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Sínodo en camino: De la esperanza de los jóvenes a las expectativas de la Amazonía

12 julio, 2019
Sínodo en camino: De la esperanza de los jóvenes a las expectativas de la Amazonía
Los jóvenes, el combate a la pederastia y las misiones abarcan la agenda del Papa Francisco.

Del sínodo sobre los jóvenes al de la Amazonía. Es el camino que está haciendo la Iglesia en vista de la próxima asamblea especial que se celebrará en octubre. Partiendo de las esperanzas de renovación despertadas por la confrontación con las nuevas generaciones, se mira hacia la región del Amazonas para lanzar un fuerte mensaje pastoral y social que apunta hacia la ecología integral, a la luz de la Laudato si’. Lo explica en esta entrevista con L’Osservatore Romano el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo de los obispos.

El octubre pasado se concluyó el sínodo de los obispos sobre los jóvenes. ¿Qué perspectivas se abren para la pastoral en este ámbito?

En primer lugar, me gustaría decir que la asamblea sinodal sobre los jóvenes fue una hermosa experiencia eclesial y humana, que ha enriquecido a todos, tanto dentro como fuera de los trabajos. El enfoque y la participación coral y serena de los participantes fueron significativos, comenzando por los jóvenes que dieron lo mejor de su experiencia y entusiasmo, tanto como para constituir, en mi opinión, una referencia que podría seguirse en la vida pastoral de las Comunidades eclesiales. El documento final expresa esta profunda experiencia de la Iglesia: invito a leerlo detenidamente.

¿La Iglesia de hoy da espacio a las ganas de protagonismo de los jóvenes?

Sin lugar a dudas, los jóvenes ya son parte de la Iglesia y es apropiado que se involucren cada vez más en su vida concreta, aportando su creatividad, su impulso vital, su carga espiritual. Por lo tanto, es una cuestión de favorecer y apreciar su participación, y también dar la bienvenida a los organismos de decisión sobre la contribución que pueden aportar, siempre con el espíritu de una correcta sinodalidad. Y al mismo tiempo, es importante comprometerse a acompañarlos en su viaje de seguir a Jesús, dedicándoles tiempo. Son los jóvenes mismos quienes preguntan a sus pastores y adultos en general. Concretamente, es necesario estar presentes en los lugares donde pasan el día, saber escuchar sus dudas y sus incertidumbres, así como sus esperanzas y su deseo de bien. Debemos estar cerca de ellos para poder decir en el momento adecuado la Palabra, en mayúsculas e indicarla con nuestro propio testimonio de vida. Más que grandes sermones o discursos convincentes, los jóvenes de hoy necesitan tener personas creíbles al lado, que encarnen la novedad del Evangelio, al tiempo que reconozcan sus limitaciones y dificultades.

El que concluyó en octubre fue el primer sínodo en el que se aplicaron las nuevas normas de la constitución apostólica Episcopalis communio. ¿Con qué resultados?

Este documento ha renovado profundamente el sínodo de los obispos, basándose en la experiencia adquirida durante cincuenta años, con una aceleración en los últimos años con el Papa Fran- cisco, teniendo en cuenta las innovaciones introducidas en las últimas asambleas sinodales. Lo que el sínodo sobre los jóvenes ha hecho emerger es, ante todo, la novedad más significativa del nuevo texto papal: la transformación del sínodo desde un evento a un proceso, en el cual no solo los obispos, sino también todos los demás miembros del pueblo de Dios, están involucrados de varias maneras. Este proceso, que ya comenzó con dos etapas en aquel sobre la familia, se consolidó en tres fases, que se vieron en el sínodo sobre los jóvenes: la fase preparatoria, que duró dos años y culminó en la reunión pre-sinodal de marzo del año pasado; la fase de asamblea, que se celebró en octubre; y la fase de implementación, que implica al dicasterio competente, las conferencias episcopales, las Iglesias particulares y todos los demás organismos eclesiales. Esta última fase nos hace comprender que los resultados de la renovación aún no son todavía visibles, pero solo lo serán con el tiempo.

¿Cuáles fueron las novedades más relevantes?

Durante la fase de celebración, se refirieron a: la entronización inicial del libro de los Evangelios, que visiblemente recordó a todos que «el magisterio no es superior a la Palabra de Dios, si- no que está a su servicio», como leemos en el número 10 de la Dei Verbum; el mayor espacio reservado a los círculos menores, para fomentar el libre intercambio de opiniones entre los Padres sinodales; Las nuevas modalidades para la elección de los organismos sinodales, incluido el consejo de la Secretaría General, aumentaron en su com- posición y representatividad.

¿Cuál es, en sustancia, el mensaje que el sínodo de los jóvenes lanzó?



