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Jesús, el Médico infalible

  • La Confesión, su Palabra, la Eucaristía y la oración son los medios que Nuestro Señor nos ofrece para sanar interiormente.

 

María Teresa González Maciel

En el ir y venir cotidiano, muchas personas caminan con miedos, depresiones, angustias u obsesiones que les impiden disfrutar de todas las maravillas de la creación, y que hacen de la vida una pesada carga sin tregua ni descanso; se preguntan con frecuencia acerca del porqué, y hay quienes optan por buscar ayuda psicoterapéutica para liberarse de esas opresivas amarras. Reconocer que algo anda mal y atreverse a iniciar una terapia es un paso importante; sin embargo, en no pocas ocasiones el proceso es lento, y la urgencia de obtener la anhelada libertad, grita muda desde el interior de la persona.   

De acuerdo con expertos en Psicología, muchas de esas turbulencias interiores se gestan no sólo en los primeros años de vida de la persona, sino desde que se encuentra en el útero, ya que la mente del bebé recibe toda clase de emociones, pero sin contar con ningún mecanismo de defensa para procesarlas; de lo cual, por otra parte, sería injusto culpar a los padres, pues, como seres humanos, también son susceptibles a las circunstancias de la vida, y caminan con sus propias marcas de alegría o de dolor. Dan lo que pueden, y nada más.

Sin duda, la psicoterapia es una herramienta valiosa, en tanto que ayuda a las personas a descubrir las raíces de muchos de sus pensamientos, sentimientos y conductas, en aras de iniciar un cambio de vida. No obstante, hay una forma de acortar el camino, de sanar ciertas heridas, sobre todo aquéllas que sólo pueden ser liberadas a través de la gracia de Dios. Expertos en religión y guías espirituales coinciden en que hay heridas transgeneracionales que se dan por prácticas relacionadas con el ocultismo, cartomancia, reiki, astrología, brujería y ofensas a Dios; además de conductas homicidas, de alcoholismo, infidelidad, odios añejos, envidias y otras, que se anidan en el corazón de la persona, y van modelando su interior.

Es imposible llegar humanamente a todas las raíces de las emociones, conductas y pensamientos del ser humano, pues éste es sumamente complejo, tanto así que el escritor alemán Hermann Hesse, en su tractact del Lobo Estepario, lo describe como una cebolla de cien capas, cuyo interior está contagiado de la esencia de todas las personas que son parte de su historia, actuales y pasadas; de manera que si, por ejemplo, un hombre comete un crimen, necesariamente se modifica algo en su interior, en su forma de pensar y actuar, en su modo de relacionarse con la gente y de ver la vida; así que, si tiene un hijo, lo condiciona con sus nuevos parámetros, y éste a su vez, si procrea, afectará al nuevo ser con el condicionamiento que heredó. Pues lo mismo sucede con prácticas como las mencionadas anteriormente, que pudieron ser llevadas a cabo por alguien de hace varias generaciones, lo que hace una labor inútil el hurgar en el interior de la persona actual.

Pero necesitamos sanar a fondo todas esas historias. La buena noticia es que hay un médico que todo lo puede, Jesús, quien sana toda clase de heridas, y hace de cada hombre una persona nueva, capaz de vivir su historia en la libertad de los hijos de Dios.  

Los medios que este Médico nos ofrece son:

 



Confesión. Recupera la vida de gracia que nos prepara a recibir nuevas gracias.

Su Palabra. Nos orienta y nos da esperanza.

Su Eucaristía. Alimenta nuestro espíritu, y se nos muestra para adorarla, y ser transformados.

La oración. Es un arma poderosa contra el mal, que además nos repara, nos anima y nos da fuerza para seguir.

Además de estos medios infalibles de sanación interior, Jesús nos ha dado como Madre a María, y en ella y en Él podemos encontrar el camino seguro a la libertad. Si rezamos el Rosario, Nuestra Madre nos acercará las gracias de su Hijo. Tengamos la confianza, el ánimo, y pongámonos en marcha.

  

 





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