Lecturas de la Misa y Evangelio del Domingo 8 de junio 2025
El Espíritu Santo es quien nos guía al corazón abierto del Hijo en la Cruz, sabiendo que en su resurrección y animados por el Espíritu seamos “vida” en nuestros distintos ambientes.
Lecturas y Evangelio del 8 de junio de 2025
- Primera Lectura: Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 1-11
- Salmo: Salmo 103
- Segunda Lectura: Primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 12, 3-7. 12-13
- Evangelio del día: Evangelio según san Juan: 20, 19-23
- Comentario al Evangelio
Primera lectura
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 1-11
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.
En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: “¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua”.
Palabra de Dios.
Salmo
Salmo 103
/R/. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor!
La tierra está llena de tus creaturas. /R/
Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo.
Pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra. /R/
Que Dios sea glorificado para siempre
y se goce en sus creaturas.
Ojalá que le agraden mis palabras
y yo me alegraré en el Señor. /R/
Segunda lectura
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 12, 3-7. 12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús “Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
Evangelio del día
Evangelio según san Juan: 20, 19-23
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.
Palabra del Señor.
Comentario al Evangelio
En esta últimas semanas de Pascua, hemos escuchado algunos fragmentos de los discursos de despedida de Jesús, en los que expresa que «volverá al Padre» y «enviará al Espíritu Santo», el Paráclito, que proviene del griego Paráklētos y significa Abogado, Defensor, el que Consuela, el que habla como Amigo.
De esta forma, se expresa que, el Espíritu Santo descenderá para entrar en el íntimo de los corazones y conducirlos a la Verdad que es Cristo (“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”) y en el Señor resucitado encaminarnos hacia el Padre (“Nadie va al Padre si no es por mí”).
En este Ciclo C, la liturgia desea que nos enfoquemos en la expresión dicha por Jesús: «Reciban al Espíritu Santo: a los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar».
Este texto nos ayuda a entender que el perdón es un don de Dios. De modo que, entre más nos acerquemos a la misericordia de Dios, más podremos entrar en el correcto significado del perdón; y no en aquel que acomodamos a nuestras conveniencias.
Así, podremos descubrir que, los primeros necesitados del perdón somos nosotros mismos; entonces, para poder otorgar el perdón, necesitamos experimentarlo en la gracia del Espíritu. De esta forma, el perdón no es una obligación del creyente, ni una imposición de la fe, sino que es un “poder” que transforma tu interioridad haciéndolo capaz de un proceso de reconciliación.
El perdón de Dios no es pacifismo, en el que cerremos nuestros ojos ante las problemáticas sociales; es todo lo contrario, el Espíritu Santo nos mueve en el calor de la esperanza a ser signos de consuelo. Él es quien nos guía al corazón abierto del Hijo en la Cruz, sabiendo que en su resurrección y animados por el Espíritu seamos “vida” en nuestros distintos ambientes.
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