Al grito de”Cristo Vive… en medio de nosotros” impulsado por el Cardenal Carlos Aguiar Retes, un ejército multicolor de miles de peregrinos de la esperanza provenientes de todos los rincones de la Arquidiócesis Primada de México ingresó lleno de fe por los ocho pórticos de la esperanza a la Basílica de Guadalupe para obtener la indulgencia plenaria que otorga el Gran Jubileo 2025.
El reloj del majestuoso carrillón que adorna el Atrio de las Américas marcaba las 10:55 horas cuando el Arzobispo Aguiar Retes se disponía a abrir la puerta central del templo mariano y a modo de arenga entonó el grito de batalla de la Visita Pastoral:
“¡Cristo vive!” – gritó bajo el sol radiante que caía sobre la zona del Cerro del Tepeyac.
“¡En medio de nosotros!” – respondió la multitud congregada en el Atrio con tal entusiasmo, emoción y convicción que hacía vibrar a todos los presentes.
En medio del júbilo y de manera coordinada los ocho pórticos de la Basílica de Santa María de Guadalupe se abrieron y los miles de trabajadores de la Curia y fieles del territorio arquidiocesano que participaron en la peregrinación anual entraron abarrotando las bancas y pasillos, lo que ocasionó que varios cientos se quedaran en el atrio para seguir la Santa Misa.
Motivados por la apertura de la segunda puerta principal jubilar de la Arquidiócesis de México para obtener la Indulgencia Plenaria, miles de fieles, incluidos los empleados de la Arquidiócesis de México, salieron de sus casas cuando aún la oscuridad cubría la Ciudad de México y el clima frío aún prevalecía.
Poco después de las 7 de la mañana, cuando el día despuntaba y el frío amainaba, la Glorieta de Peralvillo recibía a los diversos contingentes que llegaban, ya sea caminando, en transporte público o en camiones rentados, puntuales a la cita para empezar a formar el contingente multicolor que peregrinaría a la Basílica de Guadalupe para agradecer los favores recibidos en 2024 y encomendar los trabajos y acciones del naciente 2025.
Encabezados por los obispos auxiliares de la Arquidiócesis de México, miles de fieles unidos a seminaristas, religiosas, religiosos y sacerdotes, en comunión avanzaron en busca del regalo que el Papa Francisco nos otorga en este Gran Jubileo: la Indulgencia Plenaria tras peregrinar y entrar por el pórtico de la esperanza de la Basílica de Guadalupe.
Esta gracia especial, nos lo recordó el Evangelio que resonó en el templo dedicado a la Virgen de Guadalupe, la pueden obtener todos, pero en especial Jesús espera que sean los pecadores los que la busquen con ahínco, por Él mismo nos aseguró: “Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
A las 09:15 horas, cuando el frío había pasado al olvido y el sol calentaba a los peregrinos, monseñor Pedro Agustín Rivera, responsable de la Comisión de Liturgia y Espiritualidad, anunció el inicio de la Peregrinación Anual de la Arquidiócesis Primada de México y luego de la oración pronunciada por el obispo auxiliar, monseñor Carlos Enrique Samaniego López, el contingente inició su andar.
De inmediato el gozo, las sonrisas, la fe y la esperanza iluminaron el caminar de cada uno de los peregrinos, no importaba la edad, lo que prevalecía era una inmensa devoción y agradecimiento a la Morenita del Tepeyac.
Así, mientras muchas personas de la tercera edad, algunas auxiliadas por sus bastones, al igual que algunas personas con discapacidad que iban en silla de ruedas o apoyados en sus muletas, avanzaban con paso lento y la vista fija a lo lejos tratando de ver la antigua Basílica de Guadalupe, algunos sacerdotes franciscanos ofrecían a los pequeños un mazapán para endulzar su recorrido.
La alegría se desbordaba en los diferentes grupos pastorales de las decenas de parroquias que se hicieron presentes y mientras unos cantaban “Demos gracias al Señor, demos gracias al Señor, demos gracias al Señor”, otras más entonaban “Alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor” y algunas más adelante se motivaban con la letra de “Estamos de fiesta con Jesús; estamos reunidos en la mesa y Jesús es el que va a servir”.
Justo una hora después, a las 10:15 horas, la peregrinación arribó al Atrio de las Américas y la fiesta jubilar dio inicio cuando el Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primada de México, recibió a los peregrinos y los invitó a prepararse para la emotiva apertura de los porticos de la esperanza que cada uno les daría la Indulgencia Plenaria.
Son las 10:50 de la mañana y los ocho accesos a la basílica se encuentran cerrados. Los miles de peregrinos se acercan a cada una de las puertas en espera de que el Cardenal Aguiar Retes inicie la ceremonia con la que inicia el Año Jubilar en la Basílica de Guadalupe.
En ese momento, todas las miradas y los celulares se posan en el acceso principal de la Antigua Basílica porque ha iniciado la procesión encabezada por una imagen de Nuestro Señor Jesucristo y seguida por los seminaristas, los diáconos, los sacerdotes, los decanos, los vicarios episcopales, los sitiales, los venerables cabildos de la Basílica de Guadalupe y de la Catedral Metropolitana, de los Obispos y el Cardenal Aguiar Retes.
Justo en el momento en el que el Arzobispo se aproximaba a la puerta central la multitud reunida en el templo y en el atrio se sumaba al Coro y cantaba: “La Guadalupana la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac” y en el preciso momento en que se paró ante la puerta principal se generó un gran silencio.
Luego de que se leyera el decreto emitido por el Cardenal Aguiar Retes para que la Basílica de Guadalupe otorgará la Indulgencia Plenaria durante el año jubilar del 18 de enero al 28 de diciembre de 2025 a quienes peregrinen a la Basílica de Guadalupe, el Arzobispo Primado realizó el rito, tocando con su báculo la puerta, para abrir el pórtico principal, con lo que dio inició el Jubileo en el templo del Tepeyac.
“Padre bendice a todos los que peregrinan a esta Casita Sagrada tras la Cruz Sagrada de tu Hijo en este tiempo de gracia y abre para todos los pórticos de esperanza donde se sanen las heridas de los corazones rotos y se rompan las cadenas que nos mantienen esclavos del pecado y prisioneros del odio.
“Y concede a tu pueblo que peregrina en la Arquidiócesis de México y a todos aquellos que con fe acudan a este lugar, la alegría del espíritu para caminar con renovada esperanza hacia la meta deseada”, pidió el Arzobispo Primado para acto seguido abrir el pórtico principal para que los fieles ingresaran y obtuvieran la gracia de la Indulgencia Plenaria, cumpliendo los requisitos establecidos por la Iglesia: confesión, comunión y orar por las intenciones del Papa Francisco.
Con tres golpes de su báculo a la puerta principal, acompañados del grito “¡Cristo Vive! ¡En medio de nosotros!” las ocho puertas de la Basílica de Guadalupe se abrieron de par en par para dar la bienvenida a la celebración y a la fiesta del Año Jubilar 2025.
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