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Escuela para padres …y al vino, vino!

José Rodrigo Escorza Echevers Anteriormente platicábamos a cerca de lo que son las palabras y la riqueza del vocabulario de nuestro idioma, y la necesidad de conocer y comprender el significado de las mismas antes de usarlas. Ahora bien, esa necesidad debe ser imperiosa para nuestros pequeños, porque ellos son parte de la población vulnerable […]

José Rodrigo Escorza Echevers
Anteriormente platicábamos a cerca de lo que son las palabras y la riqueza del vocabulario de nuestro idioma, y la necesidad de conocer y comprender el significado de las mismas antes de usarlas. Ahora bien, esa necesidad debe ser imperiosa para nuestros pequeños, porque ellos son parte de la población vulnerable ante estos cambios semánticos con fines políticos.
Hace años, muchos años, salió una película llamada La vita è Bella, una producción maravillosa, de la cual sólo me quiero detener en un hecho: “no quiero bañarme”. Si viste la película sabrás que no está hablando de un baño calientito en una tina o bajo la regadera, sino de un baño más terrible en el que salía un gas y todos terminaban muertos.
¿A qué viene este recordatorio de una matanza innecesaria e inhumana? Simplemente al juego de palabras que utiliza ‘Guido’ para que su pequeño hijo no se entere de que cuando los llevaban a bañar, significaba la muerte; o el juego completo que para el niño significaba todo lo que hacía su padre en el campo de concentración.
Así, hoy en día hemos tenido que adaptar el lenguaje para que los niños vivan en una fantasía y en el momento en que crecen se dan cuenta de la realidad y la mentira en la que vivían. Siento que deberíamos decirles tal cual lo que sucede, si hay una muerte, un nacimiento, un pleito en la familia, y un largo etcétera.
Los niños ahora son más inteligentes y conscientes de lo que sucede a su alrededor. Mucho más de lo que imaginamos. No son tontos, saben cuándo los papás se están separando, cuando una mascota la llevan a “dormir” y su significado, cuando viene un hermanito en camino mucho antes que los papás. Son más sensibles, no sólo ante las adversidades sino también ante la realidad que los rodea y la felicidad con la que viven; por eso los verdaderos juguetes de los niños: “no tienen precio”.
Ahora bien, ¿cómo poder hablarles de la ideología de género a los niños? ¿qué implicaciones tiene? ¿hay que ponerlos alerta sobre la maldad del mal uso del vocabulario? Algunos tips para ello podrían ser:
1. Hablar con la verdad. Sabemos que la verdad incomoda, pero no por ello deja de ser verdad. “La Verdad los hará libres”, dice Jesucristo en su Evangelio, entonces ¿por qué nos escondemos en verdades a medias, en un mal uso de las palabras, en el error? Parece que es mucho más fácil vivir en la mentira que en la verdad, pero a la larga la verdad prevalece, allí están todos los casos de divorcio por un engaño, los presos por esconderse, los políticos por dinero…

2. Ser sinceros con los hijos. La mentira siempre produce daño en las dos partes y ese daño es la pérdida de la confianza. Si tus hijos no confían en ti, ¿por qué te harán caso? Allí está una solución muy grande, sé sincero y ellos confiarán en ti, sin dudar. Cuando confías en una persona le haces caso, la sigues y la quieres, en el momento en que esa confianza se pierde, entonces se deja de lado lo que dicen y se ponen en entredicho todas las cosas que se hacen.

3. Ante la duda, formarse. Si se tiene duda de lo que se explicará, entonces hay que buscar la información en los lugares correctos, comprender lo que se dirá. Y conocer también el lado opuesto de la opinión, ya que el niño conocerá ambos, pero necesita una orientación, la cual se le puede dar sólo si se conocen ambos lados de la moneda.

4. Informar al niño. Buscar que los hijos también lean y conozcan, de una forma dirigida y habiendo pasado por cada padre y madre de familia, porque nadie mejor que los padres sabe lo que los hijos necesitan y cómo los están educando.
Por último y no menos importante, que siempre haya diálogo, es decir, una conversación, un oyente y un parlante (los cuales pueden intercambiarse para mejores efectos al conversar). Los niños también necesitan sentirse involucrados en la familia y más en temas que son de actualidad, pues como nos damos cuenta, las caricaturas, las películas, la música, etc., se mezclan con ideologías que no corresponden a la realidad.
Así al final podrán decir “al pan, pan, y al vino, vino”.