“Todo es tan incomprensible”.
Antonio Rodríguez
Reunidos en una cafetería escolar, un grupo de jóvenes discute sobre un extraño tema: el control social que ejerce el gobierno y las empresas. La joven que sostiene el debate enseña un par de billetes de un dólar, doblados de tal manera que –según ella– al observar el doblez, es posible notar la imagen de las Torres Gemelas incendiándose. Sus compañeros la miran con extrañeza, e incluso, sueltan una ligera risa. Ante la incredulidad de estos, muestra otra imagen en el celular; se trata de la etiqueta de un famoso refresco que, también al ser doblada, deja ver un horroroso rostro: “Es el rostro del diablo”, dice la chica pelirroja. Como era de esperarse, ninguno de sus compañeros le da credibilidad.
En otro lugar, aunque dentro de la misma Francia, un escuadrón policiaco entra a hurtadillas a una casa. Los oficiales se internan con sigilo y apuntan sus armas estratégicamente. De una recámara sale un señor en pijama, bastante preocupado, y su esposa detrás de él; los policías les ordenan que guarden silencio. De golpe, abren la puerta de otra estancia y someten a una adolecente que se encuentra ocupada en su computadora. Es detenida –dicen– por tener relación con grupos terroristas, aunque ella alega que sólo estaba hablando con su novio, un acaudalado príncipe sirio.
¿Qué tienen en común ambas jóvenes? Las dos han sido enganchadas a grupos islámicos extremos, que han ocupado las redes sociales para convencerlas sutilmente de convertirse al Islam. Un supuesto príncipe sirio las ha encontrado hermosas y puras, pero sobre todo, únicas y capaces de marcar la diferencia en la humanidad, siguiendo firmemente las escrituras de su religión. Una vez convertidas, servirán a otro propósito, uno más macabro. Lo anterior es posible gracias a la desinformación que inunda las redes sociales, a la forma errónea de interpretar las escrituras, y por supuesto, a la falta de comunicación de padres e hijos.
Es así como la vida de estas jóvenes se desdibuja completamente, arrastrando a su familia a un completo estado de desesperanza. A los padres les resulta imposible entender qué sucede, y tampoco saben cómo detenerlo, pero tienen claro que gran parte de la culpa es de ellos, de la falta de atención hacia sus hijas.
El cielo esperará es el más reciente filme de la directora Marie-Castille Mention-Schaar, a través del cual muestra lo sencillo que es trastocar los ideales de un adolecente, que carente de afecto paternal, cae presa de individuos sin escrúpulos, enganchadas con palabras bonitas, salidas fáciles y promesas huecas.
Este fenómeno es muy común en países europeos, donde cada vez resulta más común que jóvenes “huyan” a los países islámicos, terminando como carne de cañón para grupos terroristas o como parte del mercado sexual. Un tema no tan alejado de nuestra realidad, pues sólo habría que cambiar la palabra terrorismo por narcotráfico.
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