El Papa Francisco abre la segunda Puerta Santa en una cárcel de Roma: “Nunca perdamos la esperanza”
El Papa abre la Puerta Santa de la cárcel Rebibbia en Roma, segunda del Jubileo 2025, como símbolo de esperanza para los reclusos.
En el marco de la solemnidad del martirio de San Esteban, el Papa eligió este 26 de diciembre, último jueves de 2024, para abrir personalmente la segunda Puerta Santa del jubileo ordinario de la Iglesia Católica, un gesto fraterno que refleja su cercanía hacia las personas encarceladas.
Tras explicar que abrir la puerta es un “bonito gesto”, el pontífice dejó claro que “más importante es abrir el corazón, tener el corazón abierto, y eso lo hace la fraternidad”, pues “la gracia de un jubileo es abrir el corazón a la esperanza”. Y fue enfático al afirmar que “la esperanza no defrauda jamás”.
“He querido abrir la puerta hoy aquí, la primera en San Pedro; para la segunda he abierto la vuestra. Es un bonito gesto el de abrir las puertas. Pero más importante de lo que significa es abrir el corazón, esto es más importante: tener corazones abiertos”, dijo el papa tras la lectura del evangelio.
Explicó que “esto lo hace la fraternidad” y sostuvo que “los corazones cerrados o duros no ayudan a vivir. Por eso la gracia de un jubileo es abrir. Y sobre todo, abrir los corazones a la esperanza”.
Al igual que tras la apertura de la primera Puerta Santa, la noche de Navidad en la basílica de San Pedro, el pontífice reiteró que “la esperanza no defrauda jamás”.
“Piensen bien en esto, también yo lo he pensado. Porque en los momentos malos uno piensa que todo se ha acabado, que ya no se va a resolver nada. Pero la esperanza jamás defrauda”, dijo.
Papa Francisco: “¡No perdamos la esperanza!”
El Santo Padre se refirió a la esperanza como a un ancla que se lanza y de cuya cuerda nos sentimos seguros al fijarla. En tal sentido, insistió:
“No perdamos la esperanza. La esperanza jamás defrauda. A veces la cuerda es difícil, incluso te daña las manos, pero se tira de la cuerda. Siempre con la cuerda en la mano, girando el horizonte con el ancla que te lleva adelante. Siempre hay alguna cosa que te hace ir hacia adelante”, dijo.
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Primero, tengamos “la mano en la cuerda. Y segundo, las ventanas abiertas, las puertas abiertas. Pero sobre todo la puerta del corazón”, porque “cuando el corazón está cerrado se convierte en una piedra, no se tiene ternura”, abundó.
“Cada uno sabe cómo hacerlo. Cada uno sabe dónde está cerrada o semicerrada la puerta. Dos cosas les digo: la primera, la mano en la cuerda con el ancla de la esperanza. La segunda, abran las puertas del corazón”, indicó.
“Hemos abierto esta puerta, que es una señal de la puerta de nuestro corazón. Les deseo un gran jubileo. Y os deseo mucha paz. Y todos los días yo rezo por vosotros. De verdad. No son palabras bonitas, no es una forma de hablar. Realmente rezo por ustedes y por favor vosotros rezar por mí”, concluyó.
“¡Tengamos los corazones abiertos!”
Se trata de la décimo quinta vez que el Papa Francisco visita una cárcel. Un gesto excepcional cercanía y lleno de un notable simbolismo, a tono con la línea de su pontificado. Ya el Papa había visitado el recinto carcelario en 2015 cuando les lavó los pies, un Jueves Santo, a 12 reclusos; algo que volvería a hacer, como un gesto a mujeres, este 2024. Sin embargo, en esta ocasión, dijo que su visita es como “peregrino de la esperanza”.
Ya en la bula de convocación del jubileo ordinario del año 2025, el Papa llamó a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria. “Pienso en los presos que, privados de la libertad, experimentan cada día —además de la dureza de la reclusión— el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto”.
En esa ocasión, dijo confiar en que “sea para ellos un símbolo que invita a mirar al futuro con esperanza y con un renovado compromiso de vida”.
Particularmente conmovedor y sencillo, el rito contó con un coro integrado por veinte internos. Además, varios presos participaron como monaguillos y al momento de hacer las peticiones.
También le entregaron algunos obsequios, incluido un cuadro de Jesucristo, en un evento que contó con representación de las cuatro instituciones penitenciarias que se unen en el complejo carcelario, tres masculinas y una femenina.
Al finalizar la celebración, el Papa saludó al personal y a algunos internos. A todos les insistió en dos puntos centrales de su mensaje. “Dos cosas que debemos hacer: con las manos, aferrarse a la cuerda de la esperanza, al ancla; la segunda, abrir el corazón… ¡Tengamos corazones abiertos!”.