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Lectio Divino: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”

Lectura del Santo Evangelio En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el […]

Lectura del Santo Evangelio

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reinado no tendrá fin”. María le dijo entonces al ángel: “podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.


Mons. Salvador Martínez Ávila

 

Reflexión

Después de haber leído varias veces el texto, me detengo en la primera palabra del saludo de san Gabriel a la Virgen: “Alégrate” ¿Es un deseo, una orden o una declaración? (momento de silencio interior…) Más allá de que en la cultura “jaire” (alégrate) esta es la forma ordinario de saludar, así como en el hebreo es “Shalom” (salud), o en latín es “salve” o “ave”, me viene pensar que el saludo contiene un poco de deseo, un poco de orden y un poco de declaración. El deseo indica el modo de relación positiva y armónica, “Alégrate”, podría sintetizar frases como: deseo que te encuentres a gusto, de buen ánimo. Como orden puede implicar la antesala de una buena noticia y puede esconder frases como: vengo con buenas nuevas, te traigo un anuncio gozoso. Por último, como declaración, serviría para reconocer el estado de ánimo que emana de alguien y representaría expresiones como: ¡Qué bien te ves! La siguiente palabra del saludo, “llena de gracia”, es una declaración. En un  segundo momento me interesa detenerme a reflexionar sobre la reacción de la Virgen al saludo, “ella se inquietó por este saludo”, ¿qué significa esto? (momento de silencio interior…) La primera imagen que acude a mi mente es considerar que María usaba su propia mente, no era alguien que acallara por desidia o por flojera los datos que le sorprendían, sino que se detenía a tratar de comprender. Me viene también el pensar que ante situaciones fuera de lo común no huía, sino que afrontaba el reto. A manera de actualización, podemos preguntarnos ahora si en algunas ocasiones el Señor nos ha salido al encuentro y nos ha saludado ¿Habré sido capaz de dejarme inquietar por Él, sin huir, sin banalizarlo, aplicando mi mente a desentrañar el sentido de su venida? (Momento de silencio interior…) Como último punto de mi reflexión deseo detenerme en la última respuesta de María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Momento de silencio interior…) María no pidió ser la madre del Mesías, mucho menos habrá pasado por su mente ser madre de Dios. A ella llegó sorpresivamente y trató de aplicar todas sus capacidades humanas para procesar aquello que se le anunciaba, pero a final de cuentas nada sucedería si ella no aceptaba, si ella no expresaba su adhesión. María lo hizo de forma incondicional. Considerarse a sí misma “esclava del Señor”, no pudo haber sido una ocurrencia improvisada, más bien fue la expresión de una convicción profunda, madurada en sus tiempos de oración y de trato interpersonal con su familia y con su pueblo. De la misma manera pienso que tener la certeza de que sucederían las cosas según aquello que había dicho el ángel era lo más natural. María no era mujer desidiosa ni huidiza, aunque no comprendiera algo, le daba vueltas en su interior, así pues combina magistralmente, mente y afecto. Confía en lo que su fe le dice que puede confiar.

 

Contemplación

Acompañemos a María en la experiencia de dejar que el Espíritu de Dios venga a nosotros, con ayuda de nuestra imaginación ubiquémonos en ella y permanezcamos en atención amorosa a su venida haciendo un momento prolongado de silencio interior…

 

Oración

A unas cuantas horas de celebrar tu nacimiento, Señor, me he detenido a considerar con cuánta delicadeza se fue preparando tu llegada. En particular agradezco que me hayas puesto como ejemplo a tu Santísima Madre, la Virgen María. En ella veo que no te arrepentiste nunca de darnos inteligencia y libre albedrío, podemos pensar y podemos decidir. En ella, también, me has puesto el ejemplo de una persona que ha decidido y es consecuente con su pertenencia, “soy la esclava del Señor” resuena una y otra vez en mi interior como una expresión de madurez que perdura en el tiempo y que a ella le permitió dar la respuesta positiva a lo que le pedías. Así también hoy, Señor, deseo renovar la convicción de que Tú eres mi Señor y en coherencia con ello te pido que tu voluntad se cumpla también en mí y en todos los que están en torno. Amén.

 

Líneas de acción

Podemos estar atentos a las sugerencias de amor y servicio que el Señor nos ponga delante en estos días.