Acompañemos a nuestros jóvenes
Más de un millón de jóvenes se reunieron con el Papa León en Roma. Un llamado urgente a cultivar relaciones auténticas, fortalecer la fe y crear espacios de escucha para las nuevas generaciones.
Un encuentro lleno de esperanza se vivió en estos días en Roma, en donde el Papa León XIV se reunió con más de un millón de jóvenes procedentes de 146 países, incluidos algunos que hoy viven en guerra, como Líbano, Israel, Ucrania o Siria.
Ahí, el Papa León les habló a los jóvenes de la importancia de mantener relaciones firmes, leales y sinceras; de la valentía que nace del amor recibido y que es necesaria para tomar elecciones de vida; y de estudiar, amar y trabajar, siguiendo el ejemplo de Jesús.
Esta labor no solo es una tarea para los jóvenes, es también un llamado social para acompañar las inquietudes, los temores y anhelos de las nuevas generaciones, razón por la cual aprovechamos este espacio para hacer una invitación a cultivar ambientes donde se enseñe a valorar la auténtica amistad, sin filtros ni máscaras digitales.
Un llamado a las familias para enseñar a los niños a construir relaciones sostenibles, conscientes, no efímeras, reforzando aprendizajes como el hecho de que la auténtica amistad nace de compartir vida, no solo los likes; que decidir bien no es ausencia de error, sino un juicio que cuando se acompaña del amor de Dios siempre nos llevará a algo mejor y de manera libre.
Es importante que como sociedad nos preguntemos: ¿Qué estructuras estamos desarrollando para que nuestros hijos aprendan a decidir con conciencia aunque se equivoquen, pues de las equivocaciones y fracasos también se aprende?, ¿qué espacios creamos hoy en nuestras comunidades para que los adolescentes se relacionen y encuentren amistades sólidas?, ¿qué tipo de valores estamos fomentando en nuestros jóvenes?
Al respecto, nos preocupa la proliferación de contenido digital, de eventos y festivales que para algunos pueden ser un simple video en redes sociales, o solo un espectáculo musical, pero para otros, el eco de un mundo emocional roto, que encuentra en la exaltación del mal y de la muerte una extraña forma de consuelo, y con el que algunos jóvenes desarrollan empatía.
El mundo digital y de entretenimiento en el que crecen nuestros jóvenes no puede ser invadido solo por mensajes sin alma, símbolos vacíos o llamados que enaltecen a la muerte. Por ello, les invitamos a generar espacios para que nuestros jóvenes recuperen el afecto humano, la escucha cercana y se reconozcan dignos de vivir.
Acompañemos a nuestros jóvenes, particularmente a aquellos que necesitan de consuelo y escucha, a descubrir su dignidad, su propósito y a fortalecer su fe, que se sepan inmensamente amados por Jesús, y la importancia de que ellos sepan ver a Jesús en los demás.