Luego de cinco años de estar al frente de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el padre Ricardo Valenzuela Pérez cumple este ciclo satisfecho de haber cumplido con los objetivos trazados, pero sobre todo, “agradecido con Dios” porque le permitió vivir la experiencia de servir en este majestuoso, monumental e histórico templo católico.
En entrevista con Desde la fe, y luego de estar un lustro como rector de la Catedral de México y Deán del Cabildo Metropolitano, el padre Valenzuela Pérez hace un recuento de su paso por esta grandiosa e icónica edificación que embellece el Centro Histórico de la capital del País.
“La Catedral es un lugar que habla por sí sola, narra su historia, narra su fuerza cautivadora desde el punto de vista artístico y, por qué no decirlo, monumental. Es un edificio que es extraordinario y que valdrá la pena seguir conservando”, aseguró durante la charla realizada en la Sacristía.
Para el padre Ricardo Valenzuela el estar los últimos cinco años como rector de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México representó, además de un honor y una alegría, un gran reto, por lo que implica pastoral e históricamente.
“Representó un gran reto, un honor, una alegría, varias horas de no dormir, con insomnio consecuente, porque es una casa muy grande, la casa de Dios más bella que yo haya visto en estos lares y, por lo tanto, empezar la labor fue con temblor y con temor, pero con mucha alegría porque es un lugar extraordinario que presentaba varias dificultades y por lo tanto también varios retos.
“Podríamos decir esto, dificultades en el tema de mantenimiento y de reconstrucción, retos también pastorales, retos que tienen que ver con los tiempos, con las gestiones y bueno fue un tiempo de mucho aprendizaje”, indicó.
Al preguntarle sobre el legado que deja, el sacerdote aseguró que lo que queda es “el legado de la comunidad”, porque siempre “hemos de trabajar todos en conjunto para seguir manteniendo, como lo dicen los especialistas, en buen nivel por la que es la joya de la corona”.
Sostuvo que de lo que se debe tomar conciencia es sobre el cuidado del patrimonio que representa la Catedral para la humanidad, porque además de ser la más grande del continente, es una de las 15 más bellas del mundo, por lo que es un lugar que demanda mucho y en el que hay que estar 24 por 7, esto es, los 365 días del año.
“Me parece que el poder cobrar conciencia de la grandeza y magnitud del inmueble, con todo lo que ello representa en valor artístico, histórico, cultural, litúrgico y religioso, no puede, por lo tanto, hacerse a un lado, no puede dejarse como en un tema de media administración, de media gestión. Por lo tanto el legado es poder continuar en la conservación del lugar”, aseveró.
Para el padre Valenzuela Pérez los mayores logros que se alcanzaron durante su gestión fueron las cuatro etapas de restauración que se llevaron a cabo en diferentes áreas de la Catedral Metropolitana, ya que representaron el arranque de una serie de trabajos que se deben seguir realizando durante los próximos años.
¿Pero, en qué consistieron los acciones que se llevaron a cabo en dichas etapas? El padre Ricardo Valenzuela nos las explica de manera puntual:
En la primera restauración se logró recuperar, después de muchos años, y utilizar recursos provenientes del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). Eran 20 millones de pesos que con el paso de los años se fueron devaluando.
“Sirvieron para la colocación del sistema de pararrayos, ya que la Catedral ya no tenía los pararrayos funcionales; arreglar la linternilla que hizo Manuel Tolsá, que estaba en dificultades y erradicar la flora nociva, estamos hablando de 3,300 árboles y 4,300 plantas, con 20 especies animales en las bóvedas.
“Eso más el arreglo de la grieta histórica, nos dio la oportunidad de ver que la Catedral necesitaba mucho trabajo; a lo que debemos aunar la modernización del sistema eléctrico para evitar algún incendio como sucedió en – la Catedral de Notre Dame – de París”, indicó.
En la segunda etapa se recuperaron 56 millones de pesos procedentes del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden), con los que se arregló la cúpula que tenía con grietas importantes, había dificultades en la estructura de toda la mampostería, se levantaron los mosaicos, la talavera, del extra-dos y el intra-dos, y se cambió por completo todo el aplanado.
“Al tiempo que se arreglaron las dos torres campanario, que se reforzaron y se les inyectó una lechada para poderlas dejar firmes. Recordarán que desde el 2017 se dejaron de tocar las campanas y al término de esta restauración, en 2023, para la Pascua de ese año, ya se pudieron volver a tocar todas las campanas; me parece que fue un momento también muy importante”, recordó.
En la tercera etapa se trabajó con 11 millones de pesos de recursos federales procedentes del Programa Nacional de Reconstrucción 2023, que se destinan a los edificios de todo el País que resultaron afectados por los sismos.
Con dichos recursos se hizo el arreglo del tambor de la cúpula, la famosa grieta histórica, se arregló el enladrillado y se pudo atender una grieta que corría de norte a sur hasta donde están las virtudes teologales.
“Por lo tanto, hubo que hacer maravillas y milagros para lograr esto, porque para la magnitud del trabajo 11 millones de pesos eran muy poquitos. De hecho, hablando con la empresa y con la Federación, la Catedral tuvo que pagar una parte extra para poder llegar hasta el final en el arreglo de esta grieta. Y también fue un momento de mucha alegría”, explicó.
