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El verdadero sentido del Miércoles de Ceniza

En este tiempo de pandemia, hay otras obras de misericordia corporales y espirituales que podemos hacer.

14 febrero, 2021
El verdadero sentido del Miércoles de Ceniza
La ceniza utilizada en Miércoles de Ceniza proviene de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior. Foto: María Langarica

A casi un año de iniciada la pandemia en nuestro país, hemos tenido que ajustar de diversas maneras la forma en la que vivimos nuestra fe, pero a la vez ha sido un tiempo en el que, retomando las palabras del Papa Francisco, hemos volteado a ver lo realmente importante.

Más allá de las inéditas formas en las que los fieles podrán recibir ceniza el próximo miércoles, es importante recordar el sentido de la ceniza y de la Cuaresma como un tiempo de conversión y de preparación a la celebración de la Pascua.

En esta ocasión quisiéramos recordar la relevancia que tiene el realizar en este tiempo litúrgico obras de misericordia, ya sean corporales o espirituales, y que pueden suplir en este año la recepción de la ceniza.

Dos preguntas son un buen inicio para realizar estas obras: ¿Qué me corresponde ante una crisis como la que estamos viviendo? y ¿Cómo puedo unirme a la sociedad para enfrentarla juntos de mejor manera?

Es cierto que no está a nuestro alcance dar solución a los problemas mundiales a los que nos enfrentamos, pero sí podemos ser parte de un movimiento “reparador” de la sociedad si hacemos lo que nos toca.

Las obras de misericordia espirituales son las actitudes y enseñanzas que Cristo nos enseñó, como el perdón, la corrección fraterna, el consuelo y resignificar el sufrimiento.

Las obras de misericordia corporales suelen ser acciones caritativas con las que ayudamos a quienes nos rodean.

Algunas de las obras que podemos hacer son: observar el comportamiento de las personas que nos rodean y consolar a alguien que se encuentra triste; perdonar las ofensas e insultos de los demás, aunque luzca muy complicado; buscar a personas que necesiten de alimento y bebida y dotarles por unos días de comida y agua; corregir con caridad, con amabilidad, al que está en un error, y nos damos cuenta de ello; y dar buen consejo a una persona que vive una situación complicada y a la que le puedan ser útiles nuestras acciones y palabras.

Adicional a ello, en este tiempo de pandemia, hay otras obras de misericordia corporales y espirituales que podríamos hacer, como estar cerca y asistir con los cuidados debidos a una persona en cuarentena que vive sola; dedicar un largo tiempo para llamarle y escuchar con paciencia a alguien que necesita ser escuchado; o enseñarle, a quien no sabe, a manejar las nuevas tecnologías y utilizar las redes sociales e internet de una forma que le sea útil y funcional.

Y algo que no debemos de olvidar: la oración. Orar por los enfermos, por el personal de salud, incluso orar por quienes no nos quieren. Oremos siempre por todo y por todos, nos ha dicho el Papa Francisco. “La oración dispone un amor sobreabundante. Quien reza es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde sea que esté”.

 

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