Chignahuapan: el pueblo que fabrica millones de esferas y mantiene viva la Navidad todo el año
Chignahuapan se ha convertido en el mayor productor de esferas navideñas en México. Su tradición inició en 1965 con Rafael Méndez Núñez y hoy más de 400 talleres fabrican millones de piezas que han dado identidad, trabajo y turismo a este Pueblo Mágico.
Esta nota se actualizó el 10 de diciembre de 2025
México no solo celebra la Navidad: en varios rincones del país se vive, se trabaja y se diseña para ella durante todo el año. Entre estos lugares, destaca Chignahuapan, Puebla, un Pueblo Mágico que se ha convertido en sinónimo de esferas navideñas, tradición que ha dado identidad, economía y prestigio internacional a toda la región.
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En Chignahuapan, el espíritu navideño no es de temporada: está presente los 365 días del año. Sus calles, habitadas por cerca de 60 mil personas, conservan una atmósfera festiva permanente gracias al trabajo de miles de artesanos que mantienen viva una tradición nacida hace casi seis décadas.
Hoy, de acuerdo con la Dirección de Turismo Municipal, el municipio cuenta con:
370 a más de 400 talleres familiares, según la temporada.
Alrededor de 3 mil artesanos dedicados a la producción de esferas.
Una producción anual que alcanza decenas de millones de piezas.
Una comercialización aproximada de 70 millones de cajas al año, lo que lo convierte en el primer productor de esferas navideñas de México.
Un solo taller familiar puede fabricar hasta 1,500 esferas en un día, gracias a la precisión del soplado, el plateado y la decoración manual. Cada pieza sigue un proceso artesanal que exige técnica, paciencia y sentido estético.
Hay más de 300 talleres familiares en Chignahuapan, Puebla, donde se producen las esferas que llegan a todas partes del mundo. Foto: Poblanerías
El origen: cuando Rafael Méndez Núñez llevó el vidrio soplado a Puebla
De acuerdo con un artículo publicado en El Universal Puebla, esta tradición de las esferas es casi reciente, pero su impacto ha sido enorme. La historia inicia a mediados de los años 60, cuando Rafael Méndez Núñez, originario de Tlalpujahua, Michoacán, llegó a Chignahuapan en 1965 e introdujo la técnica del vidrio soplado.
Su primer taller, conocido en la memoria local como “Casa Méndez”, se convirtió en el punto de partida de una tradición que pronto transformó al pueblo. Don Rafael Méndez enseñó el oficio a los habitantes de la localidad y, con el tiempo, varios de sus ayudantes independizaron sus propios talleres, creando un efecto multiplicador.
En ese inicio, las esferas se vendían directamente desde los hogares, sin tiendas formales, en un sistema completamente artesanal y de recomendación boca a boca. Sin embargo, la calidad de las piezas y sus singulares acabados, llevó a que la fama del pueblo creciera rápidamente.
Una tradición en evolución: colores, formas y materiales
A lo largo de estas décadas, las esferas de Chignahuapan han evolucionado:
De los colores clásicos metálicos a piezas con relieves, texturas y pinturas finas.
De formas tradicionales a diseños temáticos, contemporáneos y personalizados.
De decoraciones simples a la incorporación de plumas, pétalos sintéticos, heno, pelo de ángel, rafia y otros materiales que enriquecen la propuesta artesanal.
Tlalpujahua, Michoacán, cuna de grandes maestros y sede de la Feria Nacional de la Esfera. Foto: revistamorelia.com
Un gigante navideño junto a Tlalpujahua
En México, la producción esferera se concentra principalmente en dos lugares:
Tlalpujahua, Michoacán, cuna de grandes maestros y sede de la Feria Nacional de la Esfera.
Chignahuapan, Puebla, el líder nacional por volumen de producción y por la cantidad de talleres activos.
Ambos municipios comparten una historia entrelazada: la técnica llegó de Michoacán a Puebla, y juntos han construido una identidad que posiciona a México como uno de los principales productores artesanales de ornamentos navideños en el mundo.
¿Dónde queda Chignahuapan?
Pueblo Mágico y destino turístico
Chignahuapan fue reconocido como Pueblo Mágico en 2012, un nombramiento que fortaleció aún más su vocación artesanal y su atractivo turístico. Hoy, miles de visitantes acuden no solo a comprar esferas, sino a:
Observar demostraciones de vidrio soplado.
Participar en talleres breves de fabricación.
Recorrer tiendas especializadas.
Disfrutar del ambiente navideño que permanece todo el año.
La transformación del municipio en un auténtico “pueblo navideño” es también una historia de éxito comunitario: las esferas generan empleo permanente, impulsan la economía local y proyectan la creatividad mexicana a nivel internacional.
Nacimientos: un arte vivo en México
Además de las esferas, varios pueblos de México mantienen viva la tradición de elaborar Nacimientos artesanales, un símbolo imprescindible en los hogares durante la Navidad.
Los materiales varían según la región:
barro, porcelana, madera, latón, migajón, cera, paja de trigo, resinas y laqueados.
En Tonalá y Tlaquepaque, Jalisco, se fabrican piezas que van desde pequeños centímetros hasta imágenes monumentales de más de un metro de altura. Sus artesanos reproducen a la Sagrada Familia, los Magos de Oriente, pastores, animales y escenas completas del pesebre.
En Michoacán, la tradición escultórica tiene raíces que se remontan al siglo XVI, con piezas elaboradas originalmente en pasta de caña, usadas para representar a Cristo, a la Virgen María y a los ángeles. Hoy destacan Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Santa Clara del Cobre, donde también se producen adornos a base de paja de trigo.
Nacimiento de Tonalá. Foto: Juanscott, wikimedia commons.
Artesanos mexicanos que han llegado al Vaticano
La calidad del trabajo artesanal navideño en México ha llamado la atención internacional. En diversas ocasiones, artesanos esfereros y creadores de Nacimientos han sido invitados por el Vaticano para exponer sus obras en la Plaza de San Pedro, un reconocimiento que posiciona a México como referente mundial en arte navideño.
Nochebuenas y pinos: la Navidad también se cultiva
En otros estados del país, extensos invernaderos producen nochebuenas, mientras que predios certificados cultivan pinos navideños con prácticas que buscan el equilibrio ecológico. Todo ello forma parte de una cadena productiva que mantiene viva la tradición navideña desde el campo hasta los hogares.
Nacimientos que son verdaderas obras de arte
Finalmente, existen Nacimientos realizados con técnicas excepcionales, como los elaborados en cera, que presentan un realismo sorprendente. Algunos son totalmente bíblicos y narran pasajes completos de la vida de Cristo; otros son famosos por su innovación pedagógica o por el tamaño de los escenarios donde se montan.
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