Las 5 claves para lograr un matrimonio a prueba de fuego
De la felicidad en el Matrimonio dan testimonio muchos esposos que luchan cada día contra viento y marea; son matrimonios a prueba de fuego.
¿Realmente se puede ser feliz en el Matrimonio? Sí. ¡Sí es posible ser felices en el Matrimonio! Y de ello dan testimonio tantos y tantos esposos que luchan cada día por ser felices juntos, son matrimonios a prueba de fuego, y aquí te compartimos sus 5 claves:
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1. Haz feliz al otro para ser feliz tú
Si te casaste para ser tú feliz, ¡no sabes amar!, eres un pobre egoísta. Si te casaste para hacer feliz a tu cónyuge a quien amas con todo tu corazón, vas por un excelente camino para ser tú feliz haciendo que sea feliz tu ser amado.
El amor es renuncia y entrega, es identificarse de tal modo con el ser amado que, dice Jesús, formarán una sola carne. Si se entiende así el matrimonio y el amor conyugal es fácil comprender el que la felicidad del ser amado constituya la propia felicidad.
Esto lo puede uno entender cuando ve uno a los padres de una familia contemplar el bienestar de sus hijos y sentir que son felices y así lo expresan ¡a pesar del esfuerzo y del sufrimiento personal!
Dice una sabia canción: “Amar es entregarse olvidándose de sí, buscando lo que al otro pueda hacer feliz”.
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2. Dale su lugar a Dios
El ser humano, hombre o mujer, es bueno por naturaleza y es capaz de amar hasta el heroísmo, pero el amor simplemente humano es voluble y traicionero, porque mu fácilmente se desvía hacia el egoísmo.
¿Se puede amar para siempre? Los cristianos decimos que el amor no pasa nunca, pero comprendemos que ese amor no puede ser simplemente humano, tiene que ser un amor divinizado.
El amor es cosa de tres: un esposo y una esposa que aportan su amor humano y Dios que diviniza ese amor con su gracia a través del Sacramento del Matrimonio.
Sólo así se hace posible cumplir la solemne promesa hecha ante el altar de amarse hasta que la muerte los separe.
El matrimonio cristiano es conectarse a esa fuente infinita de amor que es Dios mismo. Amarse con amor humano es bueno, pero ese amor puede agotarse.
Para vivir conectados al amor de Dios, los esposos cristianos deben esforzarse por conservar ambos la gracia dada en el Sacramento, deben frecuentar la Confesión y la Eucaristía dentro de su misa dominical. La familia que ora unida, permanece unida.
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3. Sé fiel hasta con el pensamiento
La castidad es una virtud. No es tan sólo para las religiosas y para los sacerdotes, todo cristiano debe vivir la castidad dentro de su estado de vida.
La castidad es el recto uso de nuestra sexualidad. No es sólo el no tener relaciones sexuales antes y fuera del matrimonio, sino dar a nuestra sexualidad un sentido de amor-entrega.
Los esposos son fieles no sólo porque no tienen relaciones con otras personas, sino porque hacen crecer su amor día a día y hacen de su relación sexual un verdadero diálogo de cuerpos y de espíritus.
La fidelidad también es el que cada entrega amorosa sea un verdadero signo de un amor que existe y que no sólo se supone. También es ser infiel el tratar al cónyuge como un objeto sexual al que se utiliza tan sólo para satisfacer las necesidades físicas.
4. Mantén un diálogo continuo
¿Cómo ser felices si tan sólo viven juntos pero ignorándose mutuamente? Son muchas las vivencias comunes para todos los miembros de una familia y muchas más para los esposos en particular.
Vivir juntos debe significar vivir unidos, esforzándose juntos por conseguir paso a paso lo que toda la familia necesita para su crecimiento pleno.
Los esposos tienen que aprender a mantener un diálogo continuo, no interrumpido ni por el cansancio ni por la costumbre.
Y, ojalá, un diálogo que no sea tan sólo sobre los problemas de cada día, sino que se interese en los anhelos e ilusiones de cada uno de los cónyuges.
5. Vayan juntos de la mano por la vida
Ser esposo no es ser la “pareja” con la que compartimos la juventud, mientras crecen los hijos y se van. Los esposos comparten toda la vida, son compañeros de viaje, van juntos de la mano por esta vida rumbo al horizonte.
La Santa Biblia lo expresa con mayor precisión: ya no son dos, ya son un solo cuerpo. Y la liturgia del matrimonio añade que son un solo corazón y un solo espíritu. Los dos son un solo ser unidos por el amor de Dios.
La Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de México ha publicado un devocionario familiar. Para descargarlo da clic aquí.