Pepe Rodríguez, jurado de Masterchef: “Nunca me he emocionado al comer; al comulgar, sí”
Religión en Libertad Pepe Rodríguez es considerado uno de los mejores cocineros de España y así se lo han reconocido en su gremio con dos estrellas Michelín. Pero la verdadera fama le llegó con el popular programa de Televisión Española, ‘Masterchef’, en el que actúa de jurado y en el que temporada tras temporada se ha […]
Religión en Libertad
Pepe Rodríguez es considerado uno de los mejores cocineros de España y así se lo han reconocido en su gremio con dos estrellas Michelín. Pero la verdadera fama le llegó con el popular programa de Televisión Española, ‘Masterchef’, en el que actúa de jurado y en el que temporada tras temporada se ha ganado el cariño de millones de espectadores con su naturalidad.
Pese a ser ya un personaje público que ha entrado en los hogares de muchos españoles son muy pocos los que conocían que es un católico practicante que va a misa todos los domingos y que intenta vivir su fe de manera coherente.
Los Cursillos que le hicieron ver que era ser cristiano
En una entrevista con José Antonio Méndez para la revista Misión, Pepe Rodríguez explica el papel que juega en su día a día la fe y cómo unos Cursillos de Cristiandad le cambiaron la vida.
Casado y padre de tres hijos, Rodríguez dirige El Bohío, restaurante que fundó su abuela y del que su madre era la cocinera. Tras abandonar los estudios se centró en la cocina hasta convertirse en uno de los chefs más reconocidos del país.
Sobre su fe, Pepe afirma que “siempre he sido un cristiano de misa y vermú, pero un Cursillo es algo muy potente. En esos tres días me di cuenta de lo que significa ser cristiano y de quién es Dios”.
“Me reconozco dentro de la Iglesia”
Preguntado precisamente sobre quién es Dios para él, el dueño de El Bohío afirma convencido que “es la fuerza, el motor de todo. El que te hace estar en lo bueno, en lo malo y en lo regular. No sé si a veces me quedo demasiado detrás y no explico que soy cristiano, pero que no me veo dando explicaciones, sino demostrándolo en lo que hago”.
En su pueblo, la localidad toledaña de Illescas, nadie se sorprende de verle en misa aunque sí genera sorpresa cuando está de viaje. “Llevo toda la vida yendo a misa -agrega-, y me reconozco dentro de la Iglesia”.
Y por ello, la Eucaristía es algo más que un complemento en su vida. Pepe Rodríguez asegura que “comulgar es lo que más me alimenta”.
“El alimento espiritual no tiene comparación”
“A veces hay gente que, después de comer, me dice: ‘Me has emocionado, casi levito’. Y yo pienso: ‘Este es tonto’. A mí me encanta comer y lo he hecho en los mejores restaurantes, pero nunca me he emocionado al comer. Y al comulgar, sí. El alimento espiritual no tiene comparación”, explica el jurado de ‘Masterchef’.
Pepe es consciente que ser católico no es ir a la moda de los tiempos y que “a muchos cristianos, a mí el primero, nos cuesta decir que soy un poco más feliz por lo que creo. El mundo de la tele es Babel, y Sodoma y Gomorra, y a veces me cuesta mostrarme, así que prefiero actuar. En ciertos ambientes, si explicas las cosas no te entienden, pero el ejemplo la gente lo capta. No hay una única manera de evangelizar”.
El sacerdote que marcó su juventud
En esta vida de fe le marcó profundamente un sacerdote, clave en su adolescencia. “Cuando salía con mis amigos por Illescas, muchas noches veía a don José Soriano, uno de esos maestros de la vieja escuela, que alternaba con yonquis. Me admiraba ver a ese hombre de 65 años ayudando a toxicómanos, así que tras hacer un Cursillo (de Cristiandad), me lo crucé un día y le dije que quería echarle una mano. Estuvimos años ayudando a jóvenes que estaban enganchados a todo, e hicimos cosas importantes por ellos”.
De él aprendió mucho pues “tenía una fe muy grande y lo dejaba todo en manos de Dios. Decía: ‘El Señor nos ha metido en esto y Él nos sacará. Hay muchas cosas que hacer, así que no te pongas a filosofar. Ponte a lo que hay que hacer y confía en Él’”.
La importancia de la familia
Y junto a la fe, la familia es el otro gran pilar en la vida de Pepe. “Es lo más bonito del mundo. Mi mujer se llama Mariví, y mis hijos, María (14 años), Jesús (12), y Manuela (8). La rutina es dura, pero hay que llevarla. Tengo que buscar muchos momentos e intento que la calidad compense la cantidad”.
Pese a tener un trabajo muy absorbente, el cocinero toledano asegura que “veo matrimonios que llevan una vida más llevadera, y que se separan. ¿Cuál es la clave? Nosotros nos entendemos y, además de la familia, hay un amor que nos une mucho”.