¿Quién gobierna este país?
Todos hemos podido ver la forma en que el ex presidente de México manejó burdamente su “sucesión”. Designó a su candidata, pasando por encima de su propio partido y, sobre todo, de las leyes electorales del país.La acompañó hasta conseguir que los votos la favorecieran y, todavía más, le entregó un Congreso con una mayoría, […]
Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.
Todos hemos podido ver la forma en que el ex presidente de México manejó burdamente su “sucesión”. Designó a su candidata, pasando por encima de su propio partido y, sobre todo, de las leyes electorales del país.
La acompañó hasta conseguir que los votos la favorecieran y, todavía más, le entregó un Congreso con una mayoría, ilegalmente inflada. Dejó además una serie de reformas constitucionales que deberían realizarse por sus caprichos, no por el bien de nuestra democracia ni, mucho menos, por los ciudadanos.
Una vez iniciada la nueva administración ha habido dos acciones donde se nota el mando del antiguo presidente: la Reforma al Poder Judicial, con todo lo que significa como agravio a la división de Poderes, y con una reforma en muchos aspectos absurda, además de que en nada soluciona la corrupción en el campo de la justicia en México.
La otra situación que ha dejado mucho que desear es la continuidad en la Comisión Nacional de Derechos Humanos de la misma persona que el anterior presidente había impuesto, y que no tuvo ningún resultado en favor de los ciudadanos, sino una total complacencia con el poder político, siendo que la CNDH es precisamente para garantizar a los ciudadanos una defensoría contra los abusos de quienes tienen el poder.
Fue vergonzosa la actitud de los senadores del partido oficial al ser obligados a dar su voto por quien no lo merecía. Senadores indignos, sin ningún compromiso con la ciudadanía.
Ante una avalancha de decisiones equivocadas con las que parece no estar de acuerdo ni siquiera quien ahora preside el Poder Ejecutivo, ni muchos que son parte del Congreso, no es ociosa la pregunta:
¿quién está gobernando este país?
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