Ser anciano no es un castigo ni una enfermedad
Esta etapa de la vida es un auténtico don de Dios, ha asegurado el Papa Francisco, como preparación a la Jornada de los Abuelos y Mayores.
“En la vejez seguirán dando fruto” (Sal 92,15), es el lema de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores que se celebrará el 24 de julio de 2022 y para la cual quienes dediquen un tiempo adecuado a visitar a un adulto mayor podrán ganar la indulgencia plenaria.
Esta será la segunda vez que se celebre; fue instituida por instrucción del Papa Francisco, como parte del esfuerzo sostenido que ha hecho durante su Pontificado de recordar el papel imprescindible que los abuelos y mayores tienen en la familia y en la sociedad.
Y este año, el Papa Francisco quiere recordarnos a todos, pero en particular a los propios mayores, que la ancianidad no es un castigo ni una enfermedad, sino una etapa de la vida que es un auténtico don de Dios y en la cual tienen mucho que ofrecer.
En la construcción del Reino de Dios, una parte fundamental es superar ‘la cultura del descarte’, que aísla a los ancianos al hacerlos ver como una carga y no como el auténtico tesoro que son. La ancianidad no es una enfermedad, “una larga vida es una bendición”, aseguró el Papa Francisco en su mensaje para esta Jornada.
En la construcción de un mejor mundo se requiere un trabajo conjunto entre generaciones.
Como joven o adulto, ¿qué estás haciendo por los adultos mayores a tu alrededor?, ¿cómo te relacionas con ellos?, ¿los recuerdas?, ¿los visitas?, ¿los respetas? ¿has cancelado de tu vida a los ancianos?
Y los adultos mayores también tienen tarea, ha asegurado el Papa, pues están llamados a iniciar una revolución de la ternura, a ayudar a las nuevas generaciones con su sabiduría. Como mayor: ¿aporto mi amor y conocimiento a mi familia?, ¿vivo el retiro como un ‘tiempo muerto’?, ¿pienso que ya no hay nada más en esta vida para mí?, ¿ayudo a mi comunidad?, ¿en mis oraciones, pido por los demás y por el mundo?
El Papa Francisco ha enfatizado que los adultos mayores deben vigilar sobre sí mismos y aprender a llevar una ancianidad activa desde el punto de vista espiritual, por lo que pueden llevar su “afecto lleno de atenciones” a su familia y a las personas pobres y afligidas “a las que podemos acercarnos con la ayuda concreta y con la oración”.
A los fieles y a las parroquias los invitamos a prepararse desde ya para la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores y a difundir la invitación del Papa: ¡Que ningún mayor pase este día solo!, que todos dediquen un tiempo adecuado a visitar, de forma presencial o virtual, a los hermanos ancianos, particularmente a los que están en situación de necesidad o dificultad (como los enfermos, los abandonados, los ancianos con alguna discapacidad).
En la construcción del Reino estamos juntos, abuelos, hijos y nietos, caminando bajo la guía de Dios.