola. Mendelson contactó de inmediato al creador de “Peanuts”, Charles M. Schulz, quien aceptó el reto con una condición clara: la historia debía hablar del verdadero significado de la Navidad.
Schulz no estaba interesado en un espectáculo festivo más. Quería cuestionar el vacío del consumismo y poner en el centro una búsqueda auténtica. Así, mientras Snoopy se obsesiona con un concurso de luces y Lucy se autoproclama “reina de la Navidad”, Charlie Brown atraviesa una crisis existencial: no entiende por qué la Navidad lo deja vacío.
La respuesta no llega con adornos ni discursos moralistas, sino con un gesto sencillo: elegir un pequeño árbol natural, frágil y desaliñado, rechazado por todos. Ese árbol —inspirado en el cuento “El abeto” de Hans Christian Andersen— se convierte en símbolo de una Navidad humilde, necesitada de cuidado y amor.
El momento decisivo llega cuando Charlie Brown, derrotado por las burlas, confiesa: “Supongo que realmente no sé de qué va la Navidad”. Entonces Linus, con serenidad, da un paso al frente y pronuncia una frase que marcó la historia de la televisión: “Yo puedo decirte de qué va la Navidad”.
En silencio, pide que apaguen las luces y recita el Evangelio de San Lucas (2, 8-14): el anuncio del ángel a los pastores, el nacimiento del Salvador, la gloria a Dios y la paz en la tierra. No hay música de fondo, ni chistes, ni ironía. Solo la Palabra.
Según recordó Mendelson años después, esos minutos se convirtieron en “los dos más mágicos de toda la animación televisiva”. Pero en su momento generaron un profundo temor. De acuerdo con The Washington Post, los ejecutivos de CBS reaccionaron con desconcierto: “Lo de la Biblia nos asusta”, dijeron. Algunos llegaron a pensar que sería el último especial de “Peanuts”.
No hubo tiempo para eliminar la escena, y la cadena ya había comprometido la transmisión con Coca-Cola, que nunca se opuso a la inclusión del pasaje bíblico. El programa salió al aire el 9 de diciembre de 1965.
El resultado sorprendió a todos. “La Navidad de Charlie Brown” fue vista por 15.4 millones de personas y se convirtió en el segundo programa más visto del año en Estados Unidos. Ganó un premio Emmy y un Peabody.
Más aún, tocó una fibra profunda. Como escribió una espectadora en una carta de 1965, el especial agradecía que se recordara “el verdadero significado de la Navidad” en una época en la que “la mención de Dios estaba siendo silenciada”.
Paradójicamente, aquello que se consideró un error comercial —hablar del Evangelio sin filtros— fue lo que le dio al programa su fuerza y su permanencia. Schulz lo tenía claro desde el inicio. Según recoge “The Washington Post”, el propio autor se preguntaba: “Si no vamos a contar que la Navidad es el nacimiento de Jesús, ¿por qué molestarse en hacerlo?”.
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