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Lectio Divina: “Ayudar más y mandar menos…”

Lectura del santo Evangelio

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús, Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. Él les dijo: “¿Qué es lo que desean?”. Le respondieron: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replico: “No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?”. Le respondieron: “Sí podemos”. Y Jesús les dijo: “Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado”. Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: “Ya ven que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino servir y a dar su vida por la redención de todos”. (Mc.1035-45)

“Ayudar más y mandar menos…”

P. Óscar Arias

Apenas el domingo pasado, leíamos la historia de alguien conocido también como el “joven rico”. Y se le puso precisamente este sobrenombre en algunas biblias porque el texto nos menciona que en lugar de ir tras de Jesús y convertirse en uno de sus discípulos, se fue apesadumbrado, literalmente: “se le oscureció el rostro”, porque tenía muchos bienes. Jesús aprovechó para decir: qué difícil será para los ricos entrar en el reino de Dios.

Todavía, dentro de esta dinámica de incomprensión sobre lo que Jesús les está proponiendo, en el Evangelio de hoy, los hijos de Zebedeo piden, casi comprometiendo a Jesús a no negarse, a concederles lo que habrán de pedir. Y ¿qué es eso?, pues un espacio de relevancia y reconocimiento; Juan y Santiago piden sentarse uno a la derecha y otro a la izquierda cuando estuviera en su gloria.

¡Qué pena!, ¡qué tristeza para Jesús! Que no lo entienden sus más allegados, a quienes más tarde llamará amigos, no siervos; mientras Él les está proponiendo verdaderas aventuras para su vida, dejar todo, casa, familia, tierras, etc., para ir en pos del Reino, para instaurar una nueva forma de relacionarse los unos con los otros, con criterios diversos a los que el mundo ofrece, sus seguidores se encuentran completamente empantanados en la forma de razonar, en la manera en que ven las cosas y la misma tarea de Jesús, lo ven como un “escalafón” que hay que escalar, quieren adelantarse a los otros, no sea que les vayan a ganar el lugar y la importancia en esa nueva administración. ¡Qué vergüenza habrán sentido Santiago y Juan! cuando descubrieron más tarde, lo que estaban sugiriendo: ser más que los demás, ocupar puestos de relevancia en ese nuevo Reino. ¡Señor Jesús, ayúdanos a ser alegres cuando servimos a los demás!



Esta semana ayudemos más y mandemos menos.

Leer: Lectio Divina: Dar a los pobres





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