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Viene un duro inverno para migrantes en la CDMX; Iglesia urge a ayudar

El P. Carbajal, experto en el tema migratorio, pide al gobierno cumplir el compromiso que le exige la Constitución de la Ciudad de México.

24 noviembre, 2023
Viene un duro inverno para migrantes en la CDMX; Iglesia urge a ayudar
Se avecina un difícil invierno para los migrantes. Foto: Néstor Negrete.

En los últimos meses, la Ciudad de México ha registrado una inusual presencia de migrantes provenientes de diversos países de Centro y Sudamérica. Las concentraciones se dan especialmente en zonas donde la Iglesia capitalina tiene casas de acogida para estas personas que se han visto obligadas a abandonar sus países de origen. Pero, ¿qué problemas colaterales han traído estas aglutinaciones de personas, tanto para los habitantes de la CDMX como para los propios migrantes?

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Sobre el tema, el padre Juan Luis Carbajal, C.S. encargado de la Pastoral de Movilidad Humana de la Arquidiócesis de México, señala que, entre las cosas que han sucedido últimamente, es que se han suscitado muchas quejas de vecinos que sienten invadidos sus espacios.

“Los migrantes están ahí -explica-, en plazas, banquetas, terminales de autobuses y jardines, con sus tiendas de campaña, o carpas como les llaman ellos-. Su estadía ahí, obviamente, genera basura y ruido. Es una situación no querida por nadie, ni por los vecinos, ni por los migrantes, ni por quienes atendemos los alberges. Pero si bien es una realidad no deseable, está presente y la debemos atender.

Las inclemencias del tiempo

El padre Juan Luis Carbajal señala que la mayoría de los migrantes que hoy se encuentran en la Ciudad de México provienen de países como Haití, Perú, Ecuador, Brasil, Chile, Colombia, Nicaragua, Honduras y Venezuela, y entre ellos vienen muchos niños, mujeres embarazadas y adultos mayores; es decir, personas con necesidades muy particulares.

Mujeres y niños, sectores vulnerables entre los migrantes. Foto: Néstor Negrete.

“Algo de lo más grave -explica-, es que no sólo en la Ciudad de México, sino en todo el trayecto migratorio, estas personas vienen enfrentando condiciones muy adversas: climas extremosos de calor o frío, de lluvia o de humedad. Y todo esto les va generando enfermedades respiratorias. Hay niños que necesitan nebulizaciones, que tienen infecciones estomacales o de la piel, así como problemas de desnutrición, diarrea o vómito. Además, hay mujeres embarazadas que llevan meses sin atención ginecológica”.

Como ejemplo de las adversidades climatológicas que los migrantes tienen que enfrentar, el sacerdote refirió las recientes lluvias registradas en la Ciudad de México, mismas que empeoraron la situación, ya de por sí grave, que enfrentan los migrantes.

“Los más afortunados tienen un espacio en un centro de acogida; otros cuentan con tiendas de campaña; pero hay quienes no tienen más que la ropa que llevan puesta, ya que en el camino han sido despojados de sus pertenencias. Algunos vecinos les sacan cartones o incluso les llevan colchones para que duerman. Pero cuando llueve, como ha ocurrido recién, se les moja todo: colchones, cobijas y ropas, y sólo les queda esperar a que el sol los seque”.

El próximo calvario para los migrantes

Pero más allá de las lluvias pasadas, la situación en los próximos días pinta para los migrantes aún peor, ya que se aproximan los fríos invernales, y con ellos las enfermedades, especialmente en los niños. “En algunos albergues se hicieron jornadas de vacunación contra la influencia -refiere el sacerdote-, y aunque esperamos que esto ayude a mitigar los casos de enfermedad, las personas seguirán sufriendo fríos, por más que se arropen todo lo que puedan. ¡Se avecina para ellos un verdadero calvario!”.

A más del cansancio, las enfermedades abundan en estos tiempos entre los migrantes. Foto: Néstor N.

