Desintegración familiar: 9 acciones básicas para prevenirla
Toda familia tiene un grado de funcionalidad y disfuncionalidad. Las familias no son perfectas, pero sí son un gran regalo de Dios y de la Vida que podemos atesorar.
¡Qué bonitas y perfectas son las familias que nos presentan en los medios de comunicación y las redes sociales! Son bellas, en todo momento se llevan bien, no se percibe ningún conflicto, nunca se equivocan y nada les afecta… No necesariamente son así, solo sus miembros conocen la verdad.
Toda familia tiene un grado de funcionalidad y disfuncionalidad. Las familias no son perfectas, pero sí son un gran regalo de Dios y de la Vida que podemos atesorar.
Uno de los mayores miedos de las madres y padres de familia es la desintegración familiar. Definimos como desintegración familiar a la ruptura de los lazos que unen a los miembros de una familia. Algunas de sus causas son:
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- Muerte de uno de los miembros.
- Violencia física, psicológica, sexual, económica, de género.
- Adicciones.
- Crisis de diferentes tipos.
- Conflictos, separación o divorcio de los padres.
- Fenómenos migratorios.
- Condiciones sociales negativas.
- Relaciones tóxicas.
A continuación, enumeramos algunos peligros que enfrentan las familias. No para que te asustes, sino para que tomes acción de inmediato si observas que se acecha a tu familia alguna de estas amenazas:
- Ante la amenaza de la baja autoestima, toma la acción de reconocer en público lo bueno de cada integrante y reprender en privado. Hablen de lo positivo de su familia, lo que sí hay, lo que sí han logrado. Hay mucha riqueza por reconocer.
- Ante la amenaza del aislamiento social, toma la acción de socializar en grupos que generen crecimiento como voluntariados o servicios en la iglesia. Verás como la dinámica familiar cambia.
- Ante la amenaza de la violencia, de ninguna forma la normalices. Toma la acción de buscar ayuda profesional, trabajar tus patrones de conducta y crear un modelo de familia más saludable. También el violentómetro puede servirte como guía.
- Ante la amenaza de la culpa, reflexiona lo sucedido, genera acuerdos, cúmplelos y por ningún motivo; permitas que te paralice.
- Ante la amenaza del miedo, toma la acción de reconocer tus miedos y enfrentarlos. Podrás darte cuenta, de que tal vez no son tan fuertes ni grandes como pensabas.
- Ante la amenaza de la angustia, promueve momentos de paz en familia: tomen una pausa, escúchense unos a otros sin interrumpirse, oren juntos, eviten gritarse.
- Ante la amenaza de la incertidumbre, toma acción y evalúa tus posibilidades de forma realista. También busca fuentes de información confiables.
- Ante la amenaza de las conductas autodestructivas, no te asustes. La persona está pidiendo ayuda. Ayúdale a encontrarla. No cargues con todo, tal vez necesiten ayuda profesional y está bien recibirla.
- Ante la dificultad para relacionarse con la comunidad, promueve actividades que pueda disfrutar tu familia, observa lo que hacen bien otras familias e imítalas. Si hay conductas que no te gustan, simplemente no las imites en casa.
Te invito a comprometerte contigo y con tu familia a fomentar la unión en familia. En un mundo tan acelerado, este compromiso tuyo será una bocanada de aire fresco.
Comienza ahora. No tengas miedo. Nosotros te acompañamos.