Megamisión 2025: Id y predicar el evangelio
En la Megamisión 2025, este “salir” se materializa en 72 horas intensas de misión, pero su espíritu perdura todo el año
Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.
En este domingo 19 de octubre de 2025, coincidiendo con el Domingo Mundial de las Misiones, la Arquidiócesis Primada de México ha dado un paso significativo y renovador al lanzar la Megamisión CDMX 2025, bajo el lema “Misioneros de Esperanza”.
Este no es un evento aislado, sino el arranque de una séptima edición que, desde 2019, ha transformado el panorama de la Iglesia en la capital del país. En la Catedral Metropolitana, durante la misa presidida por el cardenal Carlos Aguiar Retes, miles de fieles se congregaron no solo para celebrar, sino para comprometerse.
Esta iniciativa no solo revitaliza el pulso misionero de la Iglesia, sino que nos interpela a todos a redescubrir la fe como motor de transformación social y espiritual. La importancia de la fe en tiempos como los nuestros no puede subestimarse. En un mundo saturado de ruido digital y crisis existenciales, la fe no es consuelo activo y un bálsamo efectivo.
¿Cuántos de nosotros hemos reducido la fe a un espacio privado, a una devoción cómoda dentro de las cuatro paredes de nuestras parroquiasyo hogares? La Megamisión 2025 nos sacude de esa complacencia. Bajo el liderazgo del cardenal Aguiar Retes, esta iniciativa anima y envía a los bautizados a llevar el rostro y el amor de Dios a través de acciones que dignifiquen a los más necesitados de la Arquidiócesis.
Renovar el impulso misionero de la Iglesia es, en esencia, volver a las raíces evangélicas. Desde el Concilio Vaticano II, hemos oído que la Iglesia existe para evangelizar, pero en la práctica, hemos caído en rutinas que diluyen ese ardor. Este año, el énfasis en ser “artesanos de esperanza” resuena con el llamado del Papa Francisco; la Iglesia debe ser una “Iglesia en salida”, no un club introspectivo.
En México, donde la secularización avanza y crece, y la confianza en las instituciones eclesiales decae, esta renovación es vital. No es casual que la iniciativa se alinee con el Mes Misionero, recordándonos que la misión no es opcional, sino el corazón de nuestra identidad cristiana.
La acción comunitaria debe convertirse en el puente entre la fe y la realidad palpable. La Megamisión no es un monólogo eclesial sino un diálogo, porque no podemos omitir que al unir fuerzas, no solo ayudamos; construimos una Iglesia sinodal donde el pueblo de Dios camina en comunión.
El cardenal Aguiar Retes en su homilía nos recordó la importancia de salir de nuestras comodidades para llevar a los demás la alegría del Evangelio. “Basta ya de distracciones; salgamos con el consuelo eterno que Dios nos da”, evocando al profeta Elías en su fatiga y al Señor que nos conforta para toda obra buena.
Salir de la zona de confort implica riesgo, pero es precisamente ahí donde surge la verdadera esperanza. En la Megamisión 2025, este “salir” se materializa en 72 horas intensas de misión, pero su espíritu perdura todo el año, este no es un capítulo más en el calendario eclesial es un punto de inflexión. Nos invita a una fe vibrante, a un impulso misionero renovado, a una misión compartida y a una acción comunitaria que irradie esperanza y amor al prójimo.