Migrantes y ausencia de gobierno

Aunque la Iglesia seguirá haciéndose cargo de la situación a través de sus centros de acogida, para el padre Juan Luis Carbajal las instituciones de Gobierno deberían tener mayor participación en el tratamiento del problema, no sólo por una cuestión de gobernabilidad, sino porque es un compromiso, pues ha firmado y ratificado convenios internacionales para proteger a personas migrantes y refugiadas.

“La Constitución Política de la Ciudad de México, en su artículo 20 -señala el sacerdote-, especifica que la nuestra es un Ciudad Global, lo que la convierte en una ‘ciudad solidaria, hospitalaria y de asilo’, y obliga a las autoridades a promover, respetar, proteger y garantizar los derechos de las personas migrantes”. Por tal motivo, el padre Juan Luis Carbajal hace los siguientes llamados:

“Llamamos al Gobierno Federal a que atienda esta emergencia, ya que el fenómeno migratorio actual no sólo ocurre en la Ciudad de México, sino también otros estados del país. Y al Gobierno de la Ciudad de México, como ‘ciudad hospitalaria’, le pedimos que instale módulos de salud de manera urgente, especialmente para la atención de mujeres y niños; además de módulos de hidratación, desparasitación de niños y atención a adultos mayores. Asimismo, pedimos atención psicológica para los migrantes, pues es un hecho que muchos vienen emocionalmente destruidos”. Hace falta la presencia de la Procuraduría para la Defensa de Niñas, Niños y Adolescentes y la Dirección para la Defensa de los derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Hace falta realizar monitoreos, acercarse a la realidad y dictar medidas de protección.

Por otra parte, el padre Juan Luis Carbajal pide a organismos internacionales, como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Mundial para los Migrantes (OIM), un papel más significativo y preponderante para responder a esta emergencia humanitaria. “Me gustaría ver a UNICEF haciendo labores de protección a los niños; al personal del ACNUR atento a las situaciones que viven los refugiados (pues muchas de las personas son refugiadas según el concepto de Refugiados modificado en Cartagena y Cartagena + 30, y en su tránsito no cuentan con medidas de protección. Y también me gustaría ver a la Organización Mundial para las Migraciones haciendo sus mejores esfuerzos para solucionar la situación de desprotección en las calles y espacios públicos”.

Por otra parte, el padre Juan Luis Carbajal hace un llamado a la Comisión Nacional de Derechos Humanos y a la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México a cumplir con sus funciones instalando oficinas móviles para monitoreo para la escucha y documentación de quejas. “Incluso, nos vamos a sorprender de la cantidad de abusos por parte de funcionarios públicos. Y es que frecuentemente son los mismos policías los que les piden cuotas bajo amenazas de deportación; o bien, el personal de migración les rompe sus documentos para impedir que suban a un avión alegando que esas son leyes de Estados Unidos, pero no de México”.

Asimismo, el sacerdote pide a las autoridades capitalinas habilitar espacios de acogida y protección, organizar campañas de limpieza a través del servicio de limpia de la Ciudad de México, en las que, además de recolectar basura, se desinfecten y fumiguen las calles y espacios que los migrantes ocupan.

Por último, pide a las corporaciones de seguridad cumplir con sus funciones de protección. “Hay puntos de la ciudad que son focos delincuenciales. No puedo decir que no hay migrantes que cometan actos ilícitos, sobre todo si algunos que están al límite de la sobrevivencia; pero en la gran mayoría de los casos son ellos quienes son violentados por delincuentes, sobre todo en espacios donde no hay alumbrado”.

Más que una crisis migratoria, es una crisis de humanidad. Foto: Néstor Negrete.

La verdadera crisis

El padre Juan Luis Carbajal señala que hay mucho por hacer, pero para ello se necesita una gran voluntad, especialmente en este tiempo en que atravesamos, más que por una crisis migratoria, por una crisis de solidaridad, de caridad y de comprensión.

“Para resolver el problema, no basta con gritar, no basta con regañarlos; no basta con echarles agua fría cuando están durmiendo; no basta con correrlos de la calle o con bloquear las banquetas para que no se instalen ahí. Se necesita un poquito de humanidad y de caridad: llevarles una cobija, un poco de alimento o tal vez un vaso de agua. Esto, y ser comprensivos, es lo que la sociedad debe hacer”.



Autor

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.