La Parroquia de la Santa Veracruz, un templo herido por sismo e incendio que espera renacer
El sismo de 2017 dejó a la Parroquia de la Santa Veracruz con graves daños estructurales. En 2019, un incendio en el coro y los campanarios obligó a cerrarla por completo. Hoy, entre obras lentas, dictámenes pendientes y la esperanza de su comunidad, el templo aguarda el día en que pueda volver a abrir sus puertas.
A un costado de la Alameda Central, la Parroquia de la Santa Veracruz permanece cerrada desde hace ocho años. Pese a los trabajos de restauración, el templo del siglo XVI sigue clausurado: primero por los daños del sismo de 2017 y después por el incendio de 2019 que consumió el coro y la torre norte. Hoy, está en ejecución una nueva etapa de obras, con la esperanza de cumplir los dictámenes pendientes solicitados por Protección Civil y, entonces, poder señalar la fecha definitiva para su reapertura.
Doble golpe: sismo e incendio
Los estragos iniciaron con el sismo de 2017, que dejó los campanarios con peligro de desplome y obligó a apuntalar varias zonas del templo. La situación se agravó en agosto de 2020, cuando un incendio provocado por personas en situación de calle que encendieron fogatas en el coro se salió de control y consumió la madera de los polines, dañando el órgano monumental, los vitrales y parte del sotocoro.
En medio de la emergencia, el párroco, el presbítero Bernard Olorunfemi, logró rescatar al Cristo de los Siete Velos y al Nazareno, devociones centrales de la parroquia. También, por decisión del INAH y del Arzobispado, se resguardó el archivo histórico en la parroquia de La Aparecida del Brasil; y diversas obras de arte, pinturas y esculturas, en el seminario menor para protegerlas de posibles saqueos. En los dos años pasados, ese patrimonio mueble se ha ido regresando al templo parroquial, en los espacios donde no corren riesgo.
Desafíos que enfrenta la obra de restauración
La intervención del templo ha corrido a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con recursos federales destinados a patrimonio dañado por el sismo. En primer lugar, los recursos se han destinado para corregir los daños estructurales: atendiendo los campanarios y las grietas de la nave principal del templo.
Sin embargo, el proceso enfrenta problemas técnicos: es indispensable dar mantenimiento a los pilotes hidráulicos que le dan estabilidad a la estructura del monumento; se ha vuelto a presentar humedad en la base de la cúpula y en algunas bóvedas, que ponen en peligro nuevamente a las figuras y rosetones que se volvieron a colocar. Al estar cerrados los templos de la Santa Vera Cruz y de San Juan de Dios, la parroquia ha tenido en los últimos años una economía de sobrevivencia, al no poder recibir a los feligreses.
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Restaurar el monumento y a la comunidad
En entrevista con Desde la fe, el padre Guerrero insiste en que paralelamente a la restauración material, se está trabajando en la reconstrucción de la Comunidad creyente.
“Queremos que la Santa Veracruz sea un lugar de encuentro no solo para los fieles, sino también para los visitantes, de modo que el interés por su arte, sus tradiciones y su historia ayude a que la parroquia pueda abrir de nuevo y sostenerse”, explicó el párroco.
Para ello ha propuesto un plan pastoral misionero con tres ejes: la formación de laicos a través de cursos y talleres que permitan a los fieles profundizar en su fe y aplicarla en la vida cotidiana; el fortalecimiento de la religiosidad popular, recuperando devociones emblemáticas como el Cristo de la Vera-Cruz, conocido como “el Señor de los Siete Velos”; y el impulso al turismo religioso, vinculando el templo con la historia y la cultura del Centro Histórico, para atraer a visitantes, dando a conocer la riqueza histórica de la parroquia.
No obstante, apunta el sacerdote, la Santa Vera-Cruz no debe ser solo un espacio turístico o un edificio histórico, sino un santuario vivo, donde la comunidad participe activamente en las celebraciones y devociones.
“Queremos que la gente sea protagonista de las celebraciones, que no solo observe, sino que viva su fe en este lugar. Aunque el templo esté cerrado parcialmente, la labor pastoral y cultural busca mantenerlo activo, para que cuando se reabra, vuelva a ser un punto de encuentro espiritual en el Centro Histórico”, afirmó.
Mientras sigue la obra de restauración, la parroquia funciona con servicios básicos y promueve la consolidación del Consejo Parroquial, al cual están integradas las Rectorías ubicadas en el territorio parroquial: Ntra. Señora de Lourdes; el Templo Expiatorio Nacional, San Felipe de Jesús; el Templo de San Francisco El Grande y el Templo de San Juan de Dios. Ese esfuerzo de comunión en la fe va ayudando a dar identidad a los bautizados.
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Una de las iglesias más antiguas de la Ciudad de México
La Santa Veracruz es una de las iglesias más antiguas de la capital del país, para 1526 ya había fundado ahí Hernán Cortés una ermita para la Archicofradía de la Santa Vera Cruz.
En 1568, debido al crecimiento de la población española y criolla, la ermita fue promovida parroquia, convirtiéndose en la tercera más antigua de la ciudad, después de la Catedral y Santa Catarina.
A lo largo de los siglos, el templo ha sido escenario de importantes eventos históricos y religiosos. Durante la época colonial, fue el sitio donde se realizaban misas, rogativas y procesiones, y donde se llevaba la imagen de la Virgen de los Remedios, antes de ser trasladada a la Catedral en los días previos a la fiesta de la Asunción.
El actual edificio, construido entre 1759 y 1776 en estilo barroco, cuenta con una majestuosa fachada churrigueresca y alberga dos imágenes de gran devoción, como el Cristo de los Siete Velos y la Virgen de los Remedios. Esta última, conocida popularmente como “La Gachupina”, fue traída al templo para pedir lluvia durante un período de sequía y se quedó como protectora de los españoles en México.
Ya siendo Parroquia, se nombró a San Blas, obispo, como segundo patrono, y se le dedicó la portada sur del templo parroquial.