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El reto para las familias de México después del 19-S (Parte 2)

Por Paulette Luca Cataño. En el artículo anterior hablamos sobre cómo Cristo nos acompaña y fortalece como familia y país en estos momentos difíciles. También hablamos sobre el reto de permanecer unidos como familia y sociedad manteniendo una actitud de esperanza y ayuda a nuestros hermanos más necesitados. Ahora hablaremos sobre otro aspecto importante en […]

Por Paulette Luca Cataño.

En el artículo anterior hablamos sobre cómo Cristo nos acompaña y fortalece como familia y país en estos momentos difíciles. También hablamos sobre el reto de permanecer unidos como familia y sociedad manteniendo una actitud de esperanza y ayuda a nuestros hermanos más necesitados. Ahora hablaremos sobre otro aspecto importante en este reto, que es cómo superar personalmente, como familia y como comunidad este suceso.

Es importante recordar que cada persona tiene un modo diferente de reaccionar ante situaciones difíciles. La personalidad, la capacidad de cada uno de afrontar una situación, las circunstancias y su red de apoyo social son algunos factores que condicionan la respuesta de una persona.

A continuación se mencionan cinco consejos que pueden ser un apoyo emocional para nuestra familia o comunidad:

 

Escuchar: Podemos buscar a una persona, familiar o amigo, con quien platicar nuestra experiencia. Platicar y expresarse es saludable para la mente. Por otro lado, puedes ser tú quien escuche a tu hijo, hacerlo sentir acompañado, darle una palabra de consuelo, darle un abrazo, una sonrisa, y de esta manera ayudarle a superar lo que pasó. Otro ejemplo podría ser si platicas con algún familiar o amigo; juntos analicen el problema y posibles soluciones. Pueden reflexionar sobre cómo superar un miedo y volver a tener esperanza.

 

Informarse: Tener información actualizada sobre lo que pasa cada día, como noticias o lugares donde podemos apoyar, causa, de manera positiva, que seamos más conscientes de la realidad y de nuestro entorno. Con esto en mente, podremos saber qué tipo de ayuda emocional o material es la que realmente necesita una familia o comunidad. Informarse sin ver en exceso noticias sobre el tema.

 

Buscar apoyo: Como seres sociales, necesitamos relacionarnos con los demás. Si conoces a una persona que tuvo una pérdida de algún ser querido, hay que animar a la persona a que se exprese, ser un apoyo, fortalecer su autoestima, acompañarla en este proceso de aceptación y de cómo continuar su vida. Otro caso sería el de una familia que perdió su casa. También hay que acompañarla y ayudarla en este proceso que tomará tiempo. Sería ideal que se crearan redes solidarias de apoyo en la familia o en la comunidad que quieres ayudar.

 

Dar sentido: Ya sea con tu pareja, con tus hijos, con algún familiar o con alguna persona que no conoces pero que quieres ayudar emocionalmente, es importante dar un sentido al dolor, pérdida o sufrimiento. No podemos cambiar lo que pasó, pero sí podemos cambiar la forma de superar la adversidad. Como mencionábamos en el artículo anterior: si estás vivo es porque tu misión no está terminada. De esta manera, habría que preguntarse el para qué y no tanto el porqué de lo que vivimos.

 

Hacer oración: Con la ayuda de la oración, nuestra familia y nuestro país permanecerá unido. La Iglesia dedica este mes a la Virgen María con el rezo del Santo Rosario. Puedes rezar un Rosario en familia o con tus amigos por los rescatistas y voluntarios, por ejemplo.

 

Estas son algunas ideas para que juntos superemos esta etapa y tengamos un crecimiento y aprendizaje de lo que vivimos. Si sientes que necesitas hablar con un especialista, puedes contactarnos al número que está en la parte superior de este artículo.

 

No perdamos la esperanza, y que este reto que tenemos por delante se transforme en acción por medio del amor y servicio a los demás. Dice el Salmo 46: “El Señor es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros. Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar; aunque bramen y se agiten sus olas, y con su ímpetu sacudan las montañas. El Señor de los ejércitos está con nosotros”. Con esta oración en mente, de algo podemos estar seguros: Dios nos acompaña y no nos abandonará.