La educación en tiempos de pandemia
Ante el desafío de la pandemia, la familia necesita asumir seriamente su responsabilidad en la educación.
Este lunes comienza uno de los grandes desafíos en tiempos de emergencia sanitaria: el reinicio de las clases en la educación básica.
La pandemia nos ha puesto frente al reto de reestructurar los métodos de enseñanza y de aprovechar los medios televisivos y el internet.
Todos los desafíos presentan oportunidades de desarrollo. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitió, el pasado 3 de agosto, un texto, intitulado: Frente a la dificultad para educar en este tiempo de pandemia: discernimiento, generosidad, diálogo, tenacidad y paciencia.
El título es significativo, pues habla de una dificultad y de valores con los que se le puede hacer frente. La dificultad surge a causa del confinamiento, de la necesidad de que los alumnos estudien desde su casa, con todo lo que esto implica.
Los obispos mexicanos subrayan la necesidad de enfocarse en lo fundamental. La educación no consiste solamente en la transmisión de información, sino, sobre todo, en la formación integral de la persona. La formación en valores es neurálgica. Sin ella, la educación carece de fundamento.
Hoy particularmente resalta la importancia de la familia y de la colaboración que debe existir entre ella y la escuela. La escuela es un apoyo muy importante para la familia en el arduo y complejo proceso de la educación de un ser humano.
Pero también la familia debe asumir seriamente su responsabilidad. En ella se aprende la autoestima, el compromiso, la honestidad, el respeto, la convivencia, la civilidad, el perdón, el esfuerzo, la generosidad. Los padres de familia deberán estar muy atentos –quizás más que antes– al desempeño de sus hijos en los próximos meses.
En la circunstancia actual se requiere mucho de la auténtica vocación docente. Los maestros y maestras, hoy más que nunca deben realizar con entusiasmo y pasión su labor.
La vocación docente es una vocación de servicio y entrega muy noble que busca el bien de los alumnos y alumnas, y que debe ser revalorada socialmente. Los obispos también invitan a las autoridades a promover el esfuerzo educativo y a no limitarse simplemente a regularlo.
Hay que impulsar, generar confianza y creatividad en las instituciones educativas, públicas y privadas, que son tan importantes para el país. Colaboremos todos en la educación y aprovechemos esta oportunidad para que nuestro país mejore.
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