“¿Cómo le hiciste para cuidar tantos hijos?”
“¿Cómo le hiciste para cuidar tantos hijos?” me dijo mi nieta, de apenas siete años, con una carita llena de sorpresa y curiosidad. La duda le surgió cuando sus papás le dijeron, que saldrían de viaje y la abuela seharía cargo de ella y de su hermanita durante una semana. Justificadamente les expresó su duda […]
Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos.
“¿Cómo le hiciste para cuidar tantos hijos?” me dijo mi nieta, de apenas siete años, con una carita llena de sorpresa y curiosidad. La duda le surgió cuando sus papás le dijeron, que saldrían de viaje y la abuela se
haría cargo de ella y de su hermanita durante una semana. Justificadamente les expresó su duda sobre mi capacidad para hacerlo, pero su mamá le respondió:
“Pudo con siete hijos ¿crees que no pueda con dos nietas?” la respuesta fue suficiente para tranquilizarla y despertar su enorme curiosidad. Así que cuando llegué, me recibió con esa, y mil, mil preguntas más.
Los días pasaron volando, intentando cumplir con esas actividades y deberes que las mamás repiten con sus hijos día tras día. Disfruté cada momento con ellas, con la nostalgia que despiertan los recuerdos, las concesiones que solo a los abuelos les es permitido conceder y las limitaciones de una abuela un poco
cansada.
Esperaba los momentos propicios para contarles alguna historia familiar, deseando complacer su infinita curiosidad; así conocieron más del abuelo consentidor, de sus tíos, y por supuesto de su papá y de cómo era la vida diaria en la familia paterna.
Con los años aprendes que detrás de las preguntas de los niños, existe una gran necesidad de pertenencia y apego que les permitan sentirse seguros, protegidos, amados y aceptados. Satisfacer su curiosidad con paciencia, con la verdad, y con respuestas acordes a su edad, les refuerza el sentido de identidad, les responde la inevitable pregunta: “¿de dónde vengo?” y los conecta entrañablemente con su
entorno familiar y social, en el que, además de los padres, están otras personas que juegan un rol importante en su vida: abuelos, tíos, primos, amigos cercanos; conociendo y comprendiendo poco a poco, las circunstancias en las que crecieron, el ambiente en que se desarrollaron, sus logros y los obstáculos a los que se enfrentaron.
Un árbol frondoso, les debe su hermosura y resiste las tormentas, gracias a las raíces y al tronco que lo alimentan y lo sostienen; así el árbol familiar se nutre del pasado, se sostiene en los momentos difíciles con la fuerza de los valores que le permiten crecer, y se enriquece con las vidas que llegan, llenando, igual que al árbol lleno de frutos, de nuevos nidos, ilusiones, amor y esperanza. Nuestros niños y adolescentes deben conocer la historia de su árbol, para que lo cuiden, lo valoren, lo disfruten y se sientan orgullosos de ser parte importante de él; descubriendo, como un refugio, el cobijo de su sombra protectora.
Las personas mayores, dijo el Papa Francisco, son la memoria de los pueblos, y sobre todo, la de las familias. Mis nietas continuarán la historia, y algún día, también podrán platicarla llenas de amor y de ternura.
“Los abuelos son como estos árboles frondosos, bajo los cuales los hijos y los nietos realizan sus propios “nidos”, aprenden el clima de familia y experimentan la ternura de un abrazo”. Papa Francisco.