Imagen del Retablo Principal, enmarcando el espacio central de la capilla. Foto Luis Aldana
La Capilla de las Reliquias, también llamada Capilla del Santo Cristo o del Cristo de los Conquistadores, es el relicario de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y una de las más antiguas del recinto. En su interior se resguardan más de doscientas reliquias de primer y segundo grado (huesos, fragmentos, objetos) de santos y mártires católicos, ocultas tras pinturas y nichos lo que la convierte en uno de los espacios más significativos de este templo.
Se reconoce como la primera capilla edificada después de la sacristía y construida entre 1610 y 1615 con el propósito de resguardar la imagen del Santo Cristo de los Conquistadores y las reliquias, procedentes de Roma, Tierra Santa y otros lugares, siempre acompañadas de su “Auténtico”, el documento que certifica su autenticidad.
La imagen central, ubicada en el centro del retablo, data del siglo XVI o XVII y, según la historia se dice que fue un obsequio del emperador Carlos V.
Entre los ejemplares documentados se encuentran los restos de San Primitivo, Santa Úrsula, San Vito y San Gelasio I, así como la osamenta completa de San Vital de Milán, traída desde las catacumbas de Roma. Asimismo, se cuenta con una astilla de la Lignum Crucis (la cruz de Cristo) y una espina de la corona de Jesús.
Las reliquias están ocultas tras pinturas-nichos durante la mayor parte del año, y sólo se muestran en días muy específicos: los de la solemnidad de Día de Todos los Santos y los fieles difuntos, es decir el 1 y 2 de noviembre.
Con el paso del tiempo, la Capilla de las Reliquias fue incorporando nuevos elementos que dieron testimonio de su desarrollo artístico y devocional, y entre ellos destaca el Retablo de la Virgen de Guadalupe que está colocado en el lado izquierdo, cuya presencia muestra cómo la capilla continuó siendo enriquecida mucho después de su construcción original.
Este retablo lateral fue añadido en el siglo XVIII y de acuerdo con el libro La Catedral de México de Manuel Toussaint, fue obra de José de Ibarra y data de 1730, por lo que se realizó más de un siglo después de levantarse la capilla (1610-1615) y algunas décadas después del Retablo Principal que se concluyó en 1698 con estilo barroco.
Independientemente de cuándo y quién lo realizó, la historia de este retablo refleja la evolución de las advocaciones marianas que ha albergado a lo largo del tiempo. En un inicio, custodió la Imagen de la Jura del Patronato, pero cuando esta fue trasladada a Santa María de Guadalupe, el retablo adoptó el nombre popular de Retablo de la Virgen de Guadalupe. En la actualidad, contiene la imagen de la Virgen de la Soledad, patrona de Oaxaca.
A pesar de estar dedicado a la Virgen, este retablo mantiene una relación directa con el sentido original de la capilla, centrado en la veneración de reliquias. Una tradición señala que, antes de su construcción, en este mismo sitio se exhibía una losa de ónix que contenía una reliquia del ayate de San Juan Diego. Además, los murales que rodean este retablo, atribuidos a José de Villegas en el siglo XVIII, fueron concebidos para resguardar las reliquias de San Vicente Mártir.
En el lado derecho de la Capilla de las Reliquias se encuentra el Retablo de la Virgen de la Confianza, formando parte del conjunto de obras que dan forma a este espacio. A diferencia del Retablo Principal, fechado en 1698, este retablo fue construido en el primer tercio del siglo XVIII, según indica Toussaint.
Sin embargo, muchas de las piezas que lo componen provienen del siglo anterior, lo que convierte a este retablo en un testimonio de la historia artística que la capilla fue acumulando con el tiempo.
Al recorrer el retablo, se puede observar la mezcla de obras de los siglos XVII y XVIII. La imagen central de la Virgen, un relieve sobre tela, data de finales del siglo XVII. La escultura que representa a la Virgen es de madera tallada, dorada, estofada y policromada, también del siglo XVII.
La estructura que sostiene estas obras se realizó en el primer tercio del siglo XVIII. En la parte superior del retablo se encuentra la escultura de San José con el Niño, también se piensa que es del siglo XVIII. Cada elemento refleja la continuidad de los trabajos de ornamento que la capilla recibió durante décadas.
Sin duda, este espacio impone, no solo por resguardar restos sagrados, sino por conservar la memoria de quienes, a través del arte y la fe, buscaron honrar lo divino en distintas épocas y lugares, reunidos en esa capilla.
Entre las obras más destacadas están los medallones que decoran el Retablo de la Virgen de la Confianza, con escenas de la Pasión de Cristo atribuidas a José Juárez, uno de los pintores barrocos más influyentes en la configuración del arte eclesiástico de la Nueva España. Cabe señalar que parte de su obra puede apreciarse hoy en la Catedral Metropolitana, la Pinacoteca Nacional, la Basílica de Guadalupe y en colecciones privadas.
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