Algunos especialistas han identificado varios momentos que ponen en riesgo la estabilidad de la vida del matrimonio, pero si la pareja logra identificarlos y prevenirlos, pueden convertirse en puntos de fuerza para superar cualquier otra adversidad.
Un artículo publicado en Religión en Libertad, basado en contenido de la revista Hacer Familia, ubica por lo menos 9 momentos en que el matrimonio es particularmente vulnerable y requiere de una atención especial.
Los cuatro primeros ocurren en los primeros años de matrimonio.
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1. Cuando la pareja descubre que cada uno es distinto
Esta crisis surge al iniciar la convivencia, incluso, en detalles mínimos que se van percibiendo en el día a día: la pasta de dientes abierta, la toalla mojada sobre la cama, los trastes sucios.
No son pocos los matrimonios que tienen que superar estas situaciones, pero esto sólo es posible cuando se comprende que cada uno tiene diferentes hábitos.
En esta etapa hay que trabajar en la empatía, poniéndose en los zapatos del otro y valorando si la otra persona realmente actúa con la intención de molestar. Casi en todos los casos no es así.
También es necesario dialogar mucho y comentar todos los detalles, por insignificantes que sean.
2. Cuando las familias políticas intervienen en todo
Con el esposo o la esposa llega también la familia política: los suegros, los cuñados, los sobrinos, etc. Esto es muy común en América Latina, donde la injerencia de la familia propia y la política en los asuntos que conciernen sólo al matrimonio puede provocar tensiones. En estos casos, el diálogo es el arma más eficaz para solventar los problemas.
Sin embargo, es muy importante que el diálogo no vaya enfocado a que la pareja entienda a la familia política, sino a que el matrimonio acuerde principios mínimos que no se podrán transgredir, por ejemplo, el tema de las vacaciones, el cuidado de hijos o las fiestas familiares.
Algo muy importante: no atacar nunca al cónyuge por los comportamientos de su familia.
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3. Cuando el bebé no llega
Cada vez hay más parejas con problemas de fertilidad. Y conforme pasa el tiempo, el no concebir un hijo hace que los problemas crezcan mes tras mes.
Y cuando la tristeza se hace presente en la vida matrimonial, surge fácilmente la distancia para no provocar más dolor. Son comunes los reproches, que pueden derivar incluso en la ruptura.
Y si nunca llega el bebé, resulta fundamental entender el valor del matrimonio en sí mismo, pues a aunque los hijos son una riqueza para la pareja, el amor de los cónyuges no está supeditado a tener descendencia.
Con esta perspectiva en mente, el vínculo matrimonial no flaqueará a pesar de la ausencia de hijos. Se recomienda un buen asesor matrimonial.
4. Pero también cuando nacen los bebés
Si bien la llegada de un hijo genera mucha felicidad, también puede ser es un momento de crisis, pues todo cambia con los niños: ritmos, horas de sueño, planes posibles, tiempo disponible, gastos del hogar, prioridades.
Ante este problema son necesaria mucha comprensión por parte del padre y de la madre para que ambos vayan tomando posiciones en el nuevo escenario. Y aunque el pequeño reclame mucha atención, jamás el matrimonio debe descuidarse.
Es importante ser conscientes que con el paso de los meses los problemas se van resolviendo solos, las aguas se van asentando.
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5. Cuando hay que decidir cómo educar a los niños
Como en la educación no existen recetas, cada uno planteará la forma de educar que considere más oportuna ante cada circunstancia a partir de su experiencia personal o familiar.
La comunicación en el seno del matrimonio será la clave para resolver estas crisis, siempre negociando y comprendiendo que las vías de solución no son ni buenas ni malas, solo diferentes, y que en todos los casos será por el bien de los niños.
6. Cuando falta el dinero
El dinero no da la felicidad, pero la falta de éste puede generar muchos dolores de cabeza.
Hay muchas parejas que se van a pique cuando los toca una crisis económica, pero muchas otras lograr unirse más, pues buscan juntos soluciones para sacar adelante el hogar. Es importante aquí no comparar los esfuerzos de unos y otros o culpar al otro de la falta de recursos.
Cuando el dinero falta, lo más importante es buscar modos de resolver una situación que puede ser coyuntural.
De entrada, es vital que los esposo busquen medidas a corto plazo que den un poco de oxígeno a las cuentas y tranquilidad a la familia, siempre con decisiones consensuadas para que ambas partes sientan que están aportando.
7. Cuando todo es rutina en el matrimonio
Muchos matrimonios viven inmersos en una vorágine en el que se comunican con meros mensaje funcionales y no pasan tiempo juntos. Con ello, si bien el engranaje funciona, los cónyuges viven en soledad, incluso aunque pasen buena parte del tiempo con los hijos, amigos o en el trabajo.
La pareja necesita tiempo para crecer y fortalecerse, tiempo de calidad que no tiene por qué implicar viajes caros o cenas románticas. Lo importante es reservarse tiempo para dedicar al otro, para que pueda desahogarse platicando aquello que les preocupa o lo que los hace felices.
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8. Cuando aparece una tercera persona
Si el matrimonio vive en una cotidianidad marcada por los problemas, una tercera persona que no genera complicaciones, que no abruma con quejas y siempre pone buena cara, el escenario pinta para una infidelidad.
En este momento es muy conveniente hacer autocrítica del matrimonio, es decir, analizar qué parte del matrimonio nos corresponde y no estamos haciendo bien y qué parte no hace bien el otro, qué parte no podemos tolerar y qué parte tenemos que aprender a superar.
Solo si percibimos que existe un problema estaremos en condiciones de evitarlo.
Antes de buscar la salida “fácil”, vale la pena consultar a un experto. Lo más importante es no caer en el error de pensar que una atracción física por un tercero significa que el matrimonio esté acabado y que, por tanto, se puede dar rienda suelta al deseo.
La tentación es como la señal de alarma que salta en el coche y que nos indica que tiene que pasar por taller. Si se hacen bien las cosas, el matrimonio saldrá fortalecido.
9. Cuando llegan problemas serios
Una enfermedad de alguno de los miembros de la familia, el comportamiento inadecuado de alguno de los hijos, tenerse que hacer cargo de algún mayor, una discapacidad, son problemas muy fuertes.
Son situaciones en las que, aunque la pareja deba permanecer especialmente unida, es probable que los estados de ánimo se vean afectados por los acontecimientos.
Ante estas situaciones hace falta mirar el nuevo escenario desde la distancia, tomar en consideración cuáles son todas las circunstancias, determinar si el cambio de situación va a ser circunstancial o definitivo.
Los esposos tienen que pasar juntos los momentos propios del duelo que implica la aceptación de todo problema. Solo así serán capaces de salir juntos de esa crisis y afrontar la vida tal como viene dada.