Salgamos al encuentro del más necesitado
En el Domingo Mundial de las Misiones, toda la Iglesia está llamada a renovar su impulso misionero y recordar que la misión no es para unos cuantos.
Este domingo celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, una jornada que convoca a toda la Iglesia a renovar su impulso misionero y a reavivar la conciencia de que la misión no es algo reservado sólo para unos cuantos, sino el horizonte de toda comunidad bautizada. De hecho, cada cristiano está llamado a ser misionero.
En este llamado está la fuerza transformadora de la fe: reconocernos discípulos misioneros, salir de nuestras comodidades, y llevar a los demás, especialmente a los más necesitados, la alegría del Evangelio.
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Lo esencial de este llamado se puede resumir en tres ideas: la primera es que el bautismo nos configura como misioneros, y por lo tanto, tenemos la responsabilidad de formarnos para ser “artesanos” de esperanza y restauradores de una humanidad con frecuencia distraída, polarizada y con dificultades para encontrar el sentido de vida.
Lo segundo es la importancia de salir de la propia parroquia y de la rutina. La misión exige hacer camino, dejar que el Evangelio encuentre manos, pies y rostro en la calle.
Lo tercero es configurar una misión sinodal, comunitaria, no individualista, pues la Iglesia es una comunidad de discípulos enviados.
Frente a este horizonte, es estimulante que en la Ciudad de México, la Arquidiócesis Primada de México esté lanzando la iniciativa de la Megamisión CDMX 2025 bajo el lema “Misioneros de Esperanza”, y que inicia precisamente este domingo.
Este proyecto invita a las comunidades parroquiales a realizar actividades que impliquen “salir” de los templos, escuchar las necesidades y heridas de la ciudad en sus distintas realidades y “conocer lo que otros dicen, piensan y sienten con un interés genuino y compartiendo la Buena Nueva”.
Es un recordatorio de que la misión no opera sólo en tierras lejanas, sino aquí, en nuestro entorno inmediato, en la ciudad, colonia, familia, centro de trabajo y comunidad.
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Renovar nuestro compromiso misionero
La misión es para todos, y por ello, hacemos una invitación para reflexionar a través de preguntas simples, pero de las que puede surgir un espíritu misionero:
• ¿Dónde estoy llamado a salir? ¿Qué “territorio” de mi vida necesita que lleve el mensaje de amor y paz?
• ¿Escucho verdaderamente a quienes muchas veces no tienen voz?
• ¿Me acompañan otros en esa salida, o estoy solo en mis esfuerzos?
• ¿Convierto lo ordinario en un espacio misionero: la familia, el trabajo, los amigos, los vecinos?
La misión nos interpela a testimoniar con la vida, más que con discursos. “La misión es inseparable de la vida y el testimonio” (cfr. Aparecida 278), porque “la Iglesia, la comunidad de discípulos de Cristo, no tiene otra misión que la de llevar el Evangelio al mundo entero mediante el testimonio de Cristo” (Papa Francisco, 2022).
En este Domingo Mundial de las Misiones, renovemos nuestro “sí” misionero. Que todos los bautizados, sin excepción, seamos “misioneros de esperanza”, animados por el Espíritu para hacer de nuestra vida un anuncio vivo, y que María, Estrella de la Evangelización, nos acompañe para que seamos firme presencia del amor de Cristo en cada espacio de nuestra ciudad.