La Iglesia levanta la mano para unir fuerzas
Será la primera en contribuir de manera efectiva a la reconstrucción social y en la reconciliación del país.
Los obispos mexicanos estarán reunidos esta semana en su CVI Asamblea Plenaria, con la gran responsabilidad de elegir a quienes conformarán el nuevo Consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano, una tarea nada sencilla en virtud de los grandes retos que tiene la Iglesia católica en este momento histórico que vive el país, en el que la reconstrucción del tejido social es una prioridad.
La Iglesia es consciente de la importante contribución que puede ofrecer en este sentido, ya sea a través de sus estructuras, de sus institutos de vida consagrada, de sus escuelas, o bien, de sus laicos comprometidos, que no son sino personas que colaboran en todos los campos de la vida social, que intervienen en asuntos políticos, económicos y culturales, que forman parte de las fuerzas armadas y de seguridad pública.
La Iglesia mexicana, en un esfuerzo por seguir impulsando comunidades comprometidas y un laicado responsable, capaz de incidir, según su vocación y posibilidades, en las instancias que ordenan la vida común, en su 106 Asamblea Plenaria –que dará inicio este 12 de noviembre– está llamada a analizar cómo puede contribuir de manera más efectiva no sólo en la reconstrucción social y la reconciliación que plantea el nuevo gobierno, que ciertamente necesita nuestro país, sino en todos aquellos proyectos que abonen al bien común.
Para la Iglesia es prioritario crear sinergias entre instituciones públicas y organismos de la sociedad civil, pues sólo de esta manera podremos abrirnos camino hacia el progreso, hacia la multiplicación y optimización de los bienes y servicios, pero sin olvidar que todo desarrollo tiene su dimensión moral, que implica que la persona, y en especial aquella que más lo necesita, debe ser fundamento, causa y fin de toda labor que se realice.
Si deseamos un auténtico bienestar como nación, es momento de que la Iglesia se sustraiga de los intereses personales, cambiar el discurso añejo basado en rivalidades, y comenzar a unir esfuerzos a favor de la sociedad en su conjunto; y en este entendido, debe ser la primera en levantar la mano.
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