En la cuarta etapa, que todavía no concluye, se arregló la bóveda de El Sagrario, sobre todo porque en “la caída”, por así decirlo, de la cúpula se presentaban en el área norte y en el área sur unas grietas de importancia considerable y aunque, evidentemente falta mucho por hacer ahí, pero como el recurso fue asignado solamente para daños por sismo, a través del Programa Nacional de Reconstrucción, solo se retomó esto.
Con los sismos se afectaron los vitrales de Mathias Gerritz, por lo que se arreglaron 10 de ellos, que en este momento se están terminando los trabajos, y se está arreglando una grieta que está frente al Altar de Reyes, atrás del Altar Mayor, y por fuera se está levantando el enladrillado.
“En los próximos días se levantará todo el aplanado del intra-dos, para poder ver el estatus de la grieta, poderla coser e inyectar, y después otra vez volver a colocar enladrillado y volver a colocar aplanado al interior”, apuntó.
Al referirse a los más grandes recuerdos que se llevará y atesorará, luego de cinco años al frente de la Catedral Metropolitana, el padre Valenzuela destacó como los más representativos la fe del pueblo; la búsqueda de Dios por parte del pueblo; los momentos en los que la gente ora; la exposición con el Santísimo que se inició durante la pandemia y que se ha decidido mantener para que por medio de las redes tenemos los fieles lo sigan viendo; y las fiestas del Señor del Veneno.
Pero también, subrayó se llevará el recuerdo de ver cómo la Catedral Metropolitana iba quedando, poco a poco, limpia y arreglada luego de las diferentes restauración que se le realizaron, pasando por momentos de muchísimo polvo y de mucho ruido, hasta llegar a encontrar limpio el escenario.
“Para mí la Catedral es un lugar que habla por sí solo, narra su historia, narra su fuerza cautivadora desde el punto de vista artístico y, por qué no decirlo, monumental. Es un edificio que es extraordinario y que valdrá la pena seguir conservando.
“Cuando empezamos las restauraciones, me acuerdo que los especialistas a varios niveles -arquitectos, restauradores e ingenieros-, hablaban de que había un abandono de entre 30 y 100 años de varias áreas. No olvidaremos el momento en el que quitando basura detrás de un retablo aparece un periódico fechado en septiembre del 1950, lo que significaba que desde esa época no se limpiaba ahí”, aseveró el sacerdote.
Durante la entrevista con Desde la fe, el padre Valenzuela Pérez reiteró que la Catedral de México es un lugar extraordinario, “que lo hicieron bien y lo hicieron a conciencia”, pese a que se tardaron 240 años en terminarla, lo que se ha constatado ahora que se han metido a todos los entresijos y a todos los lugares más recónditos que tiene.
Por ello, hizo un llamado a los fieles y a las autoridades federales para que se mantenga y refuerce el trabajo de restauración que se ha realizado, que se enfoque inicialmente con los problemas de hundimientos diferenciales que tiene el edificio, que se proyecta en las bóvedas de una manera peligrosa y dramática, sobre los que hay varios estudios realizados, que no se pueden dejar a un lado.
“Estamos terminando la cuarta etapa de restauración y calculo al menos unas 20 etapas más que tienen que realizarse, lo que significa que hay que seguir tocando puertas, hay que seguir buscando apoyos, hay que seguir orando mucho para lograr esto. Entonces, es un trabajo de todos”, subrayó.
El padre Ricardo Valenzuela Pérez invitó a los fieles y visitantes, sobre todo a quienes aún no la conocen, a “desafiar los retos que ofrece la ciudad”, como los bloqueos que se tienen cotidianamente para acceder al centro, para conocer y admirar la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, para se den cuenta de que es un lugar extraordinario.
“Con ello hoy, al subir las virtudes teologales en la etapa de restauración pasada, podemos ver que la fe, la esperanza y la caridad, mantienen no solamente la fe de una comunidad, sino que son el emblema de que la comunidad cree en Dios, mantiene su esperanza, su fe y tiene que mantenerse unida por el amor”, indicó.
Muchos. El coro, el Altar de Reyes, la Sacristía, la Sala Capitular, el Salón de Arzobispos. Creo que no hay un lugar que no me guste. ¿Y por qué? Porque son lugares extraordinarios, con historia, con arte, que también han representado la propia dificultad de mantenimiento, de construcción, de decoración y de todo lo que ello en el tiempo ha representado.
“Que debemos seguir unidos, mantenernos en oración, valorar el trabajo que han hecho nuestros ancestros para lograr esta obras de arte y entender que en la actualidad es muy fácil descartar lo viejo y me parece que hoy no podemos entrar en esa cultura de descarte.
“Aunque la Catedral va a cumplir sus 500 años no es simplemente una pieza antigua que hay que descartar. Es una pieza que hay que seguir revalorando y embelleciendo para seguir regresándole el esplendor que en el tiempo y por el descuido fue perdiendo”, concluyó el padre Ricardo Valenzuela Pérez.
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