Es un fuerte mensaje de confianza y esperanza. Confianza en los jóvenes, en sus capacidades, en su deseo de vivir una vida plena y significativa, en la corriente del amor sincero y del bien auténtico que está presente en su corazón. Como se dice en la carta que los Padres sinodales les dirigieron, los jóvenes son el presente de la Iglesia y de la sociedad y están invitados a ser un futuro aún más brillante. Y luego, un mensaje de esperanza. Sí, de esperanza, porque la necesitamos hoy, en un mundo donde en el horizonte se ven nubes y niebla espesa en las avenidas de la vida juvenil. Ya en el documento final de la reunión pre-sinodal, elaborado por los jóvenes, señalan con amargura las muchas dificultades que encuentran para tener espacios y personas que les ayuden a soñar, y a mira hacia el futuro, no como viejos jubilados. La asamblea sinodal enfatizó que en los jóvenes existe una búsqueda sincera de significado y verdad, existe el deseo de asombro y de maravilla, el deseo de contribuir a crear un mundo mejor, más humano y más divino en el lugar al mismo tiempo. Los jóvenes son capaces de descubrir a Jesús, no solo una figura histórica, sino también el Se- ñor presente en su vida cotidiana. Así que hay muchos signos positivos que alimentan la esperanza. He visto el sínodo sobre los jóvenes como el sínodo de la esperanza, como la oportunidad correcta y prometedora para renovar las estructuras y formas pastorales en la Iglesia, y como una referencia fuerte para la sociedad y las demandas civiles. Los jóvenes nos piden que les ayudemos a traducir esta esperanza en una realidad vivida.

Ahora se mira al próximo sínodo dedicado a la Amazonía, ¿cuáles serán, a grandes rasgos, los temas que se tratarán?

Al convocar el sínodo sobre la Amazonía en noviembre de 2017, el Papa quiso centrarse en una región de la tierra de extrema importancia y urgencia para la Iglesia y para el planeta. El tema será: «Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral». Toca dos aspectos muy significativos y al mismo tiempo comprensivos. El primero se centra en la misión de la Iglesia en la región amazónica con una investigación y reflexión sobre temas eclesiales que van desde la catequesis a la formación cristiana, desde la vida sacramental litúrgica a la vida consagrada y la vida ministerial, desde la inculturación hasta la religiosidad popular. El segundo, vinculado al primero, es el aspecto de la ecología integral, que se propone como una alternativa real a la crisis de la selva amazónica, un pulmón de capital importancia para el planeta y la defensa de las poblaciones que habitan ese inmenso territorio. Obvia- mente, el tema incluye la ecología ambiental, social, cultural, política y económica del planeta, la cuestión indígena, la educación y la espiritualidad ecológica.

¿Por qué se ha sentido la necesidad de un sínodo específico para esta región?

Se trata de un sínodo especial. La región de la Amazonía ha sido una preocupación de Francisco desde que era cardenal arzobispo de Buenos Aires, que se volvió aún más apremiante con motivo de la quinta conferencia general del episcopado de América Latina y el Caribe celebrada en Aparecida, Brasil, en 2007. El documento que salió de él, escrito por el mismo Arzobispo Bergoglio, habla explícitamente de la Amazonía con acentos dramáticos en referencia a la protección de la biodiversidad y la rica diversidad social, representada por diferentes pueblos y culturas. Con respecto a esos pueblos, el Papa Francisco, que puso el pie en el territorio amazónico en Puerto Maldonado en enero de 2018, dijo que es urgente aceptar la contribución esencial que ofrecen a toda la sociedad, porque su visión del cosmos, su sabiduría, tiene mucho que enseñarnos a nosotros que no pertenecemos a su cultura.

¿Se hablará también de actualidad social y económica, además de pastoral?

Ciertamente. La Amazonía es una vasta región de inmensos recursos relacionados con intereses mundiales gigantescos. El Papa Francisco, en el discurso mencionado, estigmatiza esta realidad y enumera las amenazas que el territorio amazónico está soportando: por un lado, el nuevo extraccionismo y la fuerte presión de los grandes intereses económicos que dirigen su codicia por el petróleo, el gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales; Por otro lado, la amenaza de ciertas políticas que promueven la «conservación» de la naturaleza sin tener en cuenta al ser humano ni en concreto a las poblaciones amazónicas. Hoy, la Iglesia se mueve con un sínodo especial para involucrar al mundo católico y todas las organizaciones responsables de salvaguardar la creación, el medio ambiente y la ecología. Y quiere lanzar el fuerte mensaje de ecología integral, a la luz de la encíclica Laudato si’, para decirle a todos que es necesario reflexionar y crear nuevas estrategias para acelerar los procesos de respeto y conservación de la creación, que es el hogar común. La ecología integral va de la mano con la misión de la Iglesia, que con este sínodo quiere encontrar y realizar nuevos caminos para una evangelización nueva y efectiva de los pueblos que habitan esa tierra.

Nicola Gori





Autor

L'Osservatore Romano, el periódico del Vaticano. Edición para México. 

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