El verdadero sentido del Miércoles de Ceniza
En este tiempo de pandemia, hay otras obras de misericordia corporales y espirituales que podemos hacer.
A casi un año de iniciada la pandemia en nuestro país, hemos tenido que ajustar de diversas maneras la forma en la que vivimos nuestra fe, pero a la vez ha sido un tiempo en el que, retomando las palabras del Papa Francisco, hemos volteado a ver lo realmente importante.
Más allá de las inéditas formas en las que los fieles podrán recibir ceniza el próximo miércoles, es importante recordar el sentido de la ceniza y de la Cuaresma como un tiempo de conversión y de preparación a la celebración de la Pascua.
En esta ocasión quisiéramos recordar la relevancia que tiene el realizar en este tiempo litúrgico obras de misericordia, ya sean corporales o espirituales, y que pueden suplir en este año la recepción de la ceniza.
Dos preguntas son un buen inicio para realizar estas obras: ¿Qué me corresponde ante una crisis como la que estamos viviendo? y ¿Cómo puedo unirme a la sociedad para enfrentarla juntos de mejor manera?
Es cierto que no está a nuestro alcance dar solución a los problemas mundiales a los que nos enfrentamos, pero sí podemos ser parte de un movimiento “reparador” de la sociedad si hacemos lo que nos toca.
Las obras de misericordia espirituales son las actitudes y enseñanzas que Cristo nos enseñó, como el perdón, la corrección fraterna, el consuelo y resignificar el sufrimiento.
Las obras de misericordia corporales suelen ser acciones caritativas con las que ayudamos a quienes nos rodean.
Algunas de las obras que podemos hacer son: observar el comportamiento de las personas que nos rodean y consolar a alguien que se encuentra triste; perdonar las ofensas e insultos de los demás, aunque luzca muy complicado; buscar a personas que necesiten de alimento y bebida y dotarles por unos días de comida y agua; corregir con caridad, con amabilidad, al que está en un error, y nos damos cuenta de ello; y dar buen consejo a una persona que vive una situación complicada y a la que le puedan ser útiles nuestras acciones y palabras.
Adicional a ello, en este tiempo de pandemia, hay otras obras de misericordia corporales y espirituales que podríamos hacer, como estar cerca y asistir con los cuidados debidos a una persona en cuarentena que vive sola; dedicar un largo tiempo para llamarle y escuchar con paciencia a alguien que necesita ser escuchado; o enseñarle, a quien no sabe, a manejar las nuevas tecnologías y utilizar las redes sociales e internet de una forma que le sea útil y funcional.
Y algo que no debemos de olvidar: la oración. Orar por los enfermos, por el personal de salud, incluso orar por quienes no nos quieren. Oremos siempre por todo y por todos, nos ha dicho el Papa Francisco. “La oración dispone un amor sobreabundante. Quien reza es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde sea que esté”